Lo del desenlace de las elecciones catalanas y la decisión de que el Señor Mas dejara el paso a
otro (eso sí elegido por él, en este caso a Carles Puigdemonto), morir matando y eligiendo el arma, ha sido como "El Parto de los Montes" en versión catalana, todo
el tiempo hablando y reuniéndose para que cuando queda un suspiro hacer lo que
se debía haber hecho desde el principio: “Si no me quieren me voy”.
Por cierto, lo de ayer del
Señor Más ante los medios de comunicación convocados a prisa y corriendo,
debería de ser, sino de juzgado de guardia, si al menos estudiado por los
politólogos en ciernes, para asegurarnos de que no se debe de hacer nunca más.
Para hablar de la decisión
tomada, y guardando el suspense, aunque al final ya se suponía que la culpa iba a ser del mayordomo, el Señor Más lo desveló tan solo al final de su
declaración, pero, mientras, habló de él y de tan solo él. Este vecino del mundo tuvo la impresión de
que en cualquier momento iba a decir: “… y el resto ya lo pueden leer en mi
autobiografía de venta desde mañana en las mejores librerías".
Por lo demás, y al margen de
lo anterior, que no es poco, diera la impresión de que el regalo más recibido
por los políticos españoles estas pasadas Navidades fuera el “Mande y Gobierne
en España, de la Señorita Pepis”, una especie de Monopoli, pero en el que cada
uno “ordena y manda, desarma y recompone España como le da la gana”.
Ahora, todos tienen el
antídoto para nuestros males y quieren mandar, como hubiera dicho el entonces
juez del famoso Caso de los Urquijo “Solo, o en compañía de otros”.
El Señor Rajoy, por
supuesto, más solo que la una. Es lo que ocurre cuando uno aprovecha la mayoría
absoluta para hacer lo que absolutamente quiere, o quizás, lo que otros le
dicen que quieren y cómo lo quieren.
Sea lo que sea, esperaría
equivocarme, pero veo una SOCIEDAD, así en mayúsculas, sin brillo en los ojos, con el planteamiento
de “estamos aquí y Virgencita que me quede como estoy”.
Por cierto, el tiempo, el
meteorológico, más bien de cortarse las venas para el que le guste la playa, y
lleno de esperanza para el que le guste la nieve y los deportes invernales.
Por su parte, este vecino
del mundo, cree que sus "ganas" se han perdido con la última campanada retransmitida por
Ramón García y Anne Igartiburu. Le está escribiendo un email al Señor García,
Don Ramón, para que busque en los pliegues de su capa, por si se han quedado atrapadas en ellas, las ganas, mis ganas de vivir, porque he intentado comprar otras, como los
políticos, algún set de “Ganas de vivir, de la Señorita Pepis” y no hay nada
parecido en el mercado. Lo más cercano, es un anuncio en un periódico, en el
que se vende unas ganas de vivir de segunda mano, eso sí, en muy buen estado, que han debido de pertenecer a un hijo de papá, rebelde hasta cierto punto, ya
que es votante de Ciudadanos, y que al parecer se ha comprado unas ganas que
vienen de Estados Unidos, y que para usarlas se debe de dominar la lengua de
Obama.
Por lo demás, me paso todo
el día en la calle, con la esperanza de volver a encontrar esas ganas, que tras pensarlo mucho, no sé
muy bien, si las perdí o me las quitaron. Y que mucho me temo, va a ser esto último,
tal como está el panorama de gélido, y me refiero a sentimientos del personal.
*FOTO: DE LA RED.