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domingo, 1 de mayo de 2016

SUEÑOS DE DIFÍCIL DIGESTIÓN



La verdad, hoy he tenido una noche agitada, me he despertado sudando. No, tristemente estaba solo. Pero he tenido un sueño, aunque no sé si calificarlo de erótico o masoquista. Me explicaré.


Hasta ahora este vecino del mundo siempre ha tenido claro por qué acera de la vida camina, y lo que es más importante, quiere caminar, y si fuera por la otra, pues tampoco habría ningún problema.


Por el camino elegido, miro más a las mujeres, aunque con la mía, La Nuri, tengo más que suficiente. Por eso, lo de esta noche más que ser extraño, creo que puede estar lindando en el delito, por mis ideas, por mis tendencias, y teniendo en cuenta quién protagonizaba mis sueños.


Por la duración de este sueño, y teniendo en cuenta que normalmente luego recuerdas solo ráfagas de él, lo de esta noche pasada vendría a ser, por el metraje,  como Ben-Hur y el Doctor Zhivago, juntas las pelis, y sin descanso. Y es que tener a todo un Paco Marhuenda (sí, lo reconozco) loquito por tus huesos ha sido muy fuerte.


¡Ojo! Yo asumo que el Señor Marhuenda real tendrá esposa, pareja o lo que fuere que tenga a bien, y además no quisiera que me empapelara con toda la razón por difamación, o cosa similar, pero en este caso no sé si mi subconsciente se había fumado unos cuantos porros y quizás algún “tripi”, pero el Señor Marhuenda de mis sueños, suena hasta romántico, se ha pasado la noche lanzándome requiebros a la vieja usanza.


Quizás motivado por la imagen que él da por televisión, en esas largas noches sabatinas en “La sexta”, ha sido intenso y cansino. Eso sí, para depositarme su amor, como él (solo el de los sueños se entiende) me ha dicho, primero se ha cerciorado hasta la extenuación que yo ni era, ni nunca iba ser, de Podemos. Que en el juego democrático entendía que hasta pudiera ser del Psoe, eso me decía en el sueño, aunque para él no sería la mejor opción.


Al despertarme, y en vista de la “visita” nocturna, he recordado que ayer lo último que vi por televisión fue el programa de la sexta en el que él interviene. Me he jurado no sé si por mi o por él, que en el futuro evitaré ver un programa informativo antes de ir a dormir, porque como algunas comidas, son de difícil digestión. Cuando menos, y a las pruebas me remito, no debe ser muy “higiénico” para la salud.


De todas maneras cualquier guionista que cogiera al vuelo la “idea” que se puede desprender de mi “inocente” sueño, podría equiparar la historia con la mismísima “Pesadilla en Elm Street”, con un Marhuenda, ya solo le faltaba eso, emboscado en los sueños, para darte la vara e inculcarte su manera de ver la vida…, buscando discípulos entre los sueños, sin que te puedas defender.


Por cierto, he leído, buscando documentación tras el sueño, que el Señor Marhuenda tiene tanto trabajo que sólo duerme cuatro horas al día, aunque, y lo dice en la entrevista, muy concentrado. La verdad es que muchas veces en el programa de los sábados se puede apreciar más de una vez que está cansado y hastiado, más de las veces por sentirse un incomprendido. Visto lo visto, si compartiera un poco de su trabajo, hasta podrían bajar un poco las cifras del paro…


Quizás, y solo quizás, con tanto trabajo, a lo mejor el Señor Marhuenda no se entera de la mitad de lo que pasa, y por eso piensa como piensa. De todas maneras, con él se confirma, que tener siempre la razón (él está convencido) tampoco da la felicidad. Quizás, es probable, sufra por tanto confundido e indocumentado….


Me pregunto, ya para terminar, si lo ocurrido esta noche se puede considerar como una cita a ciegas, porque yo desde luego tenía los ojos bien cerrados...



