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sábado, 14 de noviembre de 2015

UNO DE ESOS FRÍOS DÍAS DEL ALMA



Hoy es uno de esos fríos días del alma en los que tienes la sensación de que incluso tú has hecho algo mal, quizás por omisión, y no has visto, o no has querido ver que el mal acechaba detrás de cualquier lugar, y que alguien ha apagado la luz en la Ciudad de la Luz, castigado el amor en la Ciudad del Amor.

Los días de oropel nos han hecho olvidar que el hombre es el peor enemigo del hombre, que vivimos porque el vecino deja que vivamos. Que aunque no queramos ser alarmistas, y tan solo por un momento quizás, hemos tenido la sensación de haber oído el eco lejano de las trompetas del Apocalipsis.

Hoy es uno de esos fríos días en los que comprendes tu pequeñez, la falsa importancia que crees que tienes, y que si faltas, el mundo continúa. Hoy en algún lugar del mundo, tal vez en la ciudad de la luz, en la ciudad del amor,  habrá 129 velas en lugar de 129 vidas, de 129 familias infelices, de 129 preguntas de por qué. Hoy es uno de esos días en los que recuerdas que eres de barro, y al barro irremediablemente irás.

Siempre has pensado eso de que la lotería de los millones no te va a tocar pero sí la de la desgracia. Y hoy sabes con certeza que ese “gordo” ha tocado, y a otros, y no puedes sentirte bien, ni quieres; por eso, porque ha tocado, porque alguien ha querido que toque. Y ni lo comprendes ni lo comprenderás nunca.

Nunca has creído que el fin justifique los medios, pero hoy eres consciente de que otros sí lo creen, y lo que es peor, lo practican. Habrá quien dé razones para justificar hechos injustificables, pero desde tu ADN sabes lo que está bien y lo que está mal, y por eso estás triste y frío de muerte.

Tienes ganas de convencer a los que están equivocados, pero también sabes, por otra parte, que quién eres tú para eso, y que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver; eso suponiendo, que es mucho suponer, que nosotros vemos bien.

Hoy, y es lo más triste, es uno de esos fríos días del alma, por todas las víctimas de París, y por todos nosotros.

*FOTO: DE LA RED

jueves, 19 de marzo de 2015

LOS QUE PAGAN LOS PLATOS ROTOS...



Hace un día espléndido, y además día del padre. A este vecino del mundo no le va a quedar más remedio que rascarse el bolsillo y celebrarlo con la familia fuera de casa.

Por lo demás, hoy este vecino del mundo tiene una gran pena no solo por los fallecidos ayer en Túnez (veinte según las últimas noticias), que por supuesto siempre es una gran pérdida, e injusticia, el morir a manos de los deseos de otros, sino por esa tierra, Túnez, a la que he tenido la suerte de visitar, con mi mujer, por dos años seguidos,  y de la que nos quedamos enamorados. Una gente luchadora, muy sincera, extremadamente cercana, y con el alma de un niño, con ganas de conocer y de darse a conocer. Su gran reclamo es el turismo, y con lo sucedido van a sufrir grandes pérdidas en su economía.

Los tunecinos que conocimos, especialmente en Hammamet, que fue nuestro enclave las dos veces que fuimos, son gentes nada maleadas por el turismo, y que a poco que te acerques te hablan sinceramente de sus deseos y problemas. Y la gran mayoría lleva en sus pupilas la inocencia de un futuro por conocer, y crecer económicamente para su familia.

Hay un detalle que nos ocurrió, a La Nuri, mi sufrida, y a mí, durante nuestra primera estancia y que a la postre creo que define muy bien el carácter de ese pueblo. Siempre nos alojamos, las dos veces, en el Hotel Chich Khan, un cuatro estrellas totalmente recomendable. Era la hora de la comida, y aunque se oía un murmullo por parte de los comensales, el ir y venir de los camareros era totalmente silencioso, rápido y seguro. Un joven camarero llevaba una especie de armario metálico con ruedas, y dentro, muchos platos. En un momento dado, y con gran estrépito se volcó el artilugio. Y en apenas diez segundos, con ayuda de todos sus compañeros, y sin pedirlo él, la escena había desaparecido, y ya sólo quedaba el joven afectado por el incidente, barriendo, y “borrando”, los últimos signos del desliz.

