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miércoles, 2 de julio de 2014

EL MAPA HUMANO Y LO PROHIBIDO

A medida que uno va cumpliendo sus años, va teniendo “sus cosas”. Y últimamente a este vecino le ha dado por sentirse “incomodo” mientras lee. ¡Ojo!  En ningún momento este vecino quiere decir que le incomoda la literatura en cualquiera de sus vertientes, sino el mero hecho de leer con lentitud...
Lo que ocurre es que a este vecino le encanta la novela negra, por cuanto tiene de desentrañar un jeroglífico, pero es más bien de pensamiento disperso y tarda bastante en concentrarse en su lectura. Y últimamente le ha dado en pensar que cada vez que para de leer un libro, deja a los personajes protagonistas “parados a su vez en sus pesquisas”. Y eso es malo para la reputación del protagonista de turno, por lo que cada día que no lee es una especie de carga de culpa que se echa a sus espaldas. Y ha llegado un momento en que se ha sentido tan culpable que no es solo que haya retomado sus lecturas, sino que quiere que los protagonistas de sus últimas novelas vayan resolviendo sus casos a marchas forzadas para que no sufran en su reputación.
Este vecino está hablando ahora en plural porque está leyendo las aventuras y desventuras del sargento de la benemérita Bevilacqua y la cabo Chamorro, hijos de la imaginación de Lorenzo Silva. En estos momentos están enzarzados en la aventura de “La reina sin espejo”.
A este vecino del mundo le encanta la novela negra sueca, pero llega un momento en que tanto frío, tanta humedad, y unos personajes tan fríos y secos al mismo tiempo, piden a gritos un descanso en forma de personajes españoles en un entorno conocido, y con los vicios y virtudes que muy bien pudieran estar encarnados en tu vecino del quinto. Un mesón castellano, o catalán en estas aventuras, es más fácil de imaginar que un garito sueco. Y una tortilla de patatas siempre es más apetecible, para nosotros, que un buen plato de köttbullar.
El miedo que le amenaza ahora a este vecino es el pensar que quizás Alonso Quijano empezó así con las novelas de caballería, y acabó como… Don Quijote de la Mancha, y que quizás él pueda acabar como defensor de causas, más que perdidas cuando menos dudosas. Este vecino, de todas las maneras, tampoco se ve con tricornio, si acaso con una gabardina usada al estilo Colombo, y ya que no puede llevar el pelo despeinado por culpa de su alopecia, sí al menos con barba de cinco días, visitando garitos de luces variopintas en busca de alguna pista.
Por ahora hay que tomar notas del saber de Bevilacqua y la manera de abordar el mapa humano, que sin duda ayudará a solventar cualquier caso por extraño que de antemano parezca. Porque con el tiempo te vas dando cuenta de que la vida es la mejor de las novelas, aunque la mayoría de las veces la identidad “del malo” sea más que dudosa.

*FOTO: DE LA RED