Mostrando entradas con la etiqueta tiempos convulsos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta tiempos convulsos. Mostrar todas las entradas

jueves, 27 de junio de 2013

DE GRIPES Y CABRAS

Como si fuera una derivada de los tiempos convulsos en que estamos viviendo, a mi cuerpo como “gracieta” de entrada al verano, no se le ha ocurrido otra cosa que agarrar una gripe de esas con pedigrí.
A este vecino del mundo siempre le ha gustado encontrar, si lo hay, el lado divertido hasta en los peores momentos, y lo positivo de ésto es que el piso se ha transformado, midiera lo que midiera, porque en este caso eso no importa, en una grandísima superficie, por las que mis mermadas fuerzas tardan mucho más tiempo en trasladarse de un sitio a otro. Una especie de ensayo de lo que será la vejez en cuanto a movimientos se refiere.
Dadas las circunstancias “móviles” por las que atravieso, no he podido dejar de acordarme de aquella ministra que quería promocionar los pisos de treinta metros. En días como hoy me hubieran sobrado veintinueve, especialmente para acordarme de todos sus ancestros.
De todas maneras, entrados en materia, aquí se puede utilizar una frase de solo tres palabras, pero que una vez dicha, a la persona que se le dice se le riega de sospechas y de colores oscuros, y es la famosa coletilla: “ya nos conocemos”.
Hay gente que con la escusa de que le han traído a este mundo sin pedirle permiso se pasa esta vida recordándonos de que está en una continua protesta y que todo le viene bien para hacer de su capa un sayo.
Son esos mismos que se toman la vida en un continuo concurso, una especie de juego de póquer en que todo vale con tal de ganar, y que ir de farol es su estado natural.
Para este tipo de gente su frase favorita y comodín es “ya nos conocemos”, con la cual se puede insinuar muchas cosas, y ninguna buena.
Con el “ya nos conocemos” se puede hasta desenterrar antiguos muertos y momentos de vergüenza, y no precisamente de la ajena. En el trasfondo se insinúa que yo ahora me voy a portar mal, pero que no eres tú precisamente el encargado de dar ejemplo. Es una manera de reconocer una vida anterior de la que presuntamente no se ha salido precisamente airoso, y que gráficamente se puede dibujar con una alfombra repleta de porquería debajo, haciendo referencia a todo lo que supuéstamente se guarda de maneras de proceder durante la vida.
En la mayoría de recomendaciones que nos da el gobierno desde que la crisis nos violó, prácticamente está esta frase sobrentendida.
Pasó lo que paso con la famosa “burbuja inmobiliaria” porque habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades. Se podía haber añadido tranquílamente, y es que ya nos conocemos.
De la actual racanería del troll convertido en ministro, el Señor Wert, para con las becas universitarias, siempre se sobrentiende el “ya nos conocemos”, y es que se corre el riesgo de pensar de que lo que uno hacía, lo tienen que hacer por fuerza siempre los demás.
Sin embargo, no hay que olvidar que esta frase también es de ida y vuelta, y todo lo que supuéstamente bajo manga pueda hacer la clase política no nos va a sorprender en absoluto, especialmente cuanto más negativo sea lo que haga, porque ya nos conocemos”, y para redondear el pensamiento podemos añadir otra frase prefabricada y que aquí nos viene al pelo, y es esa de que “ya se sabe que la cabra tira al monte”.
Y es que en estado de gripe no solo los pisos crecen, sino que el lenguaje se hace más torpe, y la gente no va a pensar que se habla así por vagancia, sino por experiencia.

*DIBUJO: DE LA RED