Mostrando entradas con la etiqueta pandemia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta pandemia. Mostrar todas las entradas

jueves, 22 de julio de 2021

NUESTRAS FIERAS...

 Un amigo (de los pocos que me van quedando por cierto, y es que el paso del tiempo causa estragos) me ha preguntado si ya estaba montando mi pedacito de estadio olímpico casero, para poder vivir desde mañana, ante el televisor,  las horas y horas televisivas con que nos van a inundar, además la mayoría en horario totalmente intempestivo.

Le he contestado “eso en el caso de que todavía no se suspendan, porque como se decía antes al menos, la cosa está muy achuchá”.

Y es que eso del espíritu olímpico, me da la impresión, desde el punto organizativo al menos, hace años que se fundió con los derechos televisivos, y donde esté el dinero del negocio por el negocio, se antepone al  “citius, altius, fortius” («más rápido, más alto, más fuerte»).

La verdad es que estas Olimpiadas de Japón, al menos, pueden venir bien,  para oxigenarnos todos un poco con respecto al suceso pandémico que nos lleva secuestrada la atención e incluso la moral desde  hace casi año y medio.

Personalmente este vecino del mundo ya está tomando medidas para alejarse del bombardeo informativo con que nos están nutriendo casi segundo a segundo. Llevo dos días que en lugar de sintonizar, en mi caso, con “Onda Cero” por la mañana, y la Cadena Ser por la tarde, conecto con emisoras denominadas de Radio Fórmula por aquello, quizás, de que la música amansa las fieras.

Y es que no me queda la menor duda de que tanto la  pandemia como el momento político actual han sido terreno de abono pintiparado para que en la gran mayoría de casos nos hayan crecido fieras en nuestro interior que están sedientas de venganza.

No puedo, ni quiero, olvidar esas imágenes del metro madrileño en el que por pedir a uno que se pusiera la mascarilla, éste le agrede con tanta violencia que le origina la perdida de visión de un ojo.

Y es que los que siguen a este vecino del mundo, ya saben, que por causas personales está muy sensibilizado con esos temas de pérdida de visión. Aunque no hace falta ni mencionar, que nunca hay excusas para reaccionar con tanta virulencia y falta de escrúpulos.

*FOTO: DE LA RED

viernes, 9 de abril de 2021

SI PARPADEAS...

 

Está visto que en esta pandemia ocurre como con la magia: si parpadeas, te lo pierdes.

Este vecino del mundo por la tarde se ha reunido consigo mismo para celebrar, a modo de acto religioso, la santa siesta,  y al despertarse se ha enterado de que la vacuna AstraZeneca ahora es, mañana no se sabe, para el grupo de edad de sesenta a los sesenta y nueve años.

El futuro de este vecino, con sesenta y cuatro otoños, sigue sin alteración en lo que a su segunda dosis se refiere, el problema va a ser para los menores de sesenta que todavía no se sabe cual va a ser su solución, esperemos que no sea el negar que existen... Y es que en España no puedes apostar una mano por nada.

Lo que está dejando claro estos tiempos es que tomar decisiones, así a cara descubierta y sin chanchullos de maquillaje para aliviar los resultados, no es el fuerte de nuestros políticos elegidos en las urnas precisamente para ello.

Solo saben hacer monólogos con chistes corrosivos para el contrario, con un guion previamente preparado, basándose principalmente en el “Tú más”, pero eso de “dejadme solo que ya decido yo, y que si me equivoco recordad que ha sido el menda el que os ha metido en esto” no viene en nuestro ADN.

Normalmente en la España de nuestras entretelas no hay nadie que dé un paso adelante. Lo que ocurre generalmente es que la gran mayoría se desdice de comentarios anteriores, el equivalente a dar un paso atrás, y el que está un poco despistadillo o a destiempo, se queda con todo el marrón.

Ya ni Alemania es lo que era, y dice que ellos, o lo que los jóvenes referirían como “ir a su bola”, dicen que van a comprar por su cuenta, es decir, al margen de la Unión Europea, la vacuna Sputnik V.

