Ésto
de ser famoso ahora en España se ha convertido en una carrera, y
algunos podrían escribir hasta diversas tesis sobre el asunto.
Muchos
te dirán que en el fondo no les admiran porque tarde o temprano,
sobre todo los que van apareciendo en la cadena alegre, al final
reciben en todo el hocico de su propia medicina.
Lo
que ocurre es que, puestos a pensar, a nadie se le puede prometer que
viviendo a la sombra del anonimato, no recibas reveses también, y
encima no les puedas sacar algún beneficio.
Nadie
te puede prometer que un buen día, y vaya usted a saber por qué, la
vecina de arriba decida mover su lengua viperina, y vayas comprobando
que tus vecinos te empiecen a mirar raro, e incluso te dejen de
comentar el tiempo que hace mientras coincidís en el ascensor, y
nunca te enteres de que esa misma vecina te ha descrito como un
sátiro, porque en realidad lo que ella quería era que le tiraras
los trastos, y tú ni llegaste a darte cuenta.
Siendo
famoso de esos de segunda división, no da tiempo a que hablen de ti
porque prácticamente eres tú quien dispara primero. A no ser que
acabes de salir de un reality, en el que has estado encerrado con
unos cuantos compañeros de viaje, tu micrófono y petaca para la
batería correspondiente y unas ochocientas cámaras; no sé, algo
discreto.
Hay
que recordar, o informar para aquellos que no conozcan ese tipo de
programas, que para cuando un concursante es expulsado, normalmente
para entonces ya han salido en ese programa, mucha gente que dice que
te conoce y que tiene cuentas pendientes contigo, luego lo que van a
decir no son precisamente flores sobre ti.
Tiene
que ser extraño al salir, que si antes hacías compras en el
supermercado, y tras los primeros días de aterrizaje, vuelvas a
hacerlo, la gente te empiece a mirar, primero con incredulidad, y
tras una mirada de comprobación te traten como a uno más de la
familia, partiendo del caso de que antes no te hacían ni puñetero
caso, y que ahora crean saber sobre ti más que tu mismo.
El
peligro de hacerse, por denominarlo de alguna manera, un perfil-robot
de una persona es que tendemos a creernos más lo malo que lo bueno.
Es más fácil creer al que dice que te conoce bien, y que eres el
último encerrar todos los centros de perversión de la zona, que al
que dice de ti que formas parte de todo tipo de ONGS, donante de
sangre y de todos tus órganos.
Y
es que ha llegado un momento en que nos parece hasta normal que haya
políticos con importantes cargos que siguen en activo, aunque estén
imputados en causas importantes como está ocurriendo en Andalucía
con ese asunto turbio de los ERES, del que nadie sabe nada y todos han
cobrado.
Es
curioso el pensar que sobre esos personajes, no habrá ningún vecino
que se atreva a hablar mal de ellos, aunque les conozca de sobra.
Eso, sin llegar a pensar que en las próximas elecciones, les vuelvan
a votar. Para que luego digan que “reality” viene de “realidad”.
*DIBUJO: DE LA RED