Sí, la vida últimamente nos
está tratando tan mal, que uno ya nace con el ADN modificado, mosqueado y
desconfiado de serie. Por eso, mañana después de la visita real, en casa de este
vecino del mundo haremos una inspección, una auditoría de todos los bienes, no sea que en
lugar de dejarnos cosas, la real tropa sea sospechosa de algunas
desapariciones. Por ejemplo, desde hace un tiempo no encontramos la ilusión, y
parece que nadie ha sido. Y, puestos a sospechar, se sospecha de todos.
No sería de extrañar que,
llegada la medianoche, empezáramos a comprobar que la comitiva real no aparece.
Y es que con esas pintas, los unos, los pajes, con ropas raídas de mil y un
excursiones aventureras subiendo y bajando repisas, y los otros, los Reyes Magos,
con ropajes extraños y mil abalorios dorados, los primeros fueran tachados de
“refugiados”, y los segundos de cualquiera de las mafias que se aprovechan de
los primeros, y por una u otra razón, a todos les fuera imposible atravesar las
fronteras…
A este vecino, al pensar en
las Cabalgatas Reales en la noche de la ilusión, le vienen recuerdos de
pólvora y antorchas, de creer en que cualquier regalo era posible, y de que esta
vez sí recibiría regalos con pedigrí, de esos que salían en la televisión de
los sesenta, y no regalos que se asemejaban, pero de marcas desconocidas. Saber
de antemano, sin opción a equivocarme, que la mañana del día 6 de Enero, tendría una sensación de ser discriminado con
respecto a otros niños, cuando todavía no sabía el concepto de “ser
discriminado”, y aprendiendo a conjugarlo como nunca se olvida, en primera
persona.
Visto con ojos de persona
mayor, el día de Reyes era la mili de los niños, cuando vas aprendiendo lo que
es la vida, bofetones de realidad tras la ilusión de la magia de la palabra, de las promesas, y el famoso “todo es posible”.
Quizás, en el fondo, no convendría olvidar, que los Reyes Magos, o también conocidos
por los Magos de Oriente, no dejaban de ser políticos, y que siempre serían más
los sueños incumplidos que los cumplidos, las promesas que los hechos
confirmados. Ya dice nuestro refranero español, ese pozo lleno de sabiduría, y
especialmente de cortante realidad (por las finas aristas que tiene): Vísperas
de mucho, días de nada.