Entre una España cabreada por carreteras cortadas a las primeras de cambio por nieve y más nieve, y otra sorprendida porque el Grupo Zeta va a cerrar las revistas Tiempo e Interviú, comenzamos, ya en la práctica, el nuevo año sin el mayor atisbo, por fin, de las Navidades y la cursilería y sentimentalismo a granel que le rodea.
Este vecino del mundo antes de que nadie pregunte, es de aquellos de la segundo opción, Interviú, y eso que nunca ha comprado ninguna de las dos revistas. Tanto está revista como Tiempo, son uno de los mayores ejemplos de una España aprendiendo andar por los caminos democráticos, e inevitablemente algo nuestro desaparecerá con ellas que sólo el recuerdo lo podrá sostener...
Aún estoy viendo a aquella Pepa Flores de la décimo sexta portada de Interviú, que recordaba más a la Lara del Doctor Zhivago de David Lean, que a la Marisol de los tiempos del Generalísimo, y que nos hizo a muchos prestar atención a aquella revista.
Quizás porque el vecino del mundo de aquella época se ve con más de todo, especialmente inocencia y ganas de colaborar, y menos kilos de grasa y mala leche acumulada.
Sin embargo, ayer por la radio, de madrugada, oí una noticia que me hizo sonreír mientras me resarcía, un poco, de esa inocencia perdida.
Se ha conseguido, en Estados Unidos, el primer medicamento que lleva una especie de microchip y cuando lo tomas te manda un mensaje al móvil diciendo que ya lo has tomado. Está dirigido especialmente a los que sufren de esquizofrenia, y el mensaje se envía a él y a tres personas más encargadas de su cuidado.
Dentro de unos años, cuanto más tarde mejor, ya estoy imaginando mi cuerpo, por ejemplo, convertido en una especie de parque temático de las enfermedades, y con una colección de mensajes recibidos desde mi yo más íntimo, con ese medicamento oriental en el que cada una de sus partículas lleva, remedando a sus mayores, una cámara de fotos mientras fotografía mi cuerpo. Más cercano a "Un viaje alucinante", aquella delirante, por lo atrevida, película de Richard Fleischer, de 1966, con Stephen Boyd y Raquel Welch, en la que unos científicos se embarcaban, y nunca mejor dicho, en un viaje por nuestro interior. Seguro, eso sí, que mucho más seguro y corto, que el que muchos españoles hicieron el pasado sábado, y que terminaron en el mejor de los casos, ayer domingo.
*FOTO: DE LA RED