Este vecino del
mundo nunca ha creído en la felicidad como un estado permanente. Puede haber
momentos felices, como pequeños oasis en la eternidad del desierto, eso sí; porque además ser toda la vida feliz sería agotador,
aparte de un aburrimiento, probablemente.
Sin embargo, este vecino también está convencido que la felicidad, al
menos la suya, está muy ligada al encuentro con la belleza, no confundir con “la guapura”. Y la
belleza tiene que ver, y mucho, con las artes, o con el arte en general.
Desde hace unas semanas, los lunes son algo diferente, naturalmente
siempre hablando este vecino desde su propio punto de vista. Y tiene que ver, y
mucho, con la vuelta de “Operación Triunfo”.
En un comienzo me negué a verlo, por aquello de segundas
partes…, aunque en el caso de O.T. más que una vuelta, era un regreso, presunto
al menos, a sus orígenes. Ya que en su momento, el irse de TVE a Telecinco no le sentó nada
bien, por aquello de acentuar más el cotilleo y las bajas pasiones que el intentar
la música por la música … buscando el arte por el arte.
Tras comprobar que mi hermana, de parecidos gustos,
estaba muy contenta con los dos primeros programas, aunque, según ella, faltaba
todavía rodaje, me picó la curiosidad y volví, por decirlo de alguna manera, al
redil, aún sabiendo que no debía de buscar las mismas sensaciones de aquella primera época. Ese mismo día descubrí a la que ya parecía ser el ojito derecho del público en general,
aparte de por su voz, por cierta inocencia-candidez-ausencia de filtro entre
pensar y decir.
A Amaia Romero, causa y razón de este post, se le ve venir
enseguida. Ella juega en otra liga. No nació para la música, ella misma lo es.
Pero no sólo eso, coge un tema, e inmediatamente lo hace suyo. No es que lo
cante, es más que todo eso. Amaia Romero se viste de cada una de sus canciones; forman en un segundo parte de su epidermis.
.Si ya ha dejado dos momentos memorables en la historia de Operación Triunfo, el
primero junto a su compañero del alma y últimamente de su corazón, Alfred,
cantando y tocando al piano “City of Stars”, y el segundo al interpretar, el
mismo día que cumplía 19 años, un apoteósico “Shake it out”, que dejó a Mónica
Naranjo, normalmente bastante crítica, en ese momento desmontada en alabanzas
varias.
Lo de hoy, si habláramos en lenguaje religioso, pudiera
rayar en “Lunes de Gloria”. Amaia va a interpretar una canción de Rihanna, "Love on the Brain" (“Amor en el cerebro”). Se podría decir que es
una canción erótica, pero es mucho más que eso. Si le sale bien, que en los
ensayos más que prometer ya lo está dando todo, es el momento en el que va a
hacer el amor con todos nosotros, para no utilizar esa cursilería de “va a
llegar a una comunión con el espectador”.
Tenedlo muy presente. Si queréis ver algo extraordinario,
o al menos muy difícil de ver y sentir, esta noche no te pierdas la actuación
de Amaia. Mañana se hablara de ello, y mañana no es el día siguiente.
Da gusto que desde hace un tiempo existan los lunes con
Amaia; es otra cosa. Es arte, sin necesidad de ir a un museo.
*FOTO Y VIDEO: DE LA RED
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