Más de uno de mis lectores se
me ha dirigido por correo interno para felicitarme, como realista que saben que
soy, por el triunfo de la final de la Copa del Rey ayer noche.
Lo primero decirles que este vecino del mundo, desgraciadamente, no ha tenido nada que ver en el triunfo. Aunque eso sí, lo recordará para siempre, como si se hubiera acostado con uno de sus amores platónicos, la Meg Ryan de cuando “Harry encontró a Sally”.
Y es que noches así se dan pocas, especialmente entre seguidores de equipos que nos consideramos
más sufridores, o quijotes, que triunfadores un día sí y el otro también. Y
sabes que por una noche así, hay más de cien en las que acabas con la moral
rota a jirones. Por lo que tampoco conviene venirse muy arriba, por aquello de
las caidas.
En realidad, más que el triunfo
en sí me ha llegado muy hondo la celebración de los jugadores y del equipo técnico
en el mismo campo. Y es que la mayoría
se han comportado, se notaba, como seguidores del club de su vida más que como profesionales
de un club, que normalmente, y en primera
división está más que mejor pagado.
Y el que ha roto moldes en cuanto
a comportamiento “chapeau” que dirían los franceses, esos que últimamente se
matan por ver los museos madrileños, ha sido su entrenador, y durante muchos
años, jugador del equipo, Imanol Alguacil.
El momento en el que al final
de la rueda de prensa se viste de hincha, o forofo, en realidad es un momento Marvel, en el que aparece realmente el héroe mostrando sus superpoderes…
Ya para terminar, y haciendo una
especie de paralelismo con aquella célebre frase del personaje encarnado por el
bueno de Luis Ciges en “Amanece, que no es poco” y que dice: “Un hombre en la
cama, siempre es un hombre en la cama”, podemos también decir, que cuando menos, y según la
leyenda que corre del vasco, y que era difícil de comprobar hasta ahora, y
pensando en Imanol Alguacil: “Un vasco emocionado, siempre es un vasco
emocionado”.
*FOTO Y VIDEO: DE LA RED