A nadie se le escapa que hoy
es lo que se ha dado en llamar jornada de reflexión, por las elecciones de mañana, y que a este vecino del
mundo siempre le ha parecido curioso, porque siempre ha considerado que los que
deberían de reflexionar son los políticos sobre su pasado y su futuro. Cómo se
han comportado y cómo se van a comportar,
y ellos, al menos hasta ahora, siempre lo han tenido muy claro,
demasiado, y esos polvos, con perdón, han traído estos lodos, y estamos con
ellos hasta el cuello.
Pero como hay que
reflexionar, yo lo voy a hacer, pero no desde el lado de la política, sino
quizás de lo políticamente correcto.
Tengo un amigo, de los
íntimos, de esos que los vascos llamamos de la “cuadrilla”. Nos vemos menos de
lo que deseáramos, pero siempre que lo hacemos, le hago la misma pregunta, que
me consta, además, le hace todo el mundo que no le ha visto desde hace un
tiempo: ¿Qué tal tu hija?
Mi amigo tiene una hija de
veintisiete años a la que no ve desde hace unos siete.
Se separó cuando su hija era
muy pequeña, siete años. No hubo terceras personas pero, como se suele decir, “lo
que no puede ser, no puede ser, y además es imposible”. Y me consta que
él siempre ha cumplido con todo lo que se le vino encima, ya que tuvo que dejar
el hogar, que hay que decir que era de sus padres, y se comprometió además,
y no tenía por qué, a que hasta que su hija cumpliera los dieciocho, no haría nada
al respecto para que sus padres volvieran a reclamar la casa.
Él, mi amigo, y me consta,
siempre ha cumplido religiosamente con todas sus cargas, crematísticas, ya que
las del corazón y de la sangre se pueden llamar deberes, pero nunca cargas. Ni
que decir tiene que la relación con su ex nunca ha sido buena, porque ella
siempre le ha puesto todo tipo de trabas y tramas, digamos, que “para que no se
olvide de ella”. Él, y estoy seguro de
ello, siempre ha puesto más de su parte para la buena convivencia, y nunca ha
faltado a ninguna cita con su hija, y le ha tenido con él lo máximo que podía.
Pero llegaron los 18 años,
los de su hija, porque todo llega, y tras un arduo juicio, ellas tuvieron que
dejar la casa. Mi amigo siempre le dijo a su hija, que ella, ni en el juicio ni en la vida, no se
tenía por qué decantar por nadie, pero ella eligió hacerlo por su madre, y desde
ese momento apenas le ha visto.
Lo curioso del caso es que
su hija siempre se anda por las ramas, nunca le ha echado nada en cara, pero no tiene tiempo para verle, y el
teléfono, dicho por ella misma, nunca lo oye, casualidades. Siempre está muy
ocupada, estudiando, trabajando, pero no
tiene tiempo, ese maldito tiempo que, sin embargo, al parecer, tienen que tener los demás.
Mi amigo cada vez que la
gente, su gente, le pregunta por su hija, nunca ha ocultado que ella no le
quiere ver, porque además es que es así, y lo demás sonaría a excusas.
La reflexión que os he
prometido viene ahora. Mi amigo siempre ha tenido claro que dos no se ven si
uno no quiere. De vez en cuando, le hace alguna llamada, que ella sigue sin
coger. Le manda algún email, que al igual
que las llamadas, sigue sin tener tiempo para contestar. Y aunque sabe
dónde trabaja ella, se niega a aparecer por allí, porque él dice, y en mi
opinión está en lo correcto, que “si ella no le quiere ver, cosa que es obvia,
no hay que forzar nada”.
Y, últimamente, mi amigo,
está muy extrañado con los comportamientos, porque no son muy claros al
contestarle, de amigos y conocidos, ya que al hablar sobre el tema, él alguna vez
ha insinuado, ya que ahora tiene pareja, que tal como están las actuales leyes
de herencias, es muy probable que sólo le deje, y eso que no tiene grandes cifras,
ni posesiones alucinantes, lo estrictamente legal.
Mi amigo está totalmente
convencido de que la gente no le comprende.
¿Él tiene que ser “políticamente
correcto” y dejar toda su herencia a su hija porque, precisamente, es su hija?¿Siempre tiene que dar todo ( y aquí ya no hablamos sólo de dinero), viendo que
la otra parte solo es una pared?
Como al exponerme todo esto,
que por otra parte ya sabía, estaba seguro que en realidad pedía mi opinión, y
tras unos segundos, no me ha hecho falta más tiempo, le he contestado:
Mira, hace muchos años, yo
trabajaba en la recepción de un hotel, y nos vino un cantante muy famoso que
actuaba con sus hermanos. Le preguntamos si él se iba a hacer cargo de todas
las cuentas, y con una sonrisa, nos dijo algo que yo estoy convencido de que se
puede aplicar aquí. “Somos hermanos, no primos”. No hizo falta preguntarle más.
*FOTO: DE LA RED