No se me ocurre una final, semifinal, más acorde con estos tiempos, a lo Cospedal, en diferido, dejando colgados a los concursantes, Sofía y Aritz, o Aritz y
Sofía, que tanto da. Puestos a ser originales, como Doña Mercedes Milá se apresuró
a recalcar una y otra vez, propongo, y además gratis, una idea: Pueden
posponer la final exactamente a dentro de un año, y ganan el Guinness de los
records de mosqueo.
Una edición caracterizada por cambiar las normas al libre
albedrío de los “amos” del programa, desde el punto de vista de este vecino del
mundo, va a acabar con más pena que gloria, y especialmente por los derroteros
que ha ido cogiendo un programa, en el que, diríamos que por primera vez, han
ido tomando, casi más protagonismo, los concursantes ya expulsados, por lo que no sería de
extrañar, en próximas ediciones, otra casa
fuera de la casa oficial para albergar a los expulsados y no se tengan que
mover como almas en pena de programa en programa de la casa. Se conecta con esa
nueva casa y como hubiera dicho un recordado Miguel Gila se dice, por el
telefonillo de entrada el nombre del ex concursante al que se quiere preguntar,
y se añade el “que se ponga”.
Sinceramente, este vecino del mundo tiene pereza en
relatar lo ocurrido ayer, nada nuevo, salvo la esperada expulsión de Niedziela,
y que al final nos sorprendió con esa mezcla que solo tiene ella de inocencia,
friquismo y egoísmo, en el que antepone sus sueños a la realidad de los otros,
protagonistas reales de los mismos; que Fernando Alonso tiene novia…, pues... que
se chinche.
Bien pensado, lo de la catalana-británico-polaca daría
para un spin-off, o serie derivada, de una comedia alocada en la que podría también tener personaje
fijo una Antoñita la Fantástica en el papel de Anita Obregón, o al revés, ya no
sé. Para el que quiera volver a ver esas imágenes de ayer, hablando de su voz y
de sus amores, por favor, que se abstengan esos, como este mismo vecino del
mundo, que sean proclives a pasar vergüenza ajena.
El
problema de lo ocurrido ayer con la imagen de Niedziela es que dentro de la
casa parecía ser de las más equilibradas, y en cinco minutos se desmontó y se
fundió ella sola. Por cierto, y brindo otra idea, y gratis también, la historia de la familia de Niedziela bien pudiera merecer un guión cinematográfico.
Como ya he dejado claro en posts anteriores, este vecino
no tiene ninguna duda de que Aritz debe de ser el ganador de esta edición, otra
cosa es que al más puro estilo Esteban-Princesa del pueblo y especialmente de
la Cadena Alegre, a última hora se dé la vuelta al marcador, y se vuelvan a comentar
esas presuntas palabras del Sumo Hacedor Vasile: “Gran Hermano es un producto
demasiado caro para dejarlo en manos de los espectadores”.
Visto lo visto, la gala de ayer dejó algo muy claro, que
Aritz podría ser un tertuliano perfecto, porque sabe desmenuzar con exactitud
los comportamientos ocurridos en la casa, y eso que, precisamente al estar
dentro, es mucho más difícil tener una visión global. Y al Señor Aritz no se le
ha escapado ninguna. Además, a pesar de su timidez, el de Santurtzi en el rifi-rafe
siempre se viene arriba, como cuando le dice a Sofía: eres muy joven, pero aun
así eres
más madura que tu madre.
Hoy es la final, pero en realidad es la continuación de
una gala, la de ayer, que no debió de ser interrumpida. O quizás sí, el tiempo
suficiente para decirle a Mercedes Milá que ayer ya se consagró cum laude su
inquina “máxima” (palabra de la temporada) hacia un Aritz, que si sobrevive al
programa, es posible que sea declarado por el Vaticano: “mártir”, siendo el
primer caso de “mártir en vivo”.
Por cierto, es de destacar que al contrario que pasa con la figura del vasco, la permisividad de la Milá con el histrionismo de Marta puede lindar con lo enfermizo. Además, la canaria no se dá cuenta de que cada vez que abre la boca, son puntos para el de Santurtzi.
Por cierto, es de destacar que al contrario que pasa con la figura del vasco, la permisividad de la Milá con el histrionismo de Marta puede lindar con lo enfermizo. Además, la canaria no se dá cuenta de que cada vez que abre la boca, son puntos para el de Santurtzi.
Lo único remarcable de Sofía, que una y otra vez se
reitera que está aprendiendo de sus errores de juventud, sobre
todo (y eso lo dice el vecino) si eso le da el maletín; pareciera que Aritz, a sus 25 años, ya fuera
viejo.
Le he tenido que prometer a mi médico, que si hoy veo la
final, estaré dopado con tranquilizantes y alejado de cualquier tipo de
cubertería. No sé qué me da…
*FOTO: DE LA RED
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