Despertarse por la mañana y tener al fondo a un grupo de
colaboradores radiofónicos hablando realísta y, naturalmente, pesimistamente sobre la economía
española, no es la mejor manera de despertarse. Pero, como se dice normalmente,
hay lo que hay. Y lo que hay verdaderamente es poco.
Vas por la calle con ganas de pulsar la opinión de la
gente, y el baremo general es el de puntos suspensivos. Más que hablar
sugerimos con el silencio. En momentos en el que se nos llena la boca de
democracia, juraría que la gente tiene miedo. No al futuro, que eso por
supuesto. En la mente en general se ha instalado el todavía viene algo peor.
Pero, en el ambiente se huele a miedo, a resistencia pasiva, a virgencita que
me quede como estoy. No hay más que ver que en un país acostumbrado "al yo pago esta ronda" está triunfando el pintxo pote.
En las fachadas de las casas no hay mas que pisos en
venta. En tu correo electrónico, y porque es gratis el tenerlo, recibes chollos
de todo tipo, pero si no hay gasolina en forma de dinero, el motor de la
economía no puede funcionar.
Y vas rezando por las esquinas a la misma
virgencita de que te quedes como estás, para que no se te estropee nada de la
casa porque el dinero que te queda ya está más que repartido. Tu cartera está
mas tensa que la piel de esa colaboradora, de derechas naturalmente, que de
tanto estirarse la piel se le ha quedado cara de interrogación, mientras
afirmaba como una autentica contradicción, entre lo que su rostro expresaba, y
lo que decía ayer por televisión, que se notaba otro sentimiento en la calle.
Será en la urbanización donde ella vive, porque por de pronto mi calle no
habla, como toda calle que se precie, pero si lo hiciera se quejaría como esos
propietarios que tienen tiendas allí, y que no saben si llegarán a abrir el mes
que viene.
Me da que mañana voy a optar por despertarme sin
opiniones radiofónicas al fondo, porque me deprimo, más todavía. Y cada día me
resulta más difícil reírme de mi mismo.
Me parece que me voy a enclaustrar en esa
novela negra que acabo de comenzar, y en la que los malos son malos a secas, y
los buenos, valientes y aguerridos. No existen ni grises ni puntos
intermedios. Y no hay problema que no se pueda arreglar con un buen bourbon y
acompañado de una rubia despampanante. ¿Interesada ella? ¡Claro está! como yo.
*FOTO: DE LA RED