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jueves, 22 de julio de 2021

NUESTRAS FIERAS...

 Un amigo (de los pocos que me van quedando por cierto, y es que el paso del tiempo causa estragos) me ha preguntado si ya estaba montando mi pedacito de estadio olímpico casero, para poder vivir desde mañana, ante el televisor,  las horas y horas televisivas con que nos van a inundar, además la mayoría en horario totalmente intempestivo.

Le he contestado “eso en el caso de que todavía no se suspendan, porque como se decía antes al menos, la cosa está muy achuchá”.

Y es que eso del espíritu olímpico, me da la impresión, desde el punto organizativo al menos, hace años que se fundió con los derechos televisivos, y donde esté el dinero del negocio por el negocio, se antepone al  “citius, altius, fortius” («más rápido, más alto, más fuerte»).

La verdad es que estas Olimpiadas de Japón, al menos, pueden venir bien,  para oxigenarnos todos un poco con respecto al suceso pandémico que nos lleva secuestrada la atención e incluso la moral desde  hace casi año y medio.

Personalmente este vecino del mundo ya está tomando medidas para alejarse del bombardeo informativo con que nos están nutriendo casi segundo a segundo. Llevo dos días que en lugar de sintonizar, en mi caso, con “Onda Cero” por la mañana, y la Cadena Ser por la tarde, conecto con emisoras denominadas de Radio Fórmula por aquello, quizás, de que la música amansa las fieras.

Y es que no me queda la menor duda de que tanto la  pandemia como el momento político actual han sido terreno de abono pintiparado para que en la gran mayoría de casos nos hayan crecido fieras en nuestro interior que están sedientas de venganza.

No puedo, ni quiero, olvidar esas imágenes del metro madrileño en el que por pedir a uno que se pusiera la mascarilla, éste le agrede con tanta violencia que le origina la perdida de visión de un ojo.

Y es que los que siguen a este vecino del mundo, ya saben, que por causas personales está muy sensibilizado con esos temas de pérdida de visión. Aunque no hace falta ni mencionar, que nunca hay excusas para reaccionar con tanta virulencia y falta de escrúpulos.

*FOTO: DE LA RED

lunes, 2 de marzo de 2020

REIR POR NO LLORAR...



Una de las noticias del día es que Osakidetza, el Servicio Vasco de Salud, no permitirá a los pacientes de los hospitales vascos salir de sus habitaciones. Esperemos, irónicamente, que para hacerles análisis de cualquier tipo, o alguna operación, se hagan excepciones y no dejen aquello, las habitaciones, como un "after" tras haber pasado por allí Aníbal Lecter.

Si nos descuidamos las próximas aventuras de los personajes de la siguiente temporada de “Vis a Vis” se pueden rodar a modo de docudrama en el Hospital de Cruces por ejemplo. La famosa escalera de caracol del centro vizcaíno, a parte de muy cinematográfica, ya que no sería la primera vez en la que se rueda allí, podría dar mucho juego con las presas amarillas.

Como siga así la cosa también, para las Olimpiadas de este año en Tokio, que comienzan el 24 de Julio, a lo mejor tanto deportistas como espectadores tienen que ir con más de una muda para cambio, porque puede que sepan cuando entran a la Ceremonia de Apertura pero no cuando salen.

Hay cambios que no tienen marcha atrás. Lo primero, y de eso hace mucho tiempo, fue cobrar por el perejil. Y lo segundo, ahora, convertir una enfermedad en algo parecido a deporte de riesgo. A partir de ahora, un nuevo virus hoy, y otro diferente cada cierto tiempo, pueden hacer que nuestras vidas sean algo parecido a salir en horarios ya establecidos al patio de nuestra cárcel más cercana.

En cualquier momento, y a modo de película de vaqueros, van a pegar en las calles pasquines con la foto oficial del coronavirus de turno y el “Wanted” correspondiente.

Ya se ha encontrado un gran por qué para todas esas cámaras instaladas en cualquier sitio, y en especial para esas más modernas que hacen búsqueda facial. Y lo mejor, ya tenemos la excusa perfecta: No es por ellos, es por nosotros.

Lo decía el gran filósofo Eugenio, hace muchos años en aquella parábola con forma de chiste: “Señor, dame paciencia, pero…YA!!!

*FOTO: DE LA RED
*IDEA Y TRUCAJE: PATXIPE

sábado, 20 de agosto de 2016

CAROLINA MARIN Y SU CARRO



Acaba de ganar Carolina Marín el partido que le da la medalla de oro en las Olimpiadas de Río,y en este momento está llorando como una Magdalena escuchando el himno español.


Y siento envidia, envidia por estar donde está, y especialmente por sentir lo que siente; e inmediatamente he recordado a esas miles de personas, en cualquier final de un campeonato de fútbol pitando al mismo himno. Y he recordado también, no me queda otro remedio, porque se lo ganan con creces cada día y en cada situación, a todos los políticos en general, sin logotipo de partido detrás. Hacen poco por ayudar a que sintamos unión entre todos.


Y son unos cuantos deportistas y figuras destacadas de nuestro país (entre las que se encuentra desde hace un tiempo Carolina Marín), los que hacen una labor de cirugía cardiovascular , para que sintamos lo nuestro por bandera, sin ningún partido político ni líderes de opinión que la hagan suya, sino simplemente "el partido" ganado por ellos, mientras se les adivina España en sus pupilas, y el chorro de sensaciones que pueden generar, como hoy, en todos.


