Esta mañana he estado poniendo orden en varios cajones, era como si el tiempo hubiera estornudado, mezclando los diferentes capítulos del libro de mi vida. Ha sido una manera de recordar el pasado. Aparentemente reinaba el caos y he tenido que ir ordenando los papeles, fotografías realmente, ejerciendo de un dios en zapatillas, y víctima de todo tipo de crisis. He intentado ordenarlas de más antiguas a más recientes, no a las crisis sino a las fotografías.
Han aparecido dos fotos de la Nuri, cuando era Nuria y tenía dieciocho años, bella por fuera, bella por dentro.
Siempre que me encuentro con fotos de hace años, tengo la sensación de que podría entrar dentro de ellas y ver los aledaños, lo que no se puede ver, el escenario en cuestión. Y así volver a revisitar esa parte de la historia de cada uno; cuando a la policía nacional se le conocía como los grises, y cuando contra Franco éramos más felices anhelando ser felices. Canciones como Mediterraneo y Un beso y una flor forman parte de la banda sonora de mi vida. Aunque si tuviera que elegir una sola canción, ésta indudablemente sería Mi calle, del grupo español Lone Star, una canción a la que adivinaba melancólica, y que hablaba de un mundo que yo no conocía pero que sin duda era un mundo de perdedores aún antes de haber nacido.
En aquella época, cuando aún querías ser mayor, siempre me preguntaba mirando a mi alrededor quién sería mi gran amor, y qué estaría haciendo ella en ese mismo momento. Ahora, ves fotos de la época y no parece que seas tú, al menos el concepto que tenías de tí.
Hace mucho tiempo ví una película de la que no recuerdo su título, creo que era francesa. Aparentemente eran dos historias sin nexo de unión, una protagonizada por un hombre y la otra por una mujer. Eran sus vidas respectivas durante muchos años. A uno de ellos en un momento dado le dicen que su futura pareja será alguien que como él tome el café con tres terrones de azucar. Inmediatamente sabemos ya cual es la razón de las dos historias. Acabarán juntos, pero durante el transcurso de la película parece imposible que se puedan llegar a conocer pues su recorrido vital es completamente diferente.
En realidad somos así, la vida que te junta también te puede separar. Somos como hojas de arboles caídas, que las diferentes ráfagas de la vida te pueden acercar o separar. El secreto de seguir juntos es el mecerse siempre en las mismas ráfagas de un viento llamado complicidad, y el saber cerrar la puerta de las tentaciones a tiempo para que no haya corrientes.
Pensamiento raro: Me gusta pasarme horas enteras admirando las estrellas, … las prefiero depiladas.
*FOTO: 123RF
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