*FOTO: DE LA RED

viernes, 10 de octubre de 2014

UN TRUCO PARA SABER SI ESTÁS VIVO, O LA FILOSOFÍA DE SALLY BOWLES


No hace falta decir que en esta sociedad actual en la que precisamente ahora se puede hablar con gente de todas partes del mundo en décimas de segundo, lo que falta precisamente es comunicación.
Todo el mundo mueve el culo por lo suyo, y nada más que por lo suyo. Vas caminando por la acera de una gran ciudad y si en ese momento hay doscientas personas delante y al lado tuyo, en realidad hay doscientas islas. Nadie tiende puentes. Por eso es necesario que cada uno actúe muchas veces como su propio psicólogo de cabecera. De hecho, una de las razones para crear este blog, y siempre que viene al caso, no me duelen prendas en reconocerlo, es que me sirviera de terapia para hablar conmigo mismo, soy poco accesible, lo reconozco, y si de paso podía servir de ayuda, o solo de triste y melancólico “pasatiempo”, pues eso…que menos da una piedra.
Recuerdo que con unos dieciséis años, y con los problemas de comunicación correspondientes, ya que, con esa edad, no eres ni niño ni adulto, me refugiaba en el cine, una de mis grandes pasiones. Un día vi la película “Cabaret”, un musical espléndido por cierto, y en ella Sally Bowles, encarnado por una dura y frágil Liza Minelli, en un momento dado cuenta su, digamos, “truco de cabecera” para soltar todas sus tensiones, y es el aprovechar el paso de los ruidosos trenes por la noche para ponerse al lado y gritar con todas sus fuerzas.
Siempre he pensado que los buenos “trucos”, “consejos”…son para copiarlos, y nunca he gritado al paso de un tren, pero ¿quién no lo ha hecho en grandes aglomeraciones, como un partido de fútbol, por ejemplo, para soltar todo lo que llevas dentro, aunque lo pague, y es una pena, la madre del árbitro?
Desde que vi la película “El sexto sentido”, y en este punto quizás me voy a convertir en cierta manera en un “spoiler”, o estropear el final de la citada película, tengo la sensación de que, llegado el caso, puede ser difícil distinguir entre si simplemente estás muerto o  la gente de alrededor no te hace ni puñetero caso.
Por eso, aprovechando la filosofía de Sally Bowles, y utilizando las posibilidades que tengo a mi alcance, esos días, especialmente lluviosos, o desagradables, en los que no te saludas ni a ti mismo, salgo a la calle y muy cerca hay una entidad bancaria. Intento entrar en ella, y... automáticamente la puerta se abre. ¡Ya está! Aunque nadie me lo quiera reconocer…¡Sigo vivo! Que no es poca cosa, en estos días inciertos. Y ya me puedo ir para casa, o para donde estime conveniente.
Espero que todo esto, lo hayáis leído bajito, porque para una cosa, y tan importante, que la banca te ofrece gratis, como que se abran las puertas de sus establecimientos, es mejor que no se enteren que pueden tener también una utilidad, digamos que existencial.  No sea que nos quieran cobrar también por eso, y seguro que bien caro.

*FOTO: DE LA RED

martes, 1 de abril de 2014

Y PARECE QUE FUE AYER...

Y parece que fue ayer cuando jugaba a ser mayor, cuando los días eran interminables, cada momento una aventura. No entendía la seriedad de los mayores, ni sus códigos, ni que detrás de un adulto se escondiera un niño jubilado.
Y parece que fue ayer, y ya he olvidado el no querer ser como mis padres, mayores y serios, el  anteponer el juicio por encima del corazón.
En un armario han quedado colgados aquellos sueños que fueron mi piel. Y es que la vida te va pelando como a una cebolla, quitando la inocencia que era tu ley. Los años te han enseñado a preguntar el por qué, el  interesarte por el destino antes de comenzar el viaje, el intentar ver lo que viene detrás de la curva antes de tomarla, la respuesta antes del problema.
El futuro era ser mayor, venir de la mili, y mientras, aprendías a escribir con pluma sobre renglones marcados, a dejar tu marca en el pupitre de madera. Y todas las tardes eran merienda de pan con nata y radionovela al fondo.
No importaba el ayer, porque estabas convencido de que habría muchos, y el mañana quedaba muy lejano, casi tanto como el final del curso. 
En el mundo de los niños solo había dos estaciones, el colegio y el verano. La primera estación, llena de preguntas sin respuesta y regla en la mano, duraba mucho más que aquellos días en la playa o jugando a fútbol. Días de niños, o de niñas, pero siempre separados.
Domingos de misa mayor, de pelo con agua y raya, con ropa de día de fiesta, y de colección de cromos pegados con harina. Domingos de sesión infantil en el cine para los niños, y de bailables en la plaza para los mayores.
Recuerdos de ayer vistos desde la acera del hoy. El mañana nunca llega, porque siempre es hoy o el recuerdo del presente caducado.
Y parece que fue ayer, y en el fondo sigo siendo un niño jugando a ser mi padre, mayor y serio. 

*FOTOGRAMA: DE LA PELÍCULA "LOS CUATROCIENTOS                                       GOLPES",  DE  FRANÇOIS TRUFFAUT