Acaba de ganar Carolina
Marín el partido que le da la medalla de oro en las Olimpiadas de Río,y
en este momento está llorando como una Magdalena escuchando el himno español.
Y siento envidia, envidia
por estar donde está, y especialmente por sentir lo que siente; e
inmediatamente he recordado a esas miles de personas, en cualquier final de un
campeonato de fútbol pitando al mismo himno. Y he recordado también, no me
queda otro remedio, porque se lo ganan con creces cada día y en cada situación,
a todos los políticos en general, sin logotipo de partido detrás. Hacen poco
por ayudar a que sintamos unión entre todos.
Y son unos cuantos
deportistas y figuras destacadas de nuestro país (entre las que se encuentra
desde hace un tiempo Carolina Marín), los que hacen una labor de cirugía cardiovascular ,
para que sintamos lo nuestro por bandera, sin ningún partido político ni líderes
de opinión que la hagan suya, sino simplemente "el partido" ganado
por ellos, mientras se les adivina España en sus pupilas, y el chorro de
sensaciones que pueden generar, como hoy, en todos.
Porque España no es, no debe ser, esa que
algún partido se apodera de su nombre un día sí y el otro también, para que
coincidan siempre las necesidades de la patria (concepto abstracto, y difícil de definir) con lo que el partido en
cuestión quiere. Sino ese sentimiento de echarla de menos, por ejemplo, cuando no estás en ella.
Porque emigrantes ha habido
siempre, y algunos nos fuimos disfrazados de estudiantes de inglés, y estuvimos
en Londres tres años, ya a finales de los setenta. Con el agravante de que
nadie apreciaba lo que hacías, porque se suponía que había trabajo en España. Y
alguna vez, pasabas por debajo de una casa, de esos barrios obreros
londinenses, y oías una canción española desde cualquier ventana entreabierta y
se te ponía la carne de gallina y los ojos cristalinos.
Hoy Carolina Marín ha hecho
por el rencuentro sentimental entre los españoles
mucho más que cualquier premiado por la paz o por representar los valores de lo
nuestro, dentro o fuera del país.
Un país se hace con el
pundonor, la lucha, la garra, el desparpajo, y los gritos, muchos gritos, de
una Carolina Marín, por la que más de uno perderá hoy el culo, y la vergüenza,
por mostrar y demostrar que nada más terminado el partido de nuestras vidas,
fue el primero en felicitarla. Incluso esa federación, la suya, que mostró,
presuntamente, más interés por apoderarse de los beneficios publicitarios que
generaba, que por darle toda la cobertura técnica y moral que era de ley.
Y antes de terminar,
recuerdo también a un Manolo Santana, o a un Severiano
Ballesteros (“Sevi” para los ingleses, que lo
consideraban como un el hijo más), que se tuvieron que buscar la vida y el
triunfo; y luego eran “España” cuando no existía la “Marca
España”.
Hay unos cuantos, incluida
Carolina Marín por lo que tengo entendido, que se han tenido que construir el
carro para que luego la mayoría nos montemos en él. El mismo carro que
antiguamente robaban en una canción española, y que más de uno ha cantado a voz
en grito cuando se encontraba fuera de España, siempre fuera.
*FOTO: DE LA RED