Hoy es uno de esos fríos días
del alma en los que tienes la sensación de que incluso tú has hecho algo mal, quizás
por omisión, y no has visto, o no has querido ver que el mal acechaba detrás de
cualquier lugar, y que alguien ha apagado la luz en la Ciudad de la Luz, castigado
el amor en la Ciudad del Amor.
Los días de oropel nos han
hecho olvidar que el hombre es el peor enemigo del hombre, que vivimos porque
el vecino deja que vivamos. Que aunque no queramos ser alarmistas, y tan solo por
un momento quizás, hemos tenido la sensación de haber oído el eco lejano de
las trompetas del Apocalipsis.
Hoy es uno de esos fríos
días en los que comprendes tu pequeñez, la falsa importancia que crees que
tienes, y que si faltas, el mundo continúa. Hoy en algún lugar del mundo, tal
vez en la ciudad de la luz, en la ciudad del amor, habrá 129 velas en lugar de 129 vidas, de 129 familias infelices, de 129 preguntas de por qué. Hoy es uno de esos días en los
que recuerdas que eres de barro, y al barro irremediablemente irás.
Siempre has pensado eso de
que la lotería de los millones no te va a tocar pero sí la de la desgracia. Y
hoy sabes con certeza que ese “gordo” ha tocado, y a otros, y no puedes
sentirte bien, ni quieres; por eso, porque ha tocado, porque alguien ha querido
que toque. Y ni lo comprendes ni lo comprenderás nunca.
Nunca has creído que el fin
justifique los medios, pero hoy eres consciente de que otros sí lo creen, y lo
que es peor, lo practican. Habrá quien dé razones para justificar hechos
injustificables, pero desde tu ADN sabes lo que está bien y lo que está mal, y
por eso estás triste y frío de muerte.
Tienes ganas de convencer a
los que están equivocados, pero también sabes, por otra parte, que quién eres tú para eso, y que no hay peor ciego que aquel que no quiere
ver; eso suponiendo, que es mucho suponer, que nosotros vemos bien.
Hoy, y es lo más triste, es uno de esos fríos días del alma, por todas las víctimas de París, y por todos nosotros.
*FOTO: DE LA RED