Siempre se nos ha dicho a los católicos practicantes, o que
practican con nosotros y es que ya no se sabe quien va o viene, que en caso de
que nuestros papeles del más allá, cuando la palmemos, no estén totalmente en regla, nos mandarán al purgatorio, para naturalmente “purgar” las posibles penas allí,
más o menos como cuando te meten en la cárcel hasta que se juzgue tu caso.
Pues el purgatorio de ahora, y no el de esos cuadros
antiguos que nos lo presentan como un infierno low-cost, sería una especie de
acompañamiento a los políticos de turno intentando ponerles de acuerdo para
conseguir los votos necesarios que den la batuta de la política nacional.
En la semana que muere Rutger Hauer, el famoso replicante
de "Blade Runner", a los 75 años, quizás nos quedamos todos también un poco
huérfanos por pertenecer la mayoría a una especie de clan de todo lo que sea “algo”
de culto, y “Blade runner” lo es. Entre otras cosas, por su claro tinte
nostálgico, por su look añejo en un futuro decadente al nacer, al menos para
nosotros, el público al que se dedica todo, y en realidad verdadero origen y destino.
Nuestros políticos de turno deberían de cederlo, su turno claro, e irse a casa y vivir el día a día para darse cuenta de lo que vale un
peine, y ocupar un puesto de trabajo de esos que los suyos han generado, y que
no te llega ni para vivir la mitad de lo que es necesario para sobrevivir.
La naturaleza es sabia, al coincidir otra semana del
desencanto de izquierdas, y su impotencia para unir sus esfuerzos bajo una misma presidencia, con la muerte del representante del replicante por
antonomasia, y como dice él en su célebre monologo, no hay nada más triste que se
confundan nuestras lágrimas con la lluvia. Aunque en realidad, sí hay algo más
triste que las lágrimas, ser el origen de ellas, y de eso nuestros políticos
serán responsables en esa cárcel a perpetuidad que es la historia.
*FOTO: DE LA RED