Lo dicho al comienzo, si parpadeas te lo pierdes. Y lo que es más triste: con estos pelos…

*FOTO: DE LA RED.

domingo, 28 de marzo de 2021

EL CAMELLO DE TURNO

 

Esto del cambio horario es una jodienda. Aquí estoy, a las seis de la mañana con los ojos más abiertos que un búho marcando señas mientras juega al mus.

Estos días han comentado en la televisión que pudiera ser que esta vez sea el último cambio horario. Pero como no es la primera vez, que este vecino del mundo oye el mismo comentario, lo deja ahí con la esperanza de que esta vez sí…

Últimamente se habla, con respecto a Netflix, de que está intentando acabar, y nunca mejor dicho, con los que comparten clave con los que realmente pagan la cuota, esa gota malaya que mes tras mes golpea su tarjeta de crédito. Personalmente, este vecino del mundo era prácticamente nuevo en ésto, pero ya esa gran plataforma me advirtió, de eso hace dos días, con un aviso de medianoche, de que en cuatro días me cortaban la respiración asistida…

No puedo dejar de tener la sensación, como en tantos momentos de esta vida, de que el camello de turno (y en la práctica camellos podemos encontrar incluso disfrazados de consejo amigo) ya te ha inoculado su vicio, y ahora, como se dice en mi pueblo: Búscate la vida…

Y de eso, de buscarse la vida, creo que realmente todos hemos recibido varios cursillos, en la práctica, desde que la pandemia nos atacó, o nosotros despertamos al monstruo, duda que todavía no he podido despejar. 

Como me hubiera contestado la madre que me parió: “Y lo que te rondaré morena”.

 *FOTO: DE LA RED

martes, 9 de febrero de 2021

GATOS DISFRAZADOS...

 

El asunto tiene hasta su gracia. Una de las cosas que más echo de menos durante esta pandemia, es el poder salir a la calle de madrugada. La gracia viene porque en la normalidad que se suponía iba a durar toda la eternidad, no lo hacía nunca. No soy un gato disfrazado de “vecino común”, pero ya se sabe, basta que no lo puedas hacer ahora…

Lo mismo deben de pensar todos esos, y esas, claro, que un día si y el otro también, aparecen en la madrugada de un informativo, detenidos en cualquier recinto disfrazado de “garito de tres al cuarto” pagando una pasta, además, por intentar jugársela a la autoridad competente.

Cada vez que ésto ocurre, que detienen a usos cuantos desaforados y “malvecinos” por llenar cualquier “armario destartalado”, pagando además, con premeditación  y alevosía, no puedo evitar pensar en esos chistes, que siempre me han parecido tan estrambóticos, de “Estaban cien mil chinos en una cabina telefónica, y al recibir otro gol, el portero de uno de los equipos se queja amargamente diciendo: -Claro, es que me dejáis solo.

En el día a día a estos individuos no sé si les ha dejado solos la cordura, pero sí, están llenos de un egoísmo exacerbado. Fríamente, les trae al pairo hasta la posibilidad de poder contagiar a sus más íntimos. Porque se supone, que en el mejor de los casos, todavía les quedará de eso: “familia”.

Y es que hay cosas que no las puede arreglar nunca ningún “lo siento”, aunque después se vista de lacrimógeno, trágico o de mil excusas cada cual más descabellada que la anterior.

Todo acto tiene su repercusión, y tras cualquier decisión sólo se abre un camino de ida, nunca de vuelta. Y por supuesto, en ningún caso la juventud debe de ser sinónimo de estulticia, sino de esperanza.

*FOTO: DE LA RED

lunes, 28 de diciembre de 2020

EN LA ESPALDA DE LA LÓGICA


 Hoy sí que se puede utilizar el verbo “ulular” para describir lo que el viento está haciendo sobre el tejado de mi casa. Y no es nada metafórico.

Es uno de los peligros que pueden ocurrir si te despiertas en la mitad de la noche y recuerdas, lamentablemente, que la última colada todavía está sin tender,  y recuerdas también que aunque suene a título de película, desgraciadamente no es ninguna película que te has montado, y estás solo en casa también por Navidad, aunque no seas Macaulay Culkin ni hayas tenido una adolescencia cuando menos complicada…

Las pocas luces navideñas que el ayuntamiento donostiarra destina cada año, al menos en mi barrio, se mueven como locas entre la lluvia que cae como sino hubiera un mañana.

