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domingo, 23 de junio de 2019

EL EFECTO MORTADELO


Viendo ayer el despliegue de medios de Telecinco para la boda de Belén Esteban, y del sábado anterior, con la boda de Pilar Rubio y Sergio Ramos, quizás llegue el día, muy pronto tal vez, en que los sábados tengamos programada en la cartelera televisiva "La boda de la semana".

Lo que me sigue haciendo gracia, no lo puedo evitar, es que los colaboradores en el plató se pongan "de tiros largos", como si en cualquier momento fueran a llegar a la ceremonia o al ágape. Los lectores de mala uva le podrían llamar a ésto, el efecto Mortadelo,  ya que no debemos olvidar que ese personaje de tebeo se disfrazaba a conveniencia, según en cada momento el tema que se mencionara.

Todo eso, el vestirse ad hoc, tendría un pase, si por ejemplo durante la Semana Santa, y suponiendo, que es mucho suponer, la "cadena alegre" retransmitiera actos religiosos, mientras los colaboradores en el estudio vistieran también largas túnicas con capirote, o un látigo de espinas en la mano, mientras lucen su espalda ensangrentada... 

Sí, lo sé también, que más de uno de los seguidores de este blog, estaría deseando conexiones con alguna playa nudista, mientras en el chiringuito del estudio, a más de un colaborador por el tipo de bronceado o no, se le vislumbrara la radiografía de ... su bañador.

Y es que, por si no quedara claro, en España siempre hemos sido más de aparentar que de ser, de parecer que de sentir. Ya lo decía Dominguín, "de qué me sirve acostarme con Ava Gardner, si mis amigos no se enteran".

Por cierto,  y ya para terminar, conviene recordar, y no es broma, que los concursantes de "Supervivientes", tienen por contrato el aparecer en el estudio al más puro estilo naufrago, como si de la isla al concurso  solo hubiera un paso hasta el plató del estudio. Lo dicho: apariencias.

*DIBUJO: DE LA RED

lunes, 6 de abril de 2015

¿UN MAL COMIENZO DEPARA ALGO MEJOR?




Despertarse por la mañana y tener al fondo a un grupo de colaboradores radiofónicos hablando realísta y, naturalmente, pesimistamente sobre la economía española, no es la mejor manera de despertarse. Pero, como se dice normalmente, hay lo que hay. Y lo que hay verdaderamente es poco.

Vas por la calle con ganas de pulsar la opinión de la gente, y el baremo general es el de puntos suspensivos. Más que hablar sugerimos con el silencio. En momentos en el que se nos llena la boca de democracia, juraría que la gente tiene miedo. No al futuro, que eso por supuesto. En la mente en general se ha instalado el todavía viene algo peor. Pero, en el ambiente se huele a miedo, a resistencia pasiva, a virgencita que me quede como estoy. No hay más que ver que en un país acostumbrado "al yo pago esta ronda" está triunfando el pintxo pote.

En las fachadas de las casas no hay mas que pisos en venta.  En tu correo electrónico, y porque es gratis el tenerlo, recibes chollos de todo tipo, pero si no hay gasolina en forma de dinero, el motor de la economía no puede funcionar. 

Y vas rezando por las esquinas a la misma virgencita de que te quedes como estás, para que no se te estropee nada de la casa porque el dinero que te queda ya está más que repartido. Tu cartera está mas tensa que la piel de esa colaboradora, de derechas naturalmente, que de tanto estirarse la piel se le ha quedado cara de interrogación, mientras afirmaba como una autentica contradicción, entre lo que su rostro expresaba, y lo que decía ayer por televisión, que se notaba otro sentimiento en la calle. Será en la urbanización donde ella vive, porque por de pronto mi calle no habla, como toda calle que se precie, pero si lo hiciera se quejaría como esos propietarios que tienen tiendas allí, y que no saben si llegarán a abrir el mes que viene.


Me da que mañana voy a optar por despertarme sin opiniones radiofónicas al fondo, porque me deprimo, más todavía. Y cada día me resulta más difícil reírme de mi mismo.  

Me parece que me voy a enclaustrar en esa novela negra que acabo de comenzar, y en la que los malos son malos a secas, y los buenos, valientes y aguerridos. No existen ni grises ni puntos intermedios. Y no hay problema que no se pueda arreglar con un buen bourbon y acompañado de una rubia despampanante. ¿Interesada ella? ¡Claro está! como yo.

*FOTO: DE LA RED