Creo que si tuviéramos que
llegar a un consenso los ciudadanos de a pie, lo haríamos antes que nuestros representantes
elegidos voto a voto y urna a urna, o como se diría en “La naranja mecánica”,
pero allí para otro asunto, con el viejo mete-saca. Mete papeleta y saca un
escaño, si te da para ello.
Sí, los ciudadanos en realidad
hace tiempo que han llegado a un consenso, y a más de uno.
Es un consenso, y es una
realidad, que el gobierno, y desde el principio, toca de oído, y se le nota
muchísimo, porque lo mismo te vende ésto, que a los cinco minutos, aquello.
Y otro consenso, al margen de colores políticos o de temas económicos, es que el confinamiento debería de seguir más tiempo, porque pareciera que ahora nos entran prisas para no perder lo que ya se ha perdido.
Si vuelve a recaer la pandemia con tanta fuerza como lo hizo al principio, lo vamos a tener crudísimo, especialmente en el ánimo de la tropa y en la credibilidad de los que nos mandan, si es que queda algo...
En realidad no hay gobierno
sobre la tierra que haya tenido que lidiar con una situación como ésta antes, y los partidos que se han quedado fuera del gobierno están aplaudiendo con
las orejas por no estar en esa poltrona con más espadas que en Juego de tronos.
Han pasado dos días en que hemos podido salir en una franja determinada, si no a hacer deporte al menos a
mover un poco el esqueleto, y en Euskadi al menos, con lo bien que vestimos en
general, hemos salido más como para seguir a una “txaranga” en plenas fiestas
del pueblo, que para ir al teatro.
Y es que en el fondo eso de la
mascarilla, el que lleva por que la lleva y el que no porque también se siente
incomodo por no llevarla, nos ha descolocado. Más de uno seguro que ya esta
pensando en comprar mascarillas de diseño, que todavía no las hay pero seguro
que las habrá, y que no arruinen tanto su fondo de armario.
Por lo demás, y ésto ya
totalmente en serio, no digo que no volvamos con el tiempo a las mismas costumbres,
pero ya nunca volveremos a ser iguales que aquellos tipos que hace unas semanas, unos con sorpresa, otros regañadientes, se enteraron que se tenían que quedar
en sus casitas por un tiempo indefinido.
La mayoría de nosotros no
hemos vivido una guerra, aunque muchos hemos oído hablar a nuestros padres de
nuestra guerra civil, del tiempo del hambre, del estraperlo.
En una época en
que se intenta homologar todo tipo de títulos e incluso comportamientos, el coronavirus
y nuestro respectivo confinamiento equivaldrán, y en el mejor de los casos, a
pasar nuestra particular guerra.
Ya lo dijo Neruda, Don Pablo,
en su célebre poema “… Nosotros, los de entonces, ya no somos los
mismos…”
*FOTO: DE LA RED