Ayer por la noche salí, como se decía antiguamente, a
darme un “garbeo” por el paseo marítimo. Debo de ser una de esas personas, me
imagino que pocas, que disfrutan más dorándose de locura con la luna, aunque
sean días en que sea cara de ver, que por el cruel y peligroso “Lorenzo”. Este vecino está convencido de que pasearse bajo
la “luna lunera” siempre te da un punto de locura, que te ayuda, más que a
vivir, a sobrevivir.
En un momento dado del recorrido, en un paseo flanqueado
por dos hileras de palmeras, como cada
noche de verano, los manteros habían montado su particular “Corte Africano”.
Este año una de las estrellas en ventas de las imitaciones parecen ser las
zapatillas deportivas. Como no tenía ni idea de los precios, nunca he
preguntado ese producto, ayer me enteré de que las están vendiendo por 20 euros.
Sinceramente, teniendo en cuenta que son falsificaciones, el
precio me pareció caro. Y que conste que no lo achaco al afán recaudador del
emigrante de turno, sino al que les provee, y que supongo que en cierta
manera dictará los precios.
Teniendo en cuenta que en la zona en
que me encuentro estos días, si algo sobra es calzado, pues es una de las
industrias de toda la vida, por ese precio puedes comprar calzado de marcas
desconocidas de calidad muy parecida.
¿Con respecto a que estén prohibidos y perseguidos?
Aunque las autoridades lo pregonen a los cuatro vientos, no lo hacen por los
que vivieron por encima de sus posibilidades, es decir, por nosotros, y que en
realidad ahora, visto lo visto, y lo sufrido por encontrar un trabajo digno,
somos primos hermanos de los manteros. Lo hacen porque protestan las tiendas, que pagan todos sus impuestos, o eso al menos se supone, y me parece bien que lo hagan. Pero no
disimulemos, no digamos que es porque no nos den gato por liebre, ya que el que
les compra a los manteros, ya sabe lo que compra.
Hace mucho tiempo que nuestra vida está diseñada y
dirigida por los propietarios de los negocios. Sino fijémonos, sin ir más
lejos, y teniendo en cuenta que estos días es el paraíso de las celebraciones,
que la mayoría de las fiestas están auspiciadas por muchos restauradores y
empresarios locales, con “ayuda de nuestro dinero del ayuntamiento”.
Sin embargo, se pueden dar casos, y a este vecino del
mundo le ocurrió, hace ya más de diez años, comprar en una tienda que se suponía tenía el sello en la
puerta, de la marca del “cocodrilo”, y con el tiempo, por la mala calidad del
producto, nos dimos cuenta de que era una falsificación. Y el lugar de compra había sido una tienda sita (me encanta esa palabra) en un centro
comercial donostiarra, que está en el muy centro. Que conste que esa tienda hace
tiempo que desapareció. En cierta manera, el tiempo pone a cada uno en su
sitio.
Y este caso, el de una tienda en apariencia normal que te
venda falsificaciones, no debe de ser inusual, cuando este vecino conoce a un propietario
de una tienda, con él que tiene cierta amistad, que en un momento dado me comentó que él no compra a ciertas
marcas por no tener muy clara su procedencia, y son marcas muy conocidas. ¡Ojo! En ningún momento le echaba la culpa a la marca en cuestión. Digamos que hay muchos, o puede haber, recovecos entre la marca e incluso la tienda.
Cuanto más lejos se fábrica un producto, para que salga más barato, más fácil
es “copiarlo”, supuestamente. Siempre se ha comentado, que los planos para hacer “originales”
en un momento dado se distraen...Por supuesto, que siempre en contra de los deseos de los propietarios de la marca.
El que ha estado de vacaciones en Túnez, por ejemplo, conoce
grandes tiendas en las que sólo se venden, ellos dicen, “imitaciones”, claro
está que mucho más barato que en las “grandes superficies nocturnas” como la de
ayer.
Este tema siempre es muy difícil de abordar, y además nos debemos de alejar de lo políticamente correcto; y como en todo, cada
uno mira lo suyo. Y los malos, si los hay, siempre son los demás. Mientras, el
cliente, que lo es las veinticuatro horas del día, debe vigilar su bolsillo,
para que no le roben ni los unos ni los otros.
*FOTO: DE LA RED