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martes, 30 de mayo de 2017

CREENCIAS INCONVENIENTES


En el fondo, siempre he creído que los mozos de los Sanfermines nunca van a casa de un año para otro, no tienen casa, y se pasan el tiempo escondidos. Por eso, durante las fiestas, no paran de cantar y bailar, para desquitarse.

Estoy convencido de que los políticos son una especie de “replicantes” que no tienen ni corazón, ni por supuesto sangre que se les congele con las injusticias. Ante la pregunta de quién los fabrica, naturalmente, "los poderosos" que tienen muchísimo dinero. ¿No se nota?

Siempre he creído que perdemos la inocencia el primer día que nos hablan de “usted” para preguntarnos qué hora es y, a partir de ese momento, comenzamos a almacenar muy mala leche.

Tengo la continua e inquietante sospecha, llámeme loco, de que existe un departamento del gobierno, de los gobiernos en general, encargado de inocular enfermedades a los jubilados, o de pergeñar sucesos que parezcan “un accidente”, con el fin de que vayan dejando “dinero libre” para otros asuntos más importantes; siempre por el bien de su país.

Convencido de que uno no se siente cada vez más mayor por las arrugas, sino porque cada vez hay menos gente que conozca usos, costumbres e “inventos antiguos” que “explicas que una vez existieron, y que lees en la cara de tu interlocutor “el abuelete ya está contando batallitas otra vez”.

Las redes sociales, especialmente Twitter, actúan como los perros de un pastor.  Te van acotando tu sitio para que te vayas moviendo según sus deseos.

Cada vez que veo, en nuestras zonas costeras especialmente, a turistas jóvenes extranjeros, los guiris de toda la vida, que nos siguen mirando desde arriba, y estoy seguro que no es por su altura, comprando refrescos y bebidas con alcohol para obviamente practicar “botellón”, me pregunto si es éste el turismo de calidad que nos predican.

Desde que me enteré que las políticas del gobierno van encaminadas a que desaparezcan “Humanidades” en la Universidad, estoy convencido que lo hacen porque no sería políticamente  correcto “prohibir aprender  a leer”. Y, por ahora, sólo por ahora, se conforman con que no aprendamos a pensar…

-¿Lo mío es grave, doctor? 

*FOTO: DE LA RED

miércoles, 1 de febrero de 2017

SER MALA PERSONA ES UNA OPCIÓN MÁS



Está claro  que uno no se empieza a sentir mayor, porque todo es cuestión de sentimientos y de raciocinio, la primera vez que a uno le llaman "señor", ni por preguntarle la hora, ni por si tiene fuego, sino al ir comprobando lo rápido que pasa el tiempo, el sentir el déjà vu de las mismas circunstancias, de los mismos problemas..

Y…ya estamos en Febrero. Todavía no he acabado de hacer la lista de los célebres propósitos de año nuevo, y en mi familia ya se están preguntando cuándo es Carnavales, y La Nuri, mi sufrida, seguro que ya estará encargando algún regalo para San Valentín. Lo cual, en sí, está muy bien, yo también estoy en ello, lo admito, por aquello de que la ilusión continúe en el aire, como un buen ambientador que se precie.

Sin embargo, este vecino del mundo no sabe si está perdiendo reflejos, pero el vals con el que estamos siempre bailando, le da la sensación de que cada vez coge más velocidad, y uno no sabe si se va a lesionar o se va a marear, pero algo, seguro, que va a pasar; incluso, en los tiempos en que nos encontramos, de imposición en imposición, hasta que se prohíba bailar. Eso sí, siempre por nuestro bien, pero seguro que, además, nos hacen pagar hasta a los músicos.

Y es que ya no te dejan ni practicar los viejos hábitos de las quejas. Quejarse por llover, por ejemplo. Siempre ha sido sano, al menos como conversación de ascensor. Pero ahora ya no es admisible, porque llover, significará, así lo desveló el Señor Rajoy, que bajará el precio de la electricidad.

Uno ya tiene la sensación, más de una vez, con todo lo que observa, y muchas veces por la no reacción de los demás, como constatación de que ya tragan todo, que estamos en una broma pesada y que hay cámaras ocultas para convertir hasta la inoperancia, o incluso la insensatez, en negocio para unos cuantos.

Una de las últimas decepciones, si se le puede decir así, porque a ciencia cierta nada se puede garantizar, el papelón de “El hormiguero” como una especie de jarabe para que no nos dolieran las amígdalas por todo lo que querían que tragáramos, en una especie de reinvención de la historia de Isabel Pantoja.

Demostraron, Pablo Motos y los suyos, que por un momento televisivo, quizás, "El momento televisivo", se supone que puntero donde los haya, eran capaces no solo de cambiar el formato, sino de intentar tomarnos, primero por amnésicos, y luego, o a la vez, por tontos.