Por esas cosas que no tienen sentido, mi mente me recuerda ahora mismo, que ya estamos en el día de los inocentes. Siempre que recuerdo ese día, por cierto, en mi mente aparece el consabido muñequito de papel pegado a una espalda, que hasta ahora al menos nunca ha sido la mía.

Bastante se encarga ya el destino por su cuenta de gastarse bromas el resto del año, de las que por supuesto sólo se ríe él.

Este año lo de la pandemia ha sido bastante pesado y un mucho reiterativo. Y a ese carro se han apuntado para pegar el muñequito con saña en la espalda de la lógica los negacionistas, y un Miguel Bosé llegando a imitarse a sí mismo pero de una manera desaforada.

No me había fijado hasta ahora la tristeza con un punto de añoranza que se puede desprender de una calle solitaria en la mitad de una noche, con la lluvia como castigo convirtiendo en espejo lo que hasta hace poco era asfalto.

En momentos como éste es comprensible que en cualquier instante puedas descubrir una puerta que te dirija a la poesía, y ya nunca veas el mundo de la misma manera. No tiene antídoto, ni hace falta. 

*Foto: F.E. Pérez Ruiz-Poveda


sábado, 31 de octubre de 2020

DÍAS DE PISCOLABIS Y BATAMANTA

 

Por todos lados, por todos los gobiernos autonómicos, e incluso, central nos están llamando a quedarnos en casa este fin de semana, para protegernos de esa segunda ola de Coronavirus que amenaza con llevarnos a todos, y que hace ya mucho tiempo mojó hasta dejarla irreconocible, a nuestra anterior realidad. Serán días inequívocos de piscolabis y batamanta.

Es triste, pero ahora ves programas grabados con anterioridad a la pandemia, y en los que en algunos momentos, como “La voz” ayer noche, se ve el plató repleto de público, y ya tienes la sensación, como mínimo, de que se están cometiendo actos impuros: Desnudos, porque nadie lleva mascarilla. Ahora todos somos unos pecadores. Y ver una reunión de Trump y sus seguidores, días antes del Martes definitivo con muchas gorras rojas, pero muy pocas mascarillas, es la versión más porno de una orgía.

Lo comentado en el párrafo anterior no es una crítica a favor del negacionismo, imposible, porque este vecino del mundo no es de esos, sino el remarcar que nosotros, los de siempre, ya nunca seremos, aunque aparezcan mil vacunas, los mismos.

Nadie es el mismo después de una tragedia, y lo peor de todo es que en ésta la gente no se pone de acuerdo, y todo es opinable. Y mientras lo sea, parece que no puede haber sentencia verificando de que nuestra tragedia, la de todos, lo es.  Y seguirá habiendo jóvenes, y no tanto, que se manifiesten, como vacas sin cencerro, pidiendo su libertad a poder salir cuándo y cómo quieran, con o sin “tapabocas”.

Personalmente, este vecino del mundo les garantizaría su derecho a hacerlo previo firma de un contrato en el que renunciaran a todo tipo de cuidados médicos y plaza hospitalaria en caso de ser galardonados con un bonito coronavirus. Y además, en caso de que algún familiar suyo también caiga bajo las garras del Covid-19, vayan donde ellos, y les digan cara a cara de que es muy probable que ellos sean los responsables de esa enfermedad que ellos decían que no existía.

Este vecino del mundo siempre ha creído en el dicho “en el pecado lleva la penitencia”, y en ese otro aún más inapelable que “quien a hierro mata a hierro muere”. Los hechos no hacen más que repetirse y los irresponsables no quieren verlos.

Ya el peligro no está dentro de la televisión, en una película. Realmente podemos decir eso que se decía en "Poltergeist": ¡Ya están aquí! Y lo verdaderamente terrible es que son de nuestro mundo, o de lo que queda de él...

*FOTOGRAMA DE "POLTERGEIST"

 

lunes, 21 de septiembre de 2020

UN VERANO VIVIDO PELIGROSAMENTE...

Entre histerismos pandémicos, bien ganados por otra parte por aquellos que siguen pensando que la noche nos hace a todos pardos, y esos otros que están convencidos de que ellos nunca se van a contagiar, se nos están yendo los últimos ramalazos de aquel verano que vivimos peligrosamente. Y que también nos ha hecho revisitar con envidia toda nuestra vida anterior.

