He estado un rato en la
playa. El tiempo necesario para darme un buen baño. Al entrar, el agua estaba
muy fría, bastante más que ayer, aunque ayer era un poco más temprano. Estaba
hablando de eso, en la orilla, con un chico joven, unos diecisiete años, que ponía
la misma cara de pasar frío que este vecino del mundo, cuando la que he creído
pudiera ser su hermana, de unos catorce años, le ha dicho pensando que yo no le
escuchaba: -Vaya acento tiene ese señor. - Me he dado la vuelta, y con una
seriedad de solemnidad en el rostro, para desconcertarla, le he contestado,
mientras proseguía adentrándome en el siempre proceloso mar: -No,
el acento lo tienes tú.-
Ella, desconcertada,
miraba a su hermano como no dando crédito a lo que había escuchado. Él, que ya
se había dado cuenta de mi tono irónico, se reía mientras callaba y se
acrecentaba el desconcierto de la joven.
Con el tiempo, eso espero,
comprenderá que ha recibido la primera clase de la relatividad de todo, a cuya
ignorancia, este vecino achaca los grandes males de este, iba a decir “país”,
pero en realidad ocurre en la mayor parte del mundo.
Quién no ha dicho frases
como: -Como en casa en ningún sitio. –En esa autonomía (por no
decir nombres) no saben vivir. –Como la comida de mi madre no hay.
Tendemos,
cosa que naturalmente nunca reconoceremos, a mirar a los demás que son diferentes
de nosotros, por encima del hombro. Y cualquier día a consecuencia de alzar
tanto la cabeza, corremos el riesgo de desnucarnos por tanta insensatez.
Y si a todo lo anterior, le
ponemos un toque mitad político y, rizando el rizo, mitaz de lavavajillas,
tendremos que la mayoría de los políticos dicen que su partido limpia más blanco,
que los demás nos tienen engañados mostrándonos grises y haciéndolos pasar por
blancos.
Tras leer todo ésto, por lo
menos nadie puede dudar de lo bien que sienta un buen baño por la mañana, para darle vueltas al magín.
Deberíamos de reflexionar, eso lo
primero de todo siempre es un buen
ejercicio, y plantearnos la siguiente
pregunta: ¿Por qué vamos a tener la suerte de nacer en el mejor sitio del mundo
y tener la verdad y la certeza de todo? Y a partir de ahí darnos cuenta,
de que en el fondo, siempre hemos pensado algo así como: “Pobrecitos todos los demás, por
estar confundidos y además no darse cuenta de ello”.
Algunas veces, la mayoría de
ellas, con la vida como con el mar nos ocurre que solo vemos aquello que
tenemos delante, y que esa playa, la
tuya, la de siempre, es la mejor de todas.
*FOTO: F.E. PEREZ RUIZ-POVEDA
tuya, la de siempre, es la mejor de todas.
*FOTO: F.E. PEREZ RUIZ-POVEDA