¡Cómo
cambian las directrices!
Cuando eramos pequeños, finales de los
cincuenta/principios de los sesenta, estábamos cansados de oír en
casa, y en el colegio (Clérigos de San Viatór), que
lo importante era participar.
Recuerdo que este vecino del mundo, al principio, cuando perdía, se
mosqueaba bastante, pero poco a poco digamos que se fue apaciguando,
ya que como solo gana uno (verdad de perogruyo), los demás, mecidos
por la misma doctrina, nos reconfortábamos los unos a los otros.
No
hace falta recordar, con esta filosofía, cómo nos iba en todo tipo de
competiciones. Como solían decir los “finos”, y ahora está en
desuso, no
nos comíamos un colín. Ahora,
en cambio, cada competición es un campo de batalla donde no se hacen
rehenes. No hace falta mencionar tampoco, el comportamiento de muchos
padres, durante los juegos escolares, con comportamientos
verdaderamente bochornosos, y con los mismos chavales, que si durante
un partido de fútbol, meten un gol, copian a los futbolistas
profesionales en sus gestos de celebración.
El
mismo caso ocurre con los idiomas. Quizás, guiados por los usos y
costumbres, en los que ir
muy lejos, era moverse a dos o tres provincias de distancia,
de estudiar un idioma, el elegido tenía que ser el francés,
paradigma de las buenas maneras, y también de la hipocresía con una
sonrisa congelada. Y ya, forzando el sistema, y a punto de volvernos
locos, se podía elegir incluso otro idioma: el inglés.
La
diferencia entre el antes, y el ahora, es que antes se estudiaba por
curiosidad, por cultura general, y “por
si acaso”,
por si sonaba la flauta del destino por casualidad.
Ahora,
sin embargo, los estudiantes que ya se habían “aclimatado” en
esos dos idiomas, tienen que elegir forzádamente estudiar alemán
como pasaporte al éxodo.
Curiosamente, el país cuya filosofía
económica para con los demás, tanto daño nos está haciendo al
españolito medio, es mayormente elegido para sobrevivir. Pero,
siempre se ha dicho que la naturaleza es sabía, y quizás esas
mismas personas que ahora van regañadientes al país de Doña
Ángela, La Amargada, con el tiempo hagan colapsar ese sistema desde
dentro, en una especie de morir de éxito.
De
todas maneras, hay que aclarar, que aprender un idioma nunca
asegurará un trato igualitario en el país que te acoja, y tan solo llegues a ser
un mal soportable.
*FOTO: DE LA RED