Hay temas que a uno no le gustaría tratar nunca; es más, no sabe ni si quiera como abordarlo, pero sería como obviar (y perdón por el símil, pero así será mucho más comprensible) un elefante que
llena toda una habitación en la que estamos, y miramos hacia otro lado.
No podíamos haber terminado el año 2017, ni comenzar el
año nuevo, de manera peor, que con lo ocurrido a Diana Quert.
No sé vosotros, pero esta vez clarísimamente me he dado cuenta
que en mi subconsciente, que no se
solucione la desaparición de una persona, en ningún momento significa, al menos
para este vecino del mundo, que pueda estar muerta.
El enterarme que ya había un detenido, José Enrique Abuín
Gey, alias "El Chicle", y posteriormente que ya había
aparecido el cuerpo sin vida de Diana, ha hecho que, como se diría vulgarmente,
me cayera del guindo, y esa esperanza que en mi interior pareciera estar
blindada, se ha convertido en la peor de las realidades.
Vaya por delante, como siempre digo en casos parecidos,
que este vecino del mundo no ha estudiado leyes, y sólo habla desde su lógica y
sus sentimientos; para otros quedan el basarse en artículos y en jurisprudencia
previa, pero ya de primeras no me parece lógico oír a mandos de la Guardia
Civil diciendo que sabían perfectamente quién era el autor del asesinato de
Diana ya en Noviembre pasado, cuando otra víctima tuvo que luchar por su vida
para que lo detuviesen, y que solo una chiripa, o que el ahora detenido estuviera
de baja, y consecuentemente en malas condiciones físicas, para que la otra joven
consiguiera escapar del coche con vida. Pareciera, al menos desde la distancia, más una huida hacia adelante, o incluso un ejercicio de prepotencia tantas
alharacas aparentes, que intentan tapar una presunta incompetencia.
Por otra parte, parece ilógico al común de los mortales,
aunque seguro que puede que tenga algún fundamento legal, que gracias a la
declaración de una persona, su mujer, que dijo que la noche del suceso el
conocido como “El Chicle” ahora a todas luces considerado como culpable, pasó
la noche de autos con ella y como
consecuencia, con esa coartada, haya estado más de un año libre, y al saberse ahora toda la
verdad, ella no continúe detenida.
Quizás, unas últimas declaraciones de dos coroneles a cuyo
frente estaba la operación: el jefe de la Unidad Central Operativa (UCO), Manuel
Sánchez Corbí, y el coronel jefe de la Comandancia de La Coruña, Francisco
Javier Jambrino, cuestionando, especialmente el primero, reformas legales que,
a su entender, dificultan el esclarecimiento de casos complejos como éste, nos
puedan hacer atisbar que quizás los mandos, en importantes momentos de tomar decisiones, se sintieran en cierta manera inmovilizados por las leyes,
haciéndose ahora todo lo anterior más entendible.
Palabras como las de la Madre del susodicho “Lo siento
mucho, pido perdón a la familia de Diana Quer, he criado un monstruo”, y de su
tía “Nosotros no criamos a este bicho, lo mataría yo mismo”, contrastan con
esas imágenes de un padre intentando negar la evidencia. Ambas actitudes, creer
y no creer, forman parte de nuestras reacciones, y son ambas comprensibles en la naturaleza humana.
Otra cosa es el circo mediático, desde que ocurrió la
desaparición de Diana y que ya se había aletargado, volviendo ahora en la mayor
de sus representaciones, porque si no tiene mucho de teatro, sí de puesta en
escena. Y se va creando una especie de lodo que todo lo mancha.
Se intentan unir todo tipo de presuntos eventos, señales,
en un argumento que sea comprensible y además cale en la atención del
espectador, a modo de serial televisivo. Se han vendido todo tipo de
insinuaciones cada cual más amarilla, apoyadas en el presunto alto nivel social
de la familia, y en sus desavenencias; cuando ocurre la mayoría de las veces
que el motivo siempre más simple, los bajos instintos, es el más plausible.
Cuando acaben los focos mediáticos, todo se resumirá en
que una chica que apenas comenzaba a volar sola, descansará para siempre en un
camposanto, y el futuro de su familia siempre estará lastrado de pena,
incomprensión, e injusticia.
¡Descanse en paz Diana Quer!
*FOTO: DE LA RED
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