Era la una y media de
esta noche, mientras daba un paseo por la costa torrevejense, aprovechando la
luz de la todavía gran luna, cuando la radio que llevaba como única compañía, me
ha comunicado que había fallecido el gran actor, al menos para este vecino del
mundo, Robin Williams.
Como ocurre con los
magnicidios en los que la mayoría de la población recuerda el lugar en el que
se encontraba cuando ocurrió, este vecino recuerda exactamente el lugar en el
que conoció por primera vez a Robin Williams y su arte.
Corría, es un decir,
el año 1980, y en un cine de Notting Hill, cuando todavía no era tan conocido
este lugar de Londres, como después de
la película del mismo nombre de Roger Michell, este vecino acudió a ver “Popeye” de Robert Altman
una “recreación del personaje animado” pero esta vez con personas de carne y
hueso.
Aparte de que todos
los personajes estaban “clavados”, a este vecino no le quedó más remedio que
intentar saber algo más de ese tal Robin Williams que era el “dibujo de Popeye”
hecho vida.
Se enteró de que en
realidad este actor provenía del auténtico show business americano, actor
histriónico pero sobre todo gran imitador y auténtico showman.
El arte nunca le ha
cabido en su cuerpo y se le ha escapado por los poros, y quizás ese ha podido
ser “su problema”, si problema es que uno tenga tantos personajes dentro de él
buscando un guión. Porque este vecino está convencido de que en Robin Williams
el proceso creativo era diferente, él ya tenía los personajes, el germen de
ellos en su interior, y tenía que encontrar un guion para darlos a conocer.
De todas maneras
parte de su carrera nos da pistas de su carácter y vida:
-Un profesor bueno e
idealista al que le encantaba enseñar (“El club de los poetas muertos”, y
también en “El increíble Will Hunting”)
-Un auténtico genio
atrapado en un cuerpo (El genio de la lámpara en “Aladdin”, vehículo a su
medida para dar rienda suelta a mil voces que en el doblaje al español nos
fueron escamoteadas).
-Un showman (como lo
fue en “Goodmorning, Vietnam”)
-Pero sobre todo un
niño sin edad de serlo (el Peter Pan de “Hook”, y el personaje de “Jumanji”)
jugando en mundos imaginarios.
Si de la figura de
Robin Williams no conocemos, al menos un cincuenta por ciento, por
circunstancias del doblaje, porque en el Señor Williams siempre ha alcanzado
una gran importancia la voz y la dicción, tampoco conocemos prácticamente nada
de su vida privada.
Fue gran amigo de Christopher
Reeve, ya que se conocieron al comienzo de sus carreras, y tras el grave
accidente del Señor Reeve, Robin Willimas le ayudó siempre en todo lo que pudo.
Tras la pérdida, esta
noche, de una vida, la de Robin Williams, con sus luces y sus sombras, este
vecino prefiere pensar que ha vuelto a la isla de Nunca Jamás, de la que solo
salió durante un breve tiempo para conocernos.
Las grandes figuras
no están hechas para este mundo, pero lo intentan, para enseñarnos que un mundo
mejor es posible. Ya lo dijo “disfrazado” de su personaje en “El club de los
poetas muertos”:«Sólo al soñar tenemos libertad, siempre fue así y siempre así será»
¡Gracias, Mr. Williams, por las muestras de ese arte que nos ha dejado! Sin usted el mundo será un poco más triste y aburrido, y seguro que más largo. "Nunca jamás" le olvidaremos.
¡Gracias, Mr. Williams, por las muestras de ese arte que nos ha dejado! Sin usted el mundo será un poco más triste y aburrido, y seguro que más largo. "Nunca jamás" le olvidaremos.
*FOTO: DE LA RED.
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