Hoy es uno de esos días en que tengo un cúmulo de
sensaciones que me hacen sentir desde sorprendido / confundido a humillado.
Me imagino que más de uno de mis lectores quizás ya lo ha
visto por televisión, periódico, o en información digital. Lo están vendiendo,
y en parte es así, como que anteayer, domingo, una cadena humana intervino en
una playa de Torremolinos para intentar salvar a varias personas, entre ellas a algún
socorrista. Vaya por delante, que la mar estaba bastante peligrosa, con bandera
roja todo el día.
Por lo que compruebo, los esfuerzos aclaratorios están
siendo centrados en distinguir que la gente ayudó, que es de agradecer, pero
que en realidad no era necesario porque todo estaba controlado por los
socorristas. Hasta ahí todo me parece correcto, y a Dios lo que es de Dios, y al
Cesar lo que es del Cesar.
Este vecino del mundo vio el reportaje
completo de uno de los centros territoriales de RTVE, que era mucho más amplio, en el que se destacaba lo arduo y sordo que estaba siendo el trabajo de
los socorristas ese día, en la zona de La Carihuela, en Torremolinos. A la
postre he leído que fueron un total de 19 intervenciones.
Lo que ocurre es que en ese mismo reportaje se habla de
que al poco tiempo de haber salvado a tres turistas que corrían peligro, les
tuvieron que salvar una segunda vez, porque se volvieron a meter en el agua. Y la persona que llevaba el reportaje le
preguntó a uno de ellos, que por qué se habían vuelto a meter,
recordándole, además, esa bandera roja, que parecía ser olvidada, despreciada por
muchos. La persona en cuestión, guiri, y todo un adulto, hablando bastante bien
castellano dijo en un tono de niño consentido: -Venimos desde muy lejos, y no nos
vamos a quedar sin bañar.
La duda que ahora le invade a este vecino del mundo es el
por qué se han quitado esas imágenes. Seguro que dirán que es por tiempo, pero
por ellas, por las declaraciones se puede ensalzar más al colectivo de los
socorristas. Y ver, en cierta manera, la manera de pensar de muchos turistas
que se acercan a nosotros. Y que puede que tengan, algunos, mucho dinero, pero
otros, por no tener, no tienen ni escrúpulos.
Por las declaraciones del individuo en cuestión,
pareciera que los actos heroicos también están incluidos en los servicios que
contratan, y eso, aparte de injusto, es muy triste. Que pueda pasarle algo a un
socorrista, o a una persona bondadosa que pone en riesgo su vida por ayudar a
alguien, que en este caso, y es muy crudo lo que voy a decir, no se lo merece,
por lo pueril de su comportamiento, es una verdadera injusticia.
Mi olfato me dice que ha habido cierta censura para que
no pensemos que “todos los turistas son
así”. Y me molesta, por no decir “me jode”, que se pueda pensar que por
nosotros solos no vamos a ser capaces de llegar a la conclusión de que “no
todos los turistas son así, sino solo una minoría”, y se nos tenga que “ayudar”,
mediante la censura, para no poner en riesgo esa gran ubre que siempre ha sido
el turismo en España, y podamos seguir mamando de ella.
Hay cosas que no cambian por muchos años que pasen. En su
momento, 1966, se intentó, también por el turismo, en teoría, que no nos enteráramos de
las cuatro bombas termonucleares, por un accidente de los cazas americanos que
las transportaban, y que habían caído en Palomares, Almería, y por eso el
entonces ministro Manuel Fraga se bañó para dar ejemplo de que nada ocurría (imágenes que en su momento se vieron hasta la saciedad).
Lo de ahora, turistas atolondrados, solo supone un juego
de niños, para unas autoridades que aunque, se supone, son mucho más
democráticas, están acostumbradas a velar por nosotros. Y de ahí, a ser nuestros
pastores, y guías, hay muy poca diferencia.
Nos vestimos diferente, ¿nos comportamos igual?
*FOTO: DE LA RED
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