Hay noches que
comienzan muy temprano, te pillan con la
guardia baja, con la mente vestida de recuerdos recién adquiridos, y cuando
crees que has cruzado ese mar (primero incendiado, oscuro después) que lleva a la playa del Alba, descubres
que prácticamente el viaje no ha comenzado.
Ese largo viaje de un
instante, te recuerda que todo es verdad y mentira; que la memoria es un espejo
que puede deformar los recuerdos, como en las casetas de las antiguas ferias en
las que con cambiarte de tipo de espejo, te alargabas o ensanchabas, al gusto
que tuvieras en ese mismo momento. Alargar o ensanchar siempre puede ser una
manera de seguir enganchado al problema.
Hay noches repletas de
estrellas, hay vidas de una noche oscura que culpan siempre de ese apagón a los
demás. Hay muchas vidas en una;
recuerdos de vidas que ya sólo son eso, recuerdos, ecos de voces rebotando en
el hueco del olvido.
Hay días, los de Junio, que son una comunión perfecta entre lo real y lo soñado, entre el tener y el querer.
Hay días, los de Junio, que no deberían de morir nunca...
*FOTO: DE LA RED
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