Tal noche como la de hoy, entre el once y el doce de
agosto, tengo una cita con el cielo, que siempre espero que esté
estrellado. Es una de las mejores noches, se supone, para ver ese espectáculo
que es Las Perseidas, también conocidas como “Lágrimas de San Lorenzo”.
Entre nosotros, nunca las veo, pero siempre me sirve para
ponerme, u oponerme, nunca se sabe, ante ese lienzo negro como el azabache, con
agujeros blancos, que en muchas ocasiones, hoy será otra de ellas, supone el
cielo.
Es una noche de humildad. Tu soledad frente al infinito,
y darte cuenta de que tus problemas contra eso, sino es una estupidez, si es una
verdadera demostración de egoísmo.
Las mejores noches, para que nos vamos a engañar, en el
cine las ha fotografiado un tal, Steven Spielberg, en películas como “Encuentros
en la tercera fase”, o “E.T.”, noches de un azul inmenso, con luces en la lejanía
de estrellas en el cielo, y luces de la ciudad, que parecen fundirse en un todo
soñador de encuentros con el infinito.
Pero la vida es más parecida a una producción cinematográfica
española, con más propósitos que dinero, más ingenio que poder crematístico. Y cuando no llega para los efectos especiales, nos tenemos que conformar con la
cara del protagonista en un primer plano sugiriendo lo que ve. La vida es eso,
pura ironía, tu pagas, y es “otro” el que disfruta.
En esta noche, en apenas unas horas, me reiré en silencio
del mismo chiste de siempre en honor a Perseo. Es muy naíf, pero a este vecino
le encanta.
Había ocurrido una batalla, y sus allegados estaban
buscando a Perseo. No sabían ni dónde estaba, ni cómo estaba. Y cada vez que
encontraban a un herido (todos estaban llenos de sangre, e irreconocibles), en
su idioma, se supone, le preguntaban, “¿Seis per Seis? (¿Sois Perseo?)”. En un
momento dado, el interrogado, moribundo y en pleno estertor, se empieza a reír
y dice: “¿Seis per Seis?” y con cara de no entender la complicación de por qué
se le pregunta eso, contesta: ”Treinta y seis”.
Ante la infinidad de tú contra el orbe, tampoco conviene
ir con cosas muy complicadas, porque ya tienes bastante. Y ese chiste, a este
vecino del mundo, siempre le ayuda. Adopta la posición de cualquier atleta cuando suena el himno que representa a su
país…
Y es que nos creemos tanto para, en realidad, lo que
somos; y ese chiste nos puede representar. Tantas expectativas para, siempre,
una eyaculación precoz...
¡Y la vida sigue! Pero a este vecino le gusta que le
dejen soñar, y esta noche, es un buen momento para ello. Si vais, por favor, no
os molestéis los unos a los otros… La vida también puede ser un poco de paz.
*FOTO: DE LA RED
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