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martes, 12 de agosto de 2014

ROBIN WILLIAMS, VOLVIENDO A NUNCA JAMÁS

Era la una y media de esta noche, mientras daba un paseo por la costa torrevejense, aprovechando la luz de la todavía gran luna, cuando la radio que llevaba como única compañía, me ha comunicado que había fallecido el gran actor, al menos para este vecino del mundo, Robin Williams.
Como ocurre con los magnicidios en los que la mayoría de la población recuerda el lugar en el que se encontraba cuando ocurrió, este vecino recuerda exactamente el lugar en el que conoció por primera vez a Robin Williams y su arte.
Corría, es un decir, el año 1980, y en un cine de Notting Hill, cuando todavía no era tan conocido este lugar de Londres,  como después de la película del mismo nombre de Roger Michell, este vecino acudió a ver “Popeye” de Robert Altman una “recreación del personaje animado” pero esta vez con personas de carne y hueso.
Aparte de que todos los personajes estaban “clavados”, a este vecino no le quedó más remedio que intentar saber algo más de ese tal Robin Williams que era el “dibujo de Popeye” hecho vida.
Se enteró de que en realidad este actor provenía del auténtico show business americano, actor histriónico pero sobre todo gran imitador y auténtico showman.
El arte nunca le ha cabido en su cuerpo y se le ha escapado por los poros, y quizás ese ha podido ser “su problema”, si problema es que uno tenga tantos personajes dentro de él buscando un guión. Porque este vecino está convencido de que en Robin Williams el proceso creativo era diferente, él ya tenía los personajes, el germen de ellos en su interior, y tenía que encontrar un guion para darlos a conocer.
De todas maneras parte de su carrera nos da pistas de su carácter y vida:
-Un profesor bueno e idealista al que le encantaba enseñar (“El club de los poetas muertos”, y también en “El increíble Will Hunting”)
-Un auténtico genio atrapado en un cuerpo (El genio de la lámpara en “Aladdin”, vehículo a su medida para dar rienda suelta a mil voces que en el doblaje al español nos fueron escamoteadas).
-Un showman (como lo fue en “Goodmorning, Vietnam”)
-Pero sobre todo un niño sin edad de serlo (el Peter Pan de “Hook”, y el personaje de “Jumanji”) jugando en mundos imaginarios.
Si de la figura de Robin Williams no conocemos, al menos un cincuenta por ciento, por circunstancias del doblaje, porque en el Señor Williams siempre ha alcanzado una gran importancia la voz y la dicción, tampoco conocemos prácticamente nada de su vida privada.
Fue gran amigo de Christopher Reeve, ya que se conocieron al comienzo de sus carreras, y tras el grave accidente del Señor Reeve, Robin Willimas le ayudó siempre en todo lo que pudo.
Tras la pérdida, esta noche, de una vida, la de Robin Williams, con sus luces y sus sombras, este vecino prefiere pensar que ha vuelto a la isla de Nunca Jamás, de la que solo salió durante un breve tiempo para conocernos.
Las grandes figuras no están hechas para este mundo, pero lo intentan, para enseñarnos que un mundo mejor es posible. Ya lo dijo “disfrazado” de su personaje en “El club de los poetas muertos”:«Sólo al soñar tenemos libertad, siempre fue así y siempre así será»
¡Gracias, Mr. Williams, por las muestras de ese arte que nos ha dejado! Sin usted el mundo será un poco más triste y aburrido, y seguro que más largo. "Nunca jamás" le olvidaremos.

*FOTO: DE LA RED.