Minutos después se nos acercó un camarero al que ya habíamos conocido días atrás, y nos dijo que era el primer día de ese camarero, y que todos le ayudaban para que aprendiera, y que a cualquiera le podía haber pasado.
La Nuri me miró, y no hizo falta decirnos nada, porque nos entendimos, y sonreímos. ¿Qué hubiera pasado si la misma escena ocurre en España? ¿El comportamiento hubiera sido el mismo? Quizás desde la atalaya del vecino del mundo las cosas se distorsionan por  verlas desde otro ángulo, la experiencia, pero mucho me temo que hubiera habido cuchilladas chivatas y dedos acusadores,a los dos minutos, en la puerta del encargado de turno.

La mayoría de los españoles llevamos dentro un Luis Miguel Dominguín acostándose con Ava Gardner, no porque es hermosa, sino por famosa, y, lo que es más importante,  para poder contarlo a los amigos. Porque muchos seguirán siendo de la opinión de "¿Si no se puede contar, para qué vivirlo?"

Por eso, y ya para terminar, este vecino del mundo hoy está muy apenado por lo ocurrido ayer en Túnez, no solo por las personas afectadas por el acto terrorista, y sus familias, sino por ese pueblo que en el fondo es la victima real, y el que va a sufrir las consecuencias de ese turismo, que una vez más, se mostrará esquivo. Desde aquí todo nuestro cariño al pueblo tunecino. Lo ocurrido con el camarero y los platos ratos..., toda una metáfora.


*FOTO: DE LA RED





jueves, 25 de julio de 2013

HOY TENGO QUE HABLAR

Hoy, debería de hablar de la cantidad de cosas que me han ocurrido en apenas cuarenta y ocho horas, desde que este vecino del mundo ha cambiado de aires, los donostiarras por los torrevejenses.
Hoy, debería de hablar de cómo se va notando la diferencia, con notas de crisis, en una localidad acostumbrada a servir de decorado de muchos sueños de vacaciones, y en los que, cada vez más, restaurantes marineros, de comida campechana, y precios desorbitados, dan paso a restaurantes monocordes, de color wok, y precios recortados, como los ojos de sus propietarios, recortados orientalmente.
Hoy, debería de hablar de esos trabajadores o trabajadoras vacacionales que meten horas extras para poner sus sillas y sombrillas los primeros de la mañana, mientras sus señoras o señores disfrutan de un palmo más de cama, y de arrobas de tranquilidad marital.
Sin embargo, hoy tengo que hablar de lo ocurrido con más de dos centenares de personas que ayer por la noche tuvieron la mala suerte de estar en el sitio equivocado, en el momento equivocado, y que sus vidas han girado inevitablemente mientras su tren no lo hacía en una curva en las inmediaciones de Santiago de Compostela.
Hoy tengo que hablar del momento cuando la política desaparece para hablar de sentimientos, y de muestras de ayuda, solidaridad, y amor entre desconocidos pero entendidos por pertenecer a la misma especie, y donde una lágrima significa lo mismo en cualquier idioma.
Hoy tengo que hablar de esos momentos que trascienden al tiempo, y son algo más que una foto para los votantes, y unos datos para un archivo. Momentos en los que sobran las palabras, porque no pueden describir la crudeza de unas vidas rotas que han terminado para siempre, y de otras que inevitablemente nunca volverán a ser como antes de aquella curva, que fuera por lo que fuera, se tomó mucho más rápida que la despedida que no tuvieron los que por siempre han quedado anclados en ese momento.
Hoy tengo que hablar de todos esos cargos involucrados en este suceso, para que después de las fotos y las declaraciones, sigan recordando al cabo de un tiempo, que las víctimas no fueron nunca un número, sino un conjunto de sueños y esperanzas rotos sobre una fría vía de tren que en un tiempo fue lo último en tecnología, y que quizás ahora solo sea lo último de la tecnología.
¡Descansen en paz todas las víctimas del tren que nunca llegó a Santiago de Compostela, y nuestro pésame a todos sus familiares y amigos!