Lo que cunde un simple paseo con el perro a primera hora de la mañana.
Reconozco que hoy el que ha sacado a pasear ha sido Afgano, mi bichón frisé, a mí.
Antes de nada, y ahora que
ha salido el tema, muchos de mis lectores me han preguntado más de una vez, por
qué si mi perro es un bichón frisé, se llama Afgano. Pues por eso precisamente,
para romper con la monotonía y ver la vida de otra manera, como en realidad
hago, al menos lo intento, con el blog, ver las cosas de otra manera. Así si
alguien me dice, como diríamos coloquialmente, el enterado de turno: Tu
perro es bichón frisé. Le puedo contestar con contundencia: Mi
perro es Afgano (y no miento). Como dice la canción del inefable Pablo
Alborán (que he llegado a la conclusión de que puede ser el hijo de Dios,
porque está en todas partes) “Me llaman loco”, pero es una manera de estar vivo
y comprobar que los demás me ven, no me fuera a pasar lo que le pasaba al
personaje de Bruce Willis en “El sexto sentido”.
Como decía, hoy al sacarme
mi perro de paseo, y ver la cantidad de sus congéneres que hacían lo mismo con
los míos, he llegado a la conclusión de que un idioma único es posible, pero no
es necesario que sea ni el inglés, ni el español…
Los perros nos entienden
especialmente por el tono que empleamos al hablarles. Después, ya vienen ciertas
palabras que mediante la reiteración llegan a entender muy bien, como ocurre
con la palabra “No” cuyo sonido viene a ser muy parecido en muchos idiomas.
Pero, lo más importante, y visto lo que ocurre con muchos animales, y entre
ellos el perro, los sentimientos son lo más importante; la manera de mirarles, de tocarles.
El sentimiento es un idioma
universal, una mirada, una sonrisa, se traducen por sí mismo, y lo más importante: las ganas de entenderse.
Este vecino del mundo
siempre ha dicho, y está totalmente convencido de ello, que si tienes dinero,
puedes ir tranquilamente a dar la vuelta al mundo, que todos te van a entender.
Pero, en el lado contrario, aunque seas políglota si no tienes un euro, incluso
como ocurre con lo que ahora se denomina como minorías, te puedes volver invisible.
Deberíamos, iba a decir "regalar", pero el término exacto es "dar", dar amor y
buenos sentimientos, para que poco a poco la cosa fuera recíproca, y no es que
este vecino se esté volviendo “ñoño” con los años, sino que realmente lo creo.
El idioma de los
sentimientos es universal y lo que es más importante: mueve fronteras, si es que
no las llega a quitar.
Le voy a decir a Afgano, mi
bichón frisé, que mañana me dé un paseo por otro lado, y ya os contaré a que
otra reflexión he llegado.
*FOTO: DE LA RED
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