Antes de nada, que conste que este texto lo estoy
escribiendo por el respeto que me
merecen y se merecen mis lectores, porque mi estado de ánimo no mi
induce a hablar hoy sobre lo ocurrido ayer, pero ya que me comprometí, “motu proprio”,
a hacer resúmenes de las galas de esta edición de Gran Hermano 16, cumpliré
con ello hasta el final. Hoy no hay nada de resumen, tampoco merecería la pena
de una gala diseñada para ensalzar a la
ganadora, Sofía, y hundir, más, al segundo, Aritz.
Estoy triste. No, no me malinterpreten. No estoy triste
porque no haya ganado Aritz, que tras lo ocurrido con Belén
Esteban, tanto en el concurso de baile, como en Gran Hermano V.I.P., uno,
este vecino del mundo, ya debería de estar vacunado.
Podría volver a decir los argumentos que esgrimí cuando
salvaron a La Esteban, con una carta abierta al mismísimo Señor Vasile, y que me
consta que al menos fue abierta, y se supone que leída (http://patxipe.blogspot.com.es/2015/02/carta-abierta-al-senor-vasile-desde-la.html),
o el post tras su proclamación como ganadora (http://patxipe.blogspot.com.es/2015/03/belen-esteban-lucroniense-adoptiva-o.html),
pero si en su momento creí que había que dar una oportunidad al cambio, y por
eso volví, pese a lo dicho en un primer momento, a ver el programa, un concurso
que siempre me ha gustado, en su formato primitivo, que ya nada tiene que ver
con aquel, y de que quizás, fuera del caso Esteban, un poco de cordura fresca
sería posible, he vuelto a comprobar, no que el espectador es soberano, como no
se cansan de repetir desde la Cadena
Alegre, sino que es altamente manipulable, por las voces/opiniones que
se lanzan desde la misma.
Hoy estoy triste, porque este vecino del mundo ha
comprobado una vez más que tenemos la España que nos merecemos, incluso desde
el punto de vista político, porque todo está relacionado, y porque nos creemos
todo.
¿Os imagináis un futuro país al mando de gerifaltes como
los patrones que se lanzan desde el programa? Juventud, todo sonrisas y proclive a
la puñalada trapera y al dinero fácil, esgrimiendo razones como “voy con la
verdad por delante”, o es que “todavía soy muy joven”.
A madres, seguimos imaginando por lo visto y oído en este
concurso, que se acuestan con los novios/ligues de sus hijas, mientras les aconsejan
que echen un polvo con Diestro y Siniestro, y si hace falta con los dos a la
vez, en un ménage à trois, porque la vida es un concurso y siempre se
rentabilizará.
Estoy triste, porque nunca, es mi entender, nunca un
segundo puesto tiene que tener una mejor entrevista que un primero, pero claro
la ganadora es más de vistas, las suyas, que de cultura general, y que no me
vengan con que está estudiando una carrera, por ahora se sabe que está apuntada
en una carrera.
¿Alguien se ha tomado la molestia en entrar en el blog “El
tipo del sombrero”? Encontraréis a alguien interesante, que por cierto, y por
las fechas, era un joven/un hombre que tenía por entonces 22 años, y que
apuntaba mejores maneras que otros que ahora tienen esa misma edad, y a los que
hay que perdonar porque son jóvenes.
Se premia a unas personas que han dicho durante el
concurso que otra concursante, con 29 años, ya es vieja, y se ríen de ella. Y
creyendo que Suso era su novio, se lo intentó quitar, porque a ella le pone
quitar el novio a las demás, y no lo ha dicho este vecino, sino la ganadora
durante el programa.
Ella, Sofía, la ganadora, ha vendido un perfil de joven
enamoradiza, pero en realidad, a ojos de este vecino, es la versión femenina de
Suso, solo se quiere ella, y se exhibe delante de los malos malotes para
reafirmarse lo buena que está, y conseguir una muesca más en su currículum, o
en sus caderas, que uno ya no sabe.
Este vecino está triste porque el “super”, se supone que
en nombre del programa, ha felicitado sólo a la ganadora, en realidad a su ADN
que le ha hecho así, mientras un concursante, Aritz, que se ha mostrado
realmente como es, y se nos ha desnudado por dentro y por fuera, sin edredón
que lo cubriera, se ha tenido que ir, lo han mandado, por una segunda puerta, pequeña, muy pequeña, llena
de reproches y dudas.
Estoy triste porque al formato del programa lo han
forzado de tal manera que ya no lo reconoce
ni los padres que lo parieron. Eso sí, he de reconocer que sigue siendo
un experimento sociológico, pero ahora no para los que entran en el concurso,
sino para los que lo ven, soportan, y son sangrados en sus bolsillos, en la
creencia de que son libres para decidir y votar.
Estoy triste por una periodista, Doña Mercedes Milá, que
en su momento fue santo y seña de la modernez más moderna del periodismo y
opinión libre, y ahora manipula mientras es manipulada, y con una zanahoria por
delante, que son los programas de investigación que de vez en cuando hace, y que ha sido incapaz, de que
en el binomio Aritz/Han, se diera cuenta de que el que manipulaba verdaderamente era el segundo, pero
se revestía de delicadeza, amor y lágrimas.
Han siempre fue a por el maletín, y a cargarse al que él consideraba su
peor contrincante, y por eso llenaba de dudas a los demás cada vez que hablaba
de su “marido”.
Ayer, no como cuando ganó Belén Esteban, me creí en
seguida el “dictamen” de la audiencia, eso sí, inmediatamente una sonrisa
apareció en mi rostro al pensar que seguro, seguro, el ilustre notario sería el
mismo que cuando ganó la del barrio de San Blas.
Podría decir muchas cosas más, pero para qué, porque en realidad entraría en el
juego de una cadena que no les importa
que se hable mal de ellos, con tal de que se hable.
He de confesar una cosa, me estoy convirtiendo, haciendo
el camino pero al revés, en Peter Pan, y me voy al País de Nunca Jamás, ustedes
ya me entienden. Porque al final, como en Casablanca ocurría con París, siempre nos quedará
Nunca Jamás.
Estoy triste porque ya no hay un lugar para la esperanza,
y es que la esperanza ni tiene versión 3.0, ni wi-fi, ni bluetooth, ni viven en
ella malotes, canallas, ni poligoneras.
Hoy, quizás, por primera y espero que única vez, se podrá
decir que no estoy buscando el ser justo, lo reconozco desde un primer
momento, la vida tampoco lo es. A cambio, no me he dejado nada en la recamara.
*FOTO: DE LA RED