Porque España no es, no debe ser, esa que algún partido se apodera de su nombre un día sí y el otro también, para que coincidan siempre las necesidades de la patria (concepto abstracto, y difícil de definir) con lo que el partido en cuestión quiere. Sino ese sentimiento de echarla de menos, por ejemplo, cuando no estás en ella.


Porque emigrantes ha habido siempre, y algunos nos fuimos disfrazados de estudiantes de inglés, y estuvimos en Londres tres años, ya a finales de los setenta. Con el agravante de que nadie apreciaba lo que hacías, porque se suponía que había trabajo en España. Y alguna vez, pasabas por debajo de una casa, de esos barrios obreros londinenses, y oías una canción española desde cualquier ventana entreabierta y se te ponía la carne de gallina y los ojos cristalinos.


Hoy Carolina Marín ha hecho por el rencuentro sentimental entre los españoles mucho más que cualquier premiado por la paz o por representar los valores de lo nuestro, dentro o fuera del país.


Un país se hace con el pundonor, la lucha, la garra, el desparpajo, y los gritos, muchos gritos, de una Carolina Marín, por la que más de uno perderá hoy el culo, y la vergüenza, por mostrar y demostrar que nada más terminado el partido de nuestras vidas, fue el primero en felicitarla. Incluso esa federación, la suya, que mostró, presuntamente, más interés por apoderarse de los beneficios publicitarios que generaba, que por darle toda la cobertura técnica y moral que era de ley.


Y antes de terminar, recuerdo también a un Manolo Santana, o a un Severiano Ballesteros (“Sevi” para los ingleses, que lo consideraban como un el hijo más), que se tuvieron que buscar la vida y el triunfo; y luego eran “España” cuando no existía la “Marca España”.

Hay unos cuantos, incluida Carolina Marín por lo que tengo entendido, que se han tenido que construir el carro para que luego la mayoría nos montemos en él. El mismo carro que antiguamente robaban en una canción española, y que más de uno ha cantado a voz en grito cuando se encontraba fuera de España, siempre fuera.

*FOTO: DE LA RED



lunes, 25 de julio de 2016

UN SELFIE OLÍMPICO



En la mayoría de los periódicos de ayer se puede ver una instantánea, en las versiones digitales adjuntan la secuencia completa en vídeo, de un hecho que desgraciadamente ya no es insólito, pero al menos para este vecino del mundo, sigue dejándole anonadado cada vez que ocurre algo parecido. 


Durante el paseo de la antorcha olímpica por las calles de Sao Paulo ocurre un accidente entre alguna de las motos y bicis que conforman la comitiva, e inmediatamente un montón de gente acude a ayudarles, excepto un hombre, que sólo ve en lo ocurrido un momento pintiparado para sacarse un selfie.



Este vecino del mundo espera que al verse, este individuo, captado por las cámaras de la televisión, cuando menos haya dicho un “tierra trágame”, y en el mejor de los casos se hayan cumplido sus deseos, y a estas horas esté practicando espeleología en una cueva sin salida, porque ha demostrado ser tan egocéntrico que necesita un sitio para estar él solo, para siempre.


Sin embargo, el selfie de los selfies, éste metafórico, ocurrió a primera hora de la tarde de ayer, hora española, cuando el Presidente del Comité Olímpico Internacional (C.O.I.), el Señor Thomas Bach, decidió delegar eventuales medidas generales de expulsión a las federaciones de cada deporte. Pareciera como si ELLOS, así con mayúsculas, solo estuvieran, presuntamente, para comilonas, viajes, repartos de beneficios, y muchas, muchas sonrisas.  


A pesar de que el antiguo director del laboratorio de Moscú, el Señor Grigory Rodchenkov, descubrió el pasado mayo la existencia de un "aparato estatal" para ocultar resultados de análisis que daban positivos, y aunque las investigaciones del abogado Richard McLaren confirmaron en julio su gravedad, el COI sonríe a la presión rusa, y ofrece una solución-resolución mucho más liviana; y de paso, deposita la patata, más que caliente hirviendo, a cada una de sus federaciones.


A este vecino del mundo el comportamiento del COI le recuerda muy mucho, y lo dice por experiencia propia, a esos directores de hotel, que se fijan en la superficie, que lleves el uniforme impoluto y bien peinado, pero que cuando hay problemas reales con algún cliente, él no aparece por ninguna parte para ser consultado, y tú, el trabajador de turno, tiene que tomar decisiones frente al cliente. Luego, más tarde, cuando todo se ha solucionado, el director, se erige en juez, y sanciona la sentencia, y como mucho, nunca te lo agradece, sino que te perdona la vida.


El COI ha hecho como el individuo de Sao Paulo, se ha puesto de perfil, y como dice el vulgo, y nunca mejor dicho, ha pasado olímpicamente de todo su entorno. Y es que los políticos, por mucho que algunos lleven los aros olímpicos, presuntamente se entienden.


Este vecino, sólo esperaría, que a partir de este momento no se hable nunca del espíritu olímpico, ya que como mínimo, éste, ha sido secuestrado, y el espíritu siempre tiene mucho que ver con la libertad.



*FOTO: DE LA RED