No sé vosotros, pero yo tengo
la sensación de que con este coronavirus nos hayamos enterado del fin último de las cosas;
algo así como la caída de Pablo de su caballo; de la muerte del protagonista
antes de comenzar su historia; de quiénes son los Reyes Magos, y el ratoncito
Pérez. Y que los valores, las creencias, da lo mismo colocarlas hoy, o mañana en
el calendario, pero siempre que se coloquen, para luego pasar
por caja y que te apliquen el correspondiente IVA.
También ha servido, por si teníamos
dudas, para comprobar que tenemos un gobierno cobarde, porque todos somos unos
cobardes, y nos seduce más criticar a tiro fijo que tomar la iniciativa y jugártela
tú.
Los políticos que nos mandan, cada
vez que tienen que tomar una decisión, les tiemblan hasta las canillas, y a
nosotros nos sobra caradura. Y sino, sirva para comprobarlo, nuestro
comportamiento de ayer, al salir con nuestros niños a dar un paseo. Porque los únicos que dicen la verdad son nuestros
hijos con su comportamiento, porque aprenden lo que ven y escuchan en casa.
Nosotros, los adultos, nos
cansamos de decir que nos encantan los documentales de la segunda cadena, y es
muy probable que si les preguntaran a nuestros hijos, respondan preguntando qué es eso. Porque en su casa, en la
nuestra, nunca han oído ni visto un mísero documental, ni tan siquiera, su
concepto…
Tan solo tengo la esperanza de
que el próximo marzo no nos vuelva a pasar lo mismo, otra pandemia. Más que
nada, porque estoy convencido de que no habremos aprendido, y que para nosotros,
desde hace tiempo ya, dos veces seguidas es una tradición.
Mientas terminaba este post me ha sonado el móvil (es verdad, y no un recurso) y durante unos diez segundos no me contestaba nadie. Creo que se me ha parado el corazón dos veces, y al final ... era Vodafone. Lo dicho, al final siempre hay que pasar por caja, y en este caso no me refiero a la de pino, que también.
*FOTO: DE LA RED