Personalmente nunca hubiera creído echar de menos esos abrazos de los que siempre me he creído más bien remiso. Y también nos lo han puesto muy difícil para ese acercamiento personal que parece reforzar cualquier frase de carácter íntimo..

Ya solo nos quedan, y bien pensado no es poco, el juego de miradas entre mascarilla y mascarilla.

Todos estos casos que se van conociendo de negocios, que al presunto amparo de la noche convierten cualquier garito en sala de perdición vírica, cada vez me recuerda más, concretamente y para los más mayores, a aquella serie, Los intocables, ambientada durante la famosa “Ley seca”.

Siempre se ha dicho que tenemos derecho al pataleo para reivindicar ese famoso "qué hay de lo mío", pero cuando hay peligro mortal, y es obvio que lo hay, lo mejor es arrimar el hombro e intentar colaborar, aunque fuera por propio egoísmo, e intentar salvar nuestra piel y la de los nuestros.

Otra cosa ya es que nuestros políticos se han estado tocando, lo que se han estado tocando estos meses, entre ola y ola. Por mucho que nuestro querido presidente, Don Pedro Sánchez, siempre hable también, especialmente este sábado pasado en “La sexta noche”, e incluso se guste tanto, ya no cuela. Y eso que siempre nos intenta inyectar todo tipo de psicotrópicos a través de ese verbo tan florido con que la naturaleza le ha dotado.

Pero, ¡ojo!, que no se equivoquen los lectores, esto ya no va, desde hace mucho tiempo además, ni de izquierdas ni de derechas, sino de tener un poco de vergüenza, y arrimar el hombro entre todos para salir adelante.

Cada vez que recuerdo esa frase dicha esta semana pasada, por la Presidenta de la Comunidad de Madrid, de que esto tiene mucho que ver con la manera de vivir de los migrantes, me avergüenzo de que otro ser humano haya podido decir esto, e incluso más de uno apoyarlo.

Al final, y bien pensado, es la misma pandemia la que está sacando una fotografía de nosotros, retratándonos en lo bueno y en lo malo, y la verdad es que, visto lo visto, no estamos quedando nada bien, ni en las fotos, ni en la vida diaria. Más de uno debería usar mascarillas del tamaño de sábanas para taparse entero…

*FOTO: DE LA RED

sábado, 27 de junio de 2020

UN ABRAZO EN TIEMPOS DE PANDEMIA



Estamos viviendo en un mundo de continuas poses sacralizadas y llevadas a los altares del “políticamente correcto” con el que ya se bautiza al buen ciudadano de libro oficial pasado por la notaría.

Todo lo programado conlleva un mucho de frialdad y de ser procesado pasando por el cerebro y no directamente besado por el corazón.
Ahora se nos dice, se nos ruega, que de saludar lo hagamos chocando codos. 

No encontraría nada más forzado y antiestético formalmente, salvo el consabido “No eres tú, soy yo” que acompaña muchas veces al previo “Tenemos que hablar” que servirá de prólogo a una ruptura preparada y cocinada por tu ya “virtual” expareja.

No hay nada mejor, ni más intimo en público, que un abrazo. Eso sí que ahorra mil palabras, y no una fotografía que el tiempo, como mínimo, amarillará.
Los abrazos siempre cuelgan del corazón y del con-sentimiento. Sin olvidar que nunca se dice tanto sin hablar, aunque sea detrás de un frío plástico.

Al final, después de todo, y como epílogo a esta pandemia, en el mejor de los casos, que nunca se nos olviden los abrazos que vimos e incluso vestimos con nuestra piel.

*FOTO: DE LA RED


sábado, 30 de mayo de 2020

CONFINAMIENTO AL CUADRADO



Sí, los seguidores de este blog saben que llevo más de semana y media sin dar signos de vida… Y es que mi hastío, así en general, de todo y con todo, ha sido total. 

Digamos que he hecho un confinamiento en el confinamiento, o lo que viene siendo “un confinamiento al cuadrado”.

