Si para algo sirven las
Navidades, además de que unos, los de siempre, se forren, y otros, nosotros, nos
quedemos más “secos” (de dinero, se entiende) que la mojama, y no por gastar
mucho, sino por estar la mayoría de las veces bajo mínimos, es para pensar
seriamente en lo que es nuestra vida, que viene muy ligado a ese recuento, que
queramos o no, hacemos todos los años, de los que continúan con nosotros, o nos han dejado para siempre.
Y este año, en el caso de
este vecino del mundo, se agudiza mucho más, porque los sesenta le han llegado, no como una losa, sino como una piedra de esas cúbicas que se
colocan en los puertos, y eso que, digámoslo con humor, en el mejor de los casos,
ya se veía venir.
Como siempre es mejor ser
positivo, lo bueno que tiene el ir repitiendo el ritual del paso del año, de
los años, uno tras otro, es que has aprendido de cosecha propia lo que es el
ciclo vital, sin necesidad de ver “El rey león”, y naturalmente sin aprender a
cantar “El ciclo vital”.
De todas maneras, es más que
evidente que todas las semanas hay alguien, o algún tema, encargado de mantener la atención de la ciudadanía, como
si de un capote se tratara, para que nuestro comportamiento no haga derrotas y poner en peligro, como mínimo, el chollo del gobierno. Y
esta semana nos ha tocado eso de la búsqueda
de un pacto para la conciliación y
racionalización de horarios, dicho por Fátima Bañez, y casi el mismo día, RTVE
1 se descuelga con la Final de
MasterChef Celebrity que terminó sobre las 2 de la madrugada, cadena en la que
el mismísimo gobierno tiene mucho que decir. Es como dar una rueda de prensa
para confesar que eres cleptómano, y al acabar el acto, y una vez que ya te has
ido, todos los periodistas presentes se van dando cuenta de que les falta su
cartera…
Dentro de ese ciclo vital
anual, ya toca, por las fechas, eso de ser bueno, y echar de menos, sino se está
con ella, a la familia, por aquello de “vuelve por Navidad”, y que de tanto ha
servido, al menos, a una marca de turrón. Quizás los años también van evitando
que sigas dando muchas más oportunidades a personas que te van demostrando que ni las quieren, ni
se las merecen. Pero, ojo, si te ocurre muy frecuentemente, quizás la culpa de
todo la tengas tú, como ese conductor que yendo por la autopista, se quejaba de
que todos los demás conductores iban por dirección contraria…
Y quizás también haya una
muy delgada frontera entre ser sensible, y ñoño. Como aquella tía mía, que al ir
al cine y apagarse las luces, porque comenzaba la función, ella ya empezaba a
llorar, porque le habían dicho que en la película se lloraba mucho, y claro
está, era mejor ser la primera que la última.
Pues eso, que este año
comeré todo tipo de viandas, tarta y turrón, y beberé cava, solo si me apetece, no porque el
guion lo exija. Porque a los sesenta, e incluso mucho antes, uno ya tiene que
ser el guionista de su propia película, y si me apetece decir a alguien que le
quiero, aunque todavía no sea Nochebuena, pues se lo digo, y si a mi lado, en pleno ágape navideño, está
ese cuñado que cree que se las sabe todas, procuraré capear el temporal, pero,
y no es una advertencia, sino un consejo, que tampoco me busque demasiado.
Porque en mi caso, he llegado a los sesenta, pero tengo que aprovechar lo que
me quede con más “concentración y ganas” que antes, porque sigo manteniendo la afición de vivir
intacta, y lo que es más importante, con más experiencia, porque muchas "escenas" ya me van sonando de cómo terminarán..., quizás incluso, con un pisotón en la desnudez de tu nobleza.
*FOTOGRAMA: "EL REY LEÓN"
No hay comentarios:
Publicar un comentario