Hay personas que “cuidan” tanto su dinero que
popularmente se suele decir que tienen cocodrilos en el bolsillo,
aunque en estos tiempos de crisis hasta los cocodrilos se han ido intentando
encontrar algo que comer. Y quien más o quien menos se busca la vida como puede,
y además es mejor que no desvele su “truco” para sobrevivir moralmente a nadie,
porque en este país hasta las paredes oyen, y seguro que de un día para otro
aparecería un nuevo impuesto sobre lo que a ti te ayudaba a subir la moral.
Muchos de mis seguidores saben que me encanta el cine, y
que mi película favorita es “Doctor Zhivago”, pero reconozco
también que esa historia no es para recordarla todos los días porque, entre
otras cosas, y espero que no se me acuse de “spoiler” (o destripador
de finales), después de tantos años, ya todo el mundo sabe que no acaba
bien, es decir, como la vida misma. Por eso, como terapia emocional, y cuando tengo que andar con mucho
cuidado para no pisarme la moral, he de confesar que me atizo una sesión de “Notting
Hill” en vena, y me quedo como nuevo.
Ya sé que me diréis que es un cuento, un cuento
ambientado en la actualidad, pero un cuento. Eso sí, esta vez es la princesa quien planta un beso
al ceniciento que se convierte en príncipe. Y puestos a que en esta sociedad
nos cuenten cuentos y milongas para robarnos la cartera, siempre viene bien una
historia con bonito final y llena de buenas intenciones, salpicada de humor
inglés para que entre risa y risa, las lágrimas no resbalen por la cara sino
que salpiquen directamente al que está al lado.
En mi caso además influye que tengo muy buenos recuerdos
de Londres, y estoy convencido desde hace muchos años, de que en esa ciudad, y
solo en ella, cualquier cosa es posible, como que alguien vaya en pijama por la
calle y nadie lo mire, y si lo digo, es porque tengo pruebas.
Espero que tras esta confesión a nadie se le ocurra
incrementar más el IVA a las películas dulces, ya que me imagino que los
políticos no leen este tipo de blog, porque entre otras cosas cuando no
ejercen su profesión deben de estar muy ocupados contando la fortuna que están
amasando, o cómo “moldear” las leyes a su manera. Además, es bien sabido que el
corazón y los sentimientos están bastante alejados de la cartera, y solo deseo, que algún día al meter su mano en su bolsillo, encuentren los cocodrilos que
emigraron del mío por no poder sobrevivir en él.
*FOTO: DE LA RED