Me acaba de pasar una cosa
muy curiosa. Se han puesto en contacto conmigo para pedirme la dirección de la “agencia”,
así la han definido, encargada de hacerme la publicidad en twitter. Intentando teñir
de inocencia mi voz, les he comentado que lo que realmente debe de ser
importante es el blog en sí, que la publicidad es solo abrir una puerta al blog
para que la gente entre.
Tras unos momentos de
silencio, me han dicho que todo es cuestión de opiniones, pero que para ellos “soy
muy de izquierdas”, que en lo que realmente están interesados es en las frases
para publicitar el blog. Intentando dar una sensación de frescura y simpatía
les he preguntado: -¿De izquierdas, o como se dice ahora “transversal”?-
Parece que tanto la pregunta
como la entonación en sí les ha hecho bajarse de lo estrictamente correcto, y
me han contestado, ya con una entonación de conversación de bar, que todas las
ideologías son respetables, y que aunque no conocen la mía, creen que no
comulgaría con la suya. A lo que he contestado sin parpadear telefónicamente:
- Efectivamente, comulgar,
comulgar, hace mucho tiempo. Y visto que los del Gobierno del P.P. parece que
siguen comulgando, y no les va muy bien, ni con la presunta ayuda del altísimo,
y eso que siempre se ha dicho que desde arriba se ven mejor las cosas, mejor
seguiré sin cambiar mi dieta moral.
Aparentemente confundidos
por la rotundidad de mis palabras, y tras unos segundos de gélido silencio me
han preguntado: -¿Entonces, no quiere darnos la dirección de la agencia?-
En ese momento he sentido
una especie de “click” que ha denotado la rotura del freno de contención, y ya
a tumba abierta les he dicho: -Lo triste del caso, es que están dando a
entender que una persona de izquierdas, o transversal, o que posiblemente, según
ustedes, de pensamientos insidiosos, no puede expresarse en apenas dos líneas y
venderlas, aunque sea gratis, a modo de publicidad, o simplemente para animar a
un posible lector a entrar en mi mundo, lo que en realidad es mi blog.
Tras unos segundos
intentando recomponerme, y ahora en plan
moviola, ralentizando las palabras, y como haría un torero al final de su
faena, gustándose así mismo, he rematado diciendo: - En realidad, ustedes no
necesitan una agencia, porque en sí mismos, y solo con su voz, ya representan
sus ideales y sus objetivos. Su voz es su mejor tarjeta de presentación.
Cuando parecía que la
comunicación, en todos los sentidos, se había cortado para siempre, y con un
tono que recordaba a la de un premiado en la lotería de Navidad, me ha dicho: -¿Le
importaría que me quedara con esa última frase para mi negocio? Represento a
una compañía de telefonía móvil que quiere abrirse mercado, y creo que su frase
“Su voz es su mejor tarjeta de presentación” nos puede valer para nuestra
campaña. Si no le importa nos volveremos a poner en contacto con usted. Ya
sabe, en el trabajo no hay ideologías, hay objetivos.
Aunque han pasado varias
horas, acabo de colgar el teléfono. Algunas veces, como ésta, sobran las
palabras, e incluso el teléfono. Y solo me acuerdo de esa frase tan española “Donde
dije digo, digo Diego”, o “Rodrigo”, como dice el bueno de Chiquito de la
Calzada.
*FOTO: DE LA RED
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