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lunes, 23 de noviembre de 2020

CUESTIÓN DE COMPLEMENTOS...

 

Como si de Pedro Sánchez y de su gobierno se tratara, este vecino del mundo aprovechando el fin de semana, que le pillaba en casa, como el resto de la semana, e incluso del mes, ,se ha reunido consigo mismo y ha decidido que hasta que no se vacune del Covid sea cuando sea, no va a asistir ni a ágapes, ni vacaciones fuera de casa.

Me imagino que esta decisión será como lo de dejar de fumar, porque este vecino del mundo nunca ha fumado, y si sirve para algo, por lo menos será para sentir lo largo que se hace cuando hay renuncias por medio.

Pues sí, este blogger se va a encerrar en su casita no solo hasta vacunarse si no a la espera de cómo evoluciona todo. 

Está un poco harto de que cada vez que se suba una loma y se mire desde la cima, luego nos pongamos a imaginar que estamos en la Sodoma y Gomorra de las terrazas y vermucitos varios. Y así hasta la siguiente ola, y además con el reproche de que todo ésto ha ocurrido por culpa del ciudadano, ya que cada propietario de negocio jura que la culpa no la tienen ellos. Que a la Covid no le gustan los complementos, peluquería o el negocio que sea.

Por cierto, y antes de terminar, decir que las manifestaciones de ayer en honor o por culpa de La Celaá salieron la mar de bonitas, incluso pintureras, con esos globitos y todo tipo de posters bien pegados en los vehículos, y en la mayoría de los casos guardando hasta simetrías. 

A este vecino del mundo ni le atañe en cuestión de hijos, ni de nietos, pero solo se debería de recordar que se está amenazando con que en autonomías que no las llevan partidos en sintonía con el gobierno central no se van a llevar a cabo las reformas.

Solo recordar, también hablando de complementos, que dependiendo de qué tipo de gorra te pongas, sea txapela, barretina, parpusa, o alguna otra, dependiendo de qué actitud tomes sobre resoluciones que no te gusten, te pueden acusar hasta de sedición.

Más de uno también debería de decidir quedarse reunido consigo mismo, y en el rincón de pensar, hasta después de las vacunas, e incluso hasta que pase el último cura de la procesión... 

*FOTO: DE LA RED

lunes, 2 de septiembre de 2013

DOCTRINA VITAL

En algún sitio he oído alguna vez que el cuerpo humano tarda veintiún días en que algo que empiezas a hacer reiteradamente, el organismo lo tome como costumbre. Eso ha debido de pasar con el mío, con mi cuerpo, que ayer, tras llegar de un largo viaje en autobús, y después de haber descansado bien en casa, mi cuerpo me pedía moverme por Donosti. Mientras mentalmente me decía aquello de “hogar, dulce hogar”, pasee mi palmito por las pasarelas de la Concha y Ondarreta con una apariencia de guiri despistado y de horario cambiado, y ahora mi cuerpo me da síntomas de catarro.
Algo así, a lo de enfriarse, nos debió de pasar a todos los españoles cuando nos liamos la manta a la cabeza pensando que eramos nuevos millonarios, por la costumbre de estar viviendo bien, en lo que cabe, y nos metimos en hipotecas varias, pensando que el buen tiempo de nuestros bolsillos iba a durar para siempre, y que en el idioma de David, el Cámeron de su isla, sería forever and ever, y ha durado menos que un marido a Paulina Rubio.
Y por si todo eso fuera poco, ayer sobre las diez y pico de la noche, estaba viendo la televisión con txapela, o ETB, un programa sobre edificios importantes, y allí que aparece mi coco, u hombre del saco particular, Martín Berasategui, con su buen humor de siempre, recalcando su preparación, ganas de hacerlo todo bien, y lo que se acuerda de Donosti allí donde la vida le lleve.
Estoy convencido, además, de que al Señor Berasategui, con el tiempo le harán santo, porque ya tiene el poder de estar en TODOS los sitios a la vez. De hecho, hoy estaba pensando en ir al cine, por aquello del día del espectador, y me lo estoy replanteando, por miedo a que aparezca también en la película, y se tenga que parar la trama, para recordarnos lo trabajador que es, y que antepone nuestra felicidad estomacal a su vida diaria, y que ésta es mucho mejor, si se vive en Donosti, aunque luego él tenga negocios por todo el orbe. Siempre que le veo, dicho sea de paso, porque no me queda más remedio, me pregunto cómo lo hace para estar en todas partes, y además atender a sus comensales debidamente. Pero es solo una pregunta retórica, porque tengo miedo a que me aparezca delante de mi ordenador, y me dé la chapa con esas intensas maneras suyas de decirte en cinco segundos, frases que normalmente durarían un minuto cada una.
Gracias a Dios, o al que sea, sé que en el más allá, si es que lo hay, no volveré a ver al Señor Berasategui, porque él seguro que va al cielo, más que nada para supervisar las cocinas, que tienen que ser inmensas, por aquello de seguir haciendo manjares celestiales, y mientras, este vecino del mundo, por no ser creyente de la doctrina vital del citado filósofo/cocinero, se verá abocado al infierno de los impíos, y a seguir pagando, para más inri religiosamente, la hipoteca, porque me he enterado, que de eso no te escapas ni en el más allá.

*FOTO: DE LA RED