A este vecino del mundo siempre le ocurre igual. Para
cuando se da cuenta, ya estamos en Diciembre. En muy pocos días nos han cambiado
la decoración a nuestro alrededor, como a aquel niño que le dicen que le van a
poner una moneda en su frente, apretándola bien, y si consigue andar con ella
durante un minuto, sin que se le caiga, será suya. En ese minuto naturalmente
descubre que le han tomado el pelo, y ya deja de ser un poco menos inocente… Y
nosotros, sin embargo, seguimos sin ver el truco de “Ahora ya es Navidad”. Pero seguro, que nos volverán a robar la cartera, aunque ya sea sólo lo único que nos quede, la cartera en sí misma...
Porque los problemas continúan, y si el resto del año no
atan los perros con longaniza, mucho me temo que en Navidades tampoco atarán los
renos ni con longaniza, ni con txistorra en el País Vasco, por mucho que seamos
muy nuestros.
¿Y lo de los anuncios navideños? Sinceramente, ha llegado
un momento en que este vecino ya está convencido de que van por libre. Uno se
puede creer el argumento de “La guerra de las galaxias” y demás capítulos de la
saga, pero lo de una Navidad perfecta, con destellos de luz por todas partes, y
de casas inmensas, con mesas como calles de grandes repletas de delicatessen, ya
ronda con la pornografía pura y dura.
Una de las empresas anunciadoras profetiza que estas
Navidades pueden faltar sillas, haciendo un guiño a esa colección de familiares
que pueden apuntarse a última hora, como esos hijos que pueden venir por
Navidad…y que desde hace muchos años, ya forman parte de nuestro belén
iconográfico navideño (vuelve a casa por Navidad).
Señores, seamos realistas, ni el PP, donde dije digo digo
diego, se va a abstener de subir los impuestos ni siquiera en Navidad, ya se está
viendo, ni todos los que se van aunque no sean emigrantes (ya que según el
nuevo lenguaje político solo practican la “movilidad exterior”), volverán por
Navidad. Porque después de volver, por Navidad y por los guionistas del
anuncio, luego tendrán que regresar a ganarse las habichuelas, los espaguetis, el
pastel de riñones, o la comida que sea típica en los lugares a los que se vieron
forzados a viajar, y aunque "eso" no lo recoja el anuncio, será lo más costoso, de sentimiento y en "cash".
Que este año, según el anuncio, falten sillas sería el
menor de los problemas porque entre familiares siempre se puede practicar los
corrillos de pie mientras te pones morado de ricas viandas. Otra cosa es que te
estés poniendo morado, o incluso lívido, por no comer, y te tenga que ayudar
cualquier asociación de ayuda. Porque incluso con eso ya cuentan los
políticos, y saben que donde no llegarán ellos, hay otros que lo harán. Y eso
ya es jugar con una red moral, por la cual ya no se ponen rojos de vergüenza
porque saben que otros, a la postre nosotros mismos, ayudarán.
Y es que ELLOS no pueden estar en todo. Lo cual, y visto
lo visto, siempre es mejor, porque si estuvieran en todas partes, serían Dios.
Hubieran nacido en Belén, entre la mula y el buey, y mucho, mucho me temo, que al final seríamos
nosotros los que les tuviéramos que limpiar el trasero, y nunca mejor dicho.
Y convendréis conmigo, que ya bastante tenemos con lo
que tenemos…
*FOTO: DE LA RED