Hoy tenemos reunión de vecinos. Ya sé que prácticamente es época vacacional, y como diría aquel, “eso no se hace”, pero el llamado efecto Colau está en el fondo de todo ésto. Y para ser más exactos, aunque quizás lo líe más, el efecto Colau pero al revés.
Ayer José, el presidente de
la comunidad de vecinos, me llamó para una reunión urgente, porque Rosa, la del
tercero, se ha quejado de que el florero que tenemos en una mesita, en la
entrada del edificio, es un símbolo netamente nacionalista. "El presi” me
llamaba por teléfono, por lo que no le veía la cara,
y en un primer momento, como José es muy aficionado a los “caldos” de la
tierra, pensé que me estaba gastando una
broma como consecuencia de haberse excedido en su pasión por el tinto
embotellado. Pero desgraciadamente era peor que todo eso.
En la entrada del edificio,
en el portal, tenemos una pequeña mesa, apoyada en la pared, con un espejo y un
florero; en realidad, un señor florero pues me dirá medio metro de altura.
Aunque nunca había reparado en ello, da la casualidad de que el dibujo del
citado florero, es unas flores rojas con hojas, verdes naturalmente, sobre
fondo blanco. ¿Algo que decir a todo eso? Pues ahí viene el problema. La Señora
Rosa, que siempre hemos sabido, porque nunca lo ha ocultado, es de derechas, y
no nacionalista, ha creído ver una clara referencia al independentismo vasco,
pues ella dice que esos colores son una clara alusión a la ikurriña.
La Señora Rosa, viuda desde
hace muchísimos años, incluso hay lenguas viperinas que dicen que ya nació
viuda, ha dicho muy claramente que lo hace tomando como represalia al comportamiento
de Ada Colau en lo referente al busto de Juan Carlos I que ordenó se quitara de
la Casa Consisterial.
Jose, el presidente, y este
vecino del mundo, que es uno de los vocales, nos hemos reunido con ella. Es tan
intransigente que comenta que si no se quita ese florero es probable que un día
de éstos, si aparece, lo haga roto.
Según ella para intentar
atajar el problema, que dicho sea de paso, solo lo ha visto ella, y tras muchos años que lleva el florero de
marras en el portal, nos ha mostrado otro florero, tan grande o más que el
anterior, también sobre fondo blanco, pero esta vez con flores rojas y
amarillas, para que ocupe el lugar, según ella, del florero separatista.
El problema de ver fantasmas
donde no los hay es lo ridículo de un asunto que quizás en lugar de ir a menos,
de como resultado que en el portal solo quede el espejo y la mesa. No ganará
nadie, y perderemos todos.
Mientras, como en el caso de
Ada Colau, multitud de cosas por deshacer que esas sí que estaban mal hechas, y otras tantas o más por hacer, y mientras, hablando del sexo de los ángeles. Porque ni los bustos, ni los
floreros tienen sexo, aunque mejor que no se lo pregunten a Rosa porque a lo
mejor dice que eso es una clara alusión al Rh vasco.
Lo dicho, el problema de ver
fantasmas, es que no existen, pero el que cree en ellos, los seguirá viendo.
*FOTO: DE LA RED
*FOTO: DE LA RED