Ya hemos decidido en casa
que por Navidad este año nos ahorraremos el ir al circo, porque con la cantidad
de espectáculo que nos están dando (y, como se suele decir, lo que te rondaré
morena) nuestros políticos de turno, ya vamos a ir sobrados por una buena
temporada del mundo circense y del más difícil todavía.
Hemos pasado de tener,
nuestros políticos de turno, más secos que la mojama a convertir a España en un
circo de tres pistas en el que nos
podemos encontrar prestidigitadores varios que hacen desaparecer gran cantidad de
dinero, y que hacen aparecer una cantidad similar de dinero pero distribuido en
multitud de sobres, grises, naturalmente y llevados en carrito por carteros
tiroleses.
Mucha gente me suele
preguntar cómo me puede gustar esa bazofia que para ellos es Gran Hermano. Y,
bien pensado, es muy parecido a una campaña electoral porque cada concursante te
está intentando vender la moto, la suya, desde el momento en que entra en la
casa, y en cada caso además es para no ganar, para vivir la experiencia, como
lo hace cualquier político que está, en teoría, no para forrarse sino para
batirse el cobre por nuestros ideales.
La única variante que hay
entra la política y Gran Hermano es que gana el concurso no el último que queda
en la casa, sino el que consigue entrar en ella. Conviene recordar que la suya,
su casa, no estará en Guadalix, sino en Moncloa
Incluso en el concurso de
Gran Hermano Moncloa también hay "edredoning", en este caso con todos nosotros.
En cada legislatura, y en época electoral especialmente, nos pasan por la piedra
de la mentira cada vez que quieren o que nos descuidamos.
Hay también una gran parecido
entre los dos mundos, porque con tus propios ojos ves una cosa, y al día siguiente, o en galas
posteriores, te lo explican de tal manera que entre las apariencias y las
verdades contadas, cualquier similitud es pura coincidencia.
Personalmente, y si tuviera
que elegir este vecino del mundo entre los dos Grandes Hermanos, me quedo con
el verdadero concurso, por aquello de que hay épocas en que el concurso está
cerrado y, sin embargo en la política siempre están jugando con nosotros.
Y ya para terminar, mientras
los Grandes Hermanos todos tienen su representante, que les lleva las cuentas y
contratos, y que en muchos de los concursantes es la misma persona, un Toño Sanchís que
está viviendo sus horas más bajas, quizás en la política no haya que buscarlo
en sus tesoreros, sino en los mismos bancos que al final son los grandes
ganadores de todo esto. Un trabajo por cierto con red, ya que si pierden, como
quedó demostrado, también pagamos nosotros.
*FOTO: DE LA RED
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