Y eso que los políticos, por ejemplo, lo han dado todo para que vuelva, llegando incluso a imitarse así mismos, tanto los de izquierdas, como los de derechas, porque en el fondo el centro nunca ha existido, hablando solo de lo suyo, e intentando sacar la bandera española todo el día a la calle, y los tanques, para los más nostálgicos, casi que también, con una ultraderecha hasta montada en autobús, pareciera que celebrando una copa del mundo de “noséqué”. Pero, ni por esas, o a pesar de esas, me inspiraba.

Con un panorama desolador, miles de muertos, que se dice fácil, todavía sin tiempo de que sus familiares asimilen su duelo, y pasamos de una dura pandemia a una carrera loca para conseguir el mayor número de fases en un tiempo récord, y al mismo tiempo intentando conseguir la mejor posición en la caza al turista que se supone, por el calendario, que ya está al caer.

¡Es de locos! Ante un panorama sólo descrito en novelas futuristas y de ciencia ficción, no es que todos hayamos perdidos los papeles, sino que nunca los hemos tenido.

No sé vosotros, pero este vecino del mundo, tras tantas semanas prácticamente enclaustrado, precisamente no ansía andar como loco a la caza de una terracita, o del mejor vermut en la mejor vista posible.

Sin embargo, se ven, e incluso se sufren imágenes, que tras lo que hemos pasado, viendo a la gente tan desinhibida en cualquier terraza, jardín, o playa, temes que ese Yahvé descrito en la Biblia, monte de nuevo en cólera, y nos mande como castigo otras diez pandemias, una detrás de otra, para que vayamos aprendiendo…y sufriendo.

Ya sabía yo que todavía no estaba recuperado, pero como hubiera dicho cualquier concursante del antiguo, y verdadero, Gran Hermano: -Hay lo que hay y yo digo las verdades a la cara. Eso sí, aunque no sea ni el momento, ni el lugar, ni nadie me lo haya pedido. Pero, como hubiera dicho, aquel presentador del Telediario, así están las cosas y así os las hemos contado…

*FOTO: DE LA RED



sábado, 16 de mayo de 2020

...Y PARECE QUE FUE AYER



Leo en algún medio digital que se cumple hoy precisamente, un cuarto de siglo de la desaparición de La Faraona, o traducido para los que tienen menos edad, Lola Flores. Y no se me ocurre nada más original que decir que ese insustituible “… y parece que fue ayer”.

A eso hay que añadir, que en pocos días también, se cumplirán otros veinticinco años de la muerte de su hijo, Antonio, concretamente el 30 de mayo. Y es que hay vidas que irremediablemente van unidas…

De todas maneras, el de Lola Flores es el ejemplo típico de "arte", de ser artista. Ni era la mejor cantando, ni bailando, y tampoco le hizo ascos a la interpretación, pero tenía un algo que en el flamenco especialmente se denomina “duende”, y que en el teatro se conoce como saber pasar la batería, y que no deja indiferente a nadie.

Ya de todos es conocido, amén de clarificador, lo que dijo de ella The New York Times,  cuando en el año 1979 se adelantaba a la actuación que Doña Lola realizaría en el prestigioso Madison Square Garden, con una frase de esas que quedan tanto para la historia como para la histeria: «No canta ni baila, pero no se la pierdan».

Es triste, pero el coronavirus, y el mundo de su entorno nos ha marcado tanto ya, que mientras escribía estas últimas palabras “no canta ni baila…” desgraciadamente me estaba acordando paralelamente a nuestros políticos, que ni mandan ni dan ideas para colaborar en cierta manera luchando, al menos, contra la pandemia. Pero se aferran a sus cargos como si no hubiera un mañana, y quizás ésto sea lo acertado. No se quieren alejar de su cargo, porque sin él, es más que probable que al menos su mañana sea de inferior calidad, porque no les iba a hacer caso, ni el famoso Tato, que ese también está más cerca de Doña Lola, que de esos que la mayoría de las veces confunden el poder de ayudar con el poder de trincar.

*FOTO: DE LA RED

lunes, 4 de mayo de 2020

CONSENSO DE A PIE...



Creo que si tuviéramos que llegar a un consenso los ciudadanos de a pie, lo haríamos antes que nuestros representantes elegidos voto a voto y urna a urna, o como se diría en “La naranja mecánica”, pero allí para otro asunto, con el viejo mete-saca. Mete papeleta y saca un escaño, si te da para ello.

