Siempre que oímos la palabra “camello” nos imaginamos a
ese ser despreciable que intenta lucrarse de tus vicios, y que incluso primero
puede regalarte mercancía hasta que te enganchas, y luego te tiene atrapado. Sin
embargo, va a ser verdad ese viejo refrán de que unos tienen la fama y otros
cardan la lana.
Con apenas pocos días de diferencia me he encontrado con
dos empresas, que se dice que son de las de toda la vida, al menos de las de
toda tu vida, que han utilizado el viejo truco de darte un producto sin haberlo pedido. Y, luego, en letra pequeña, y de pasada, te dicen eso de que “si en seis
meses no has dicho nada, sigues fijo con el producto, y entonces ya, pagando” o algo similar.
Hace unos dos meses, Euskaltel, la empresa de telefonía con txapela, proveedores de
teléfono/internet/televisión, me llamaron para ofrecer una super-oferta
que no podía rechazar de unos exquisitos canales de televisión con todo tipo de
cine. Sin el más leve titubeo, y antes de lo que se tarda en decir “señoritayonolehedichoquemellameparaofertarmenada”,
ya le había demostrado que su oferta se podía rechazar, y así lo había hecho
sin parpadear, y que no quería nada de nada, y que estaba muy disgustado con
ellos porque solo prestan atención a los nuevos clientes, y cuando ya has picado, y cambias de proveedor, y te tienen como “el camello de la familia” se olvidan
de ti, y ya todo lo que te ofrecen, si lo hacen, no es para aligerar gastos sino para sumar. Una
versión moderna del eterno prometer y prometer hasta meter, y una vez metido,
nada de lo prometido.
Pues bien, hace apenas dos semanas, observé, porque ni me
avisaron, que podía ver esos canales
ofertados, e inocente de mí, quise creer que a lo mejor mi pequeño discurso les
podía haber removido las entrañas. Pero no fue así, sino que ayer me llamó una
señorita, no de nombre compuesto, sino netamente euskaldun, o que perfectamente
podía haber sido mencionado en “Ocho apellidos vascos”, para decirme si había
visto los nuevos canales, y si me gustaban, porque gentilmente me los ofrecía
al mismo precio mencionado dos meses antes.
Intentando no hacer alusión a sus progenitores, ni de los
propietarios de la empresa, volví a reiterar lo que opinaba del asunto y de la
actitud de su empresa. Ella antes de colgar, como sus compañeras en anteriores
ocasiones, me dijo que había apuntado todos mis comentarios y que los
trasladaría a sus superiores.
La “señorita” tras colgar el auricular seguiría con su
trabajo, mientras, este vecino del mundo se tuvo que tomar medicación para bajar
la tensión porque la otra opción era avisar al Libro Guinness de los Records, para intentar homologar mi marca que sin duda sería una de las mejores, o
peores según se mire, de toda la historia de la humanidad.
Y en esos mismos días he recibido un solicito correo electrónico de Laboral Kutxa, la banca con Rh negativo, incluyéndome, sin preguntar ni pedir permiso, en un teléfono que gentilmente me informará de inmediato de todos los movimientos de mis cuentas, que dicho entre
nosotros, no es que se encuentren reumáticas crónicas, sino parapléjicas
perdidas. Y por supuesto, con la coletilla de que tras un periodo de seis meses de
prueba, luego tendría que pagar.
Inmediatamente recibieron otro correo electrónico desde mi lado, y como
escribiendo no se puede gritar, todo el texto estaba en mayúsculas, y parece
que se dieron por aludidos, porque en diez minutos ya me habían borrado de la
lista.
Debo de ser un iluso, ya lo sé y no me importa, pero tengo la esperanza de que en cualquier momento reciba una carta de ese
banco en el que gentilmente me han incluido en otra de sus listas, para darme todos los meses la
bonita cifra de mil euros sin ninguna contraprestación por mi parte, y eso sí,
que si en seis meses no he comentado nada, seguiré incluido en la misma lista,
y que desde entonces en lugar de darme mil euros, por buen cliente me darán mil
quinientos.
¡Claro!, cada vez en la relación con tu banco tienes que
hacer más cosas desde tu lado, porque ellos se han vuelto unos señoritos, que
tienen demasiado tiempo para perder, y te incluyen en todo tipo de promociones
de las que siempre solo salen ganando ellos.
Lo dicho, hay camellos de muchos tipos (especialmente en Navidades, me imagino que por aquello de montar el belén y me lo han montado), pero eso sí las
jorobas las llevas tú. ¡No te joroba!
*FOTO: DE LA RED