Todos tenemos días que por una u otra razón son muy
significativos, y para este vecino del mundo, tal día como hoy, 23 de Enero,
pero de 1995, lo es en especial, y muy triste por cierto. Ese día ETA
mató a Gregorio Ordoñez, y con ello cometió, al sentir popular, junto con el
asesinato de Miguel Ángel Blanco, dos años después, uno de sus más importantes errores.
Es evidente que la vida de una persona es tan
importante como la de otra cualquiera, porque la vida no debiera de tener
precio, pero Gregorio Ordoñez, al margen de su paisaje político, era una persona
del pueblo y para el pueblo.
¿Por qué le mataron? Evidentemente nunca hay, o debería
de haber, una razón para acabar con la vida de nadie, pero era un objetivo muy
asequible, siempre rechazó la protección oficial y era de costumbres, por
decirlo de alguna manera, fijas. Y lo más importante, estaba claro que la
repercusión de un acto como el que tristemente ocurrió iba a ser, como fue,
grandísima.
Siempre le recordaré, era fácil encontrarlo, los domingos
al mediodía, junto a los cines Astoria mientras paseaba por la acera, el coche
de su hijo de un año.
Este vecino nunca comulgó con sus ideas políticas, pero cuando
te encuentras con lo que se dice, “un buen hombre”, sabes reconocerlo, y Don
Gregorio, siempre merecerá, al menos en la memoria de este vecino del mundo, un
gran respeto.
Siempre recordaré su gran lucha, se lo puso como meta y
no paró hasta conseguir, que Donosti volviera a tener plaza de toros. Aunque no
ha pasado muchísimo tiempo, entonces las corridas de toros no tenían mala prensa
por culpa, o gracias a unos cuantos, y
muchos recordaban todavía con muchísimo cariño a la antigua plaza, El Chofre, por lo que Gregorio,
como ya comentado, no paró hasta conseguirla. Con el tiempo, y ya faltando él,
se supo que no le gustaban especialmente los toros, pero siempre creyó que
era muy bueno para el turismo de la ciudad.
Hoy hubiera sido un contertulio de cualquier programa
televisivo de los que no tienen precio, porque nunca dejaba a nadie indiferente
cada vez que acudía a un programa de televisión siendo totalmente visceral.
Por una de esas casualidades de la vida, con el tiempo
pusieron una calle a su nombre, muy cerca de donde vivo, y cada vez que paso
por ella pienso que ya la gente más joven no sabrá ni quién fue ni lo que le ocurrió.
En el momento de morir era diputado del Parlamento Vasco
y teniente de alcalde del Ayuntamiento donostiarra. Cuatro meses después, en
las elecciones municipales, el PP se convertiría en el partido más votado en
San Sebastián con el 23,84% de los votos. Y el ayuntamiento le concedió a
título póstumo la Medalla de Oro.
Siempre es, como hoy, momento para recordar, como le
hubiera descrito Antonio Machado, “a un hombre, en el buen sentido de la
palabra, bueno”. Y Don Gregorio Ordoñez, seguro que lo fue.
*FOTO: DE LA RED
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