Sí, los ciudadanos en realidad hace tiempo que han llegado a un consenso, y a más de uno.

Es un consenso, y es una realidad, que el gobierno, y desde el principio, toca de oído, y se le nota muchísimo, porque lo mismo te vende ésto, que a los cinco minutos, aquello.

Y otro consenso, al margen de colores políticos o de temas económicos, es que el confinamiento debería de seguir más tiempo, porque pareciera que ahora nos entran prisas para no perder lo que ya se ha perdido. 

Si vuelve a recaer la pandemia con tanta fuerza como lo hizo al principio, lo vamos a tener crudísimo, especialmente en el ánimo de la tropa y en la credibilidad de los que nos mandan, si es que queda algo...

En realidad no hay gobierno sobre la tierra que haya tenido que lidiar con una situación como ésta antes, y los partidos que se han quedado fuera del gobierno están aplaudiendo con las orejas por no estar en esa poltrona con más espadas que en Juego de tronos

Han pasado dos días en que hemos podido salir en una franja determinada, si no a hacer deporte al menos a mover un poco el esqueleto, y en Euskadi al menos, con lo bien que vestimos en general, hemos salido más como para seguir a una “txaranga” en plenas fiestas del pueblo, que para ir al teatro.

Y es que en el fondo eso de la mascarilla, el que lleva por que la lleva y el que no porque también se siente incomodo por no llevarla, nos ha descolocado. Más de uno seguro que ya esta pensando en comprar mascarillas de diseño, que todavía no las hay pero seguro que las habrá, y que no arruinen tanto su fondo de armario.

Por lo demás, y ésto ya totalmente en serio, no digo que no volvamos con el tiempo a las mismas costumbres, pero ya nunca volveremos a ser iguales que aquellos tipos que hace unas semanas, unos con sorpresa, otros regañadientes, se enteraron que se tenían que quedar en sus casitas por un tiempo indefinido.

La mayoría de nosotros no hemos vivido una guerra, aunque muchos hemos oído hablar a nuestros padres de nuestra guerra civil, del tiempo del hambre, del estraperlo

En una época en que se intenta homologar todo tipo de títulos e incluso comportamientos, el coronavirus y nuestro respectivo confinamiento equivaldrán, y en el mejor de los casos, a pasar nuestra particular guerra.

Ya lo dijo Neruda, Don Pablo, en su célebre poema “ Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos…” 

*FOTO: DE LA RED



viernes, 1 de mayo de 2020

ASÍ ES LA VIDA


Ya está aquí, por fin, mayo, y con ello Sabina coronado como visionario por aquello de “¿Quién nos ha robado el mes de abril? "

Ahora descubriremos si es verdad ese tópico de las flores de mayo, y son eso, flores. Porque mucho me temo que sean, en su lugar, esos cactus de película de vaqueros que son más grandes que el jinete y caballo juntos.

Hoy me pasaré el día entero buscando el chándal. Para mañana es más que necesario, si uno se quiere retratar como deportista en ciernes. En Ciernes o en cualquiera de nuestros pueblos.

Al final igual me decanto por el turno de la tarde, de 8 a 11, porque lo de mañana por la mañana puede ser como el encierro de los Sanfermines pero en el que no se va a distinguir quienes son los toros y los mozos, aunque seguro que cabestros, lo que va a ser cabestros, puede que abunden en ambos lados.

De todas maneras, lo de dejarlo para la tarde puede tener un peligro añadido. Algún vecino de esos que se han erigido desde el comienzo de la pandemia como policía de balcón, se confunda, o vaya directamente a joder, diciendo a voz en grito que ya me ha visto haciendo cabriolas en el turno de la mañana. Que aunque seas muy malo como deportista, solo te puedes entrenar una vez al día.

Por cierto, y ya para terminar, estoy hasta el gorro de la expresión “Ya queda menos”, que cada vez oímos más, especialmente en la tele cuando  se despiden de alguien que ha entrado por Skype o similar. Claro que queda menos, pero para todo, para lo bueno y para lo malo. Y tampoco se trata de recordar en cada momento la fragilidad de la vida. Que ya se ha encargado de recordárnoslo un puto virus, que además, por no tener,  no tiene ni nombre serio. ¡Así es la vida!

