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miércoles, 11 de junio de 2014

MAMÁ, QUIERO SER REPRESENTANTE

Como quien más y quien menos ha perdido su trabajo y tiene que buscarse la vida de otra manera, o de “reciclarse”, que parece más fino y menos cruel, aunque tal vez, en realidad, pueda sonar a programa prefijado de lavadora, este vecino ya ha echado un ojo a nuevos trabajos que pudieran ser una posible bicoca y que ayuden en cierta manera a superar el trauma del paro.
El primero sería el de ser meteorólogo en Canarias, porque incluso sin preparación habría un alto porcentaje de aciertos, y el otro, que cada vez abunda más, es el de representante de algún famosillo.
Por de pronto este vecino ya se ha comprado las gafas de sol, porque qué es un cargo de cierta importancia abierto al público y con altas probabilidades de salir en televisión sin gafas de sol, y sin hablar por el móvil para evitar alguna pregunta de los periodistas de turno.
En realidad, a un representante del “famoseo” se le podría comparar, eso sí mirándolo con sentido del humor, con un criador de caballos, en la mayoría de los casos, “purasangre”, porque muchos de ellos ya vienen de sangre de famosos, que les saca un buen rato a trotar delante de las cámaras, y si tiene suerte incluso se puede inventar posibles romances o historias entre dos de su misma “cuadra” y así cobra el doble.
Obsérvese que este vecino habla siempre de “famosos”, y no de artistas, porque desde el “mamá, quiero ser artista” de Doña Concha Velasco, que ya presuponía vocación y preparación, hemos pasado en nuestros días al “mamá quiero ser famoso”, que implica improvisación y “el todo vale”.
Desde que hay personas que no se sabe a ciencia cierta el por qué es famoso o famosa, la figura del representante ya ronda la habilidad de un Julio Verne, para exacerbar la imaginación del oyente/televidente, donde incluso se puede tener “princesas del pueblo”, sin príncipe, ni principado, ni principios.
Últimamente ya se da el caso, triste caso, de hijos/hijas de famosos que al cumplir los dieciocho años, en lugar de continuar sus estudios, quieren hacerse todos los platós de este país, que casi pueden rondar el mismo número, o más, que autonomías, para hablar de sus filias y de sus fobias. Y es que ya los hijos de los famosos no nacen con un pan debajo del brazo, sino con un representante, que les ayudará a buscar platós, o escoger oficios como el de “diseñador de lo que sea” muy socorrido entre ellas, y escritor de pelotazos oportunistas, entre aquellos famosillos que se ven bendecidos por el uso televisivo. Y es que con tanto “negro” que tiene que existir, o una de dos, o estamos en África, o eso del empleo sumergido se tiene que seguir dando.
Y mientras, este vecino ojo avizor por si encuentra algún futuro diamante  del “famoseo” para tallarlo y  ayudarle a brillar entre la caspa más casposa de este país.

*VIDEO: DE LA RED