*FOTO: DE LA RED

lunes, 27 de abril de 2020

EL FIN ÚLTIMO DE LAS COSAS...



No sé vosotros, pero yo tengo la sensación de que con este coronavirus nos hayamos enterado del fin último de las cosas; algo así como la caída de Pablo de su caballo; de la muerte del protagonista antes de comenzar su historia; de quiénes son los Reyes Magos, y el ratoncito Pérez. Y que los valores, las creencias, da lo mismo colocarlas hoy, o mañana en el calendario, pero siempre que se coloquen, para luego pasar por caja y que te apliquen el correspondiente IVA.

También ha servido, por si teníamos dudas, para comprobar que tenemos un gobierno cobarde, porque todos somos unos cobardes, y nos seduce más criticar a tiro fijo que tomar la iniciativa y jugártela tú.

Los políticos que nos mandan, cada vez que tienen que tomar una decisión, les tiemblan hasta las canillas, y a nosotros nos sobra caradura. Y sino, sirva para comprobarlo, nuestro comportamiento de ayer, al salir con nuestros niños a dar un paseo. Porque los únicos que dicen la verdad son nuestros hijos con su comportamiento, porque aprenden lo que ven y escuchan en casa.

Nosotros, los adultos, nos cansamos de decir que nos encantan los documentales de la segunda cadena, y es muy probable que si les preguntaran a nuestros hijos, respondan preguntando qué es eso. Porque en su casa, en la nuestra, nunca han oído ni visto un mísero documental, ni tan siquiera, su concepto…

Tan solo tengo la esperanza de que el próximo marzo no nos vuelva a pasar lo mismo, otra pandemia. Más que nada, porque estoy convencido de que no habremos aprendido, y que para nosotros, desde hace tiempo ya, dos veces seguidas es una tradición.

Mientas terminaba este post me ha sonado el móvil (es verdad, y no un recurso) y durante unos diez segundos no me contestaba nadie. Creo que se me ha parado el corazón dos veces, y al final ... era Vodafone. Lo dicho, al final siempre hay que pasar por caja, y en este caso no me refiero a la de pino, que también.

*FOTO: DE LA RED

sábado, 11 de abril de 2020

¡VER PARA CREER!



Cuando todo esto del confinamiento termine, que lo hará pero no con la premura que ya muchos vaticinan, tendremos que pagar, o deberíamos de pagar, por aquello de ser solidarios, y comprar las canciones o relatos que se escribieron durante la época en que, a la postre, nos tuvimos que proteger de nosotros mismos.

Y ya sabremos más cosas. Conoceremos a los vecinos. Con quienes habíamos compartido vivienda durante años, pero que como andamos, o andábamos antes del confinamiento, como locos, y nunca nos habíamos parado, ahí esta la clave, ni siquiera a saludarnos, descubriremos que el quinto A, por ejemplo, es algo más que un piso.

Ya debe de haber niños, muy pequeños todavía, en el que para ellos parte de la ceremonia de la vida consiste en salir a las ocho de la noche al balcón y saludarse unos a otros, mientras más de uno hace lo que puede, lo que sabe, y su vergüenza le permite, desde la libertad de su balcón. Como cantar o tocar un instrumento. Y esta costumbre ya estaría bien no olvidarla nunca.

He leído y oído por ahí que el Gobierno vasco, en nuestro caso, porque dependerá de cada autonomía, se va a poner las pilas y a partir del martes, para los que ya podrán salir a trabajar, van a poner puntos de acceso en estaciones de tren y bus en los que la gente podrá recoger sus mascarillas.

¡Ver para creer! Y eso que, como ya sabéis desde hace un tiempo este vecino ve la mitad, y por lo tanto debería de creer la mitad también. Y ni por esas. En España, os recuerdo, se creó la famosa “picaresca”, y no es cuestión de ayer, sino de siglos y siglos hasta incrustarse en nuestro mismísimo ADN.

Como mínimo de males, las mascarillas desechables, de una puesta y tirarla, las reconvertiremos en quincenales. Y sino, al tiempo. Lo nuestro, desgraciadamente, no se cambia ni con una pandemia, ni con un confinamiento a perpetuidad.

*FOTO: DE LA RED