Previamente, este vecino del mundo, ya se había negado a ver el programa pero hubo algún momento en el que tuvo que sucumbir, pues La Nuri, mi sufrida, es mucho, y había tomada secuestrada la televisión hasta que terminara el programa. Y este vecino pudo comprobar que no fueron capaces ni de preguntarle por sus célebres salidas de tono como aquel: “Dientes, dientes, que es lo que les jode”, o el no menos recordado: “Cómprate una vida”, humillante de la forma y maneras que se lo dijo a la periodista destajista a la que le tocó por destinos de la vida. Y pintaron esas frases, hay que joderse, como "frases curiosas que la gente ha copiado". Lo que hay que hacer, presuntamente, para promocionar una gira y un disco.

Al oír eso, sinceramente, a este vecino del mundo le entraron unas ganas enormes de que de la misma manera le contaran “la otra visión que pudieran tener ellos de Hitler”, y con ello, en ningún momento la estoy comparando con él, sino de lo descabellado de la situación.

Este vecino del mundo, desde la azotea de sus sesenta años, cada vez va teniendo como seguras más cosas. Y hoy ya tiene dos más.
Una, la primera, es que nunca es bueno insultar a la gente, pero sí se puede, es cuestión de opiniones, catalogarlas como buenas, o malas, más que nada como “consumo personal”. Y desde hace mucho tiempo, este vecino del mundo tiene catalogada a Isabel Pantoja, como una “mala persona”, y no con la diplomacia actual diciendo eso de "personas tóxicas".


La otra, la segunda, es que al menos durante un tiempo este vecino va a dejar de ver “El hormiguero”, y si tuviera La otra Zarzuela, como ente que velara por sus intereses, lo haría público como “Cese temporal de la convivencia matrimonial entre este vecino del mundo y El Hormiguero”. Nos vamos a dar un tiempo, y el tiempo, siempre sabio, hablará. 

Si antes, prácticamente he comenzado diciendo “Y… ya estamos en Febrero”, ahora es más exacto decir “Y… todavía estamos en Febrero”.

*FOTO: DE LA RED

martes, 1 de abril de 2014

Y PARECE QUE FUE AYER...

Y parece que fue ayer cuando jugaba a ser mayor, cuando los días eran interminables, cada momento una aventura. No entendía la seriedad de los mayores, ni sus códigos, ni que detrás de un adulto se escondiera un niño jubilado.
Y parece que fue ayer, y ya he olvidado el no querer ser como mis padres, mayores y serios, el  anteponer el juicio por encima del corazón.
En un armario han quedado colgados aquellos sueños que fueron mi piel. Y es que la vida te va pelando como a una cebolla, quitando la inocencia que era tu ley. Los años te han enseñado a preguntar el por qué, el  interesarte por el destino antes de comenzar el viaje, el intentar ver lo que viene detrás de la curva antes de tomarla, la respuesta antes del problema.
El futuro era ser mayor, venir de la mili, y mientras, aprendías a escribir con pluma sobre renglones marcados, a dejar tu marca en el pupitre de madera. Y todas las tardes eran merienda de pan con nata y radionovela al fondo.
No importaba el ayer, porque estabas convencido de que habría muchos, y el mañana quedaba muy lejano, casi tanto como el final del curso. 
En el mundo de los niños solo había dos estaciones, el colegio y el verano. La primera estación, llena de preguntas sin respuesta y regla en la mano, duraba mucho más que aquellos días en la playa o jugando a fútbol. Días de niños, o de niñas, pero siempre separados.
Domingos de misa mayor, de pelo con agua y raya, con ropa de día de fiesta, y de colección de cromos pegados con harina. Domingos de sesión infantil en el cine para los niños, y de bailables en la plaza para los mayores.
Recuerdos de ayer vistos desde la acera del hoy. El mañana nunca llega, porque siempre es hoy o el recuerdo del presente caducado.
Y parece que fue ayer, y en el fondo sigo siendo un niño jugando a ser mi padre, mayor y serio. 

*FOTOGRAMA: DE LA PELÍCULA "LOS CUATROCIENTOS                                       GOLPES",  DE  FRANÇOIS TRUFFAUT

lunes, 30 de diciembre de 2013

FIGURAS DEL AÑO

Uno se va dando cuenta de que se está haciendo mayor, no cuando por primera vez un chaval joven al preguntarle la hora le habla de usted, que también, ni cuando observa lo viejos que se han vuelto personas de su edad, que también, sino cuando quiere hacer una reunión de amigos, de la “cuadrilla” que se dice aquí, y cada vez hay más sillas libres. Y ese cartón del bingo, aunque no lo compremos, tarde o temprano nos va a tocar…
Y mientras, intentamos hacer ver que lo único que se hace viejo es el año, otro que se va. Por cierto, se están diciendo los mismos “latiguillos” que en el año pasado por estas mismas fechas: un nuevo año con “ya” crecimiento del empleo y la crisis “prácticamente” ya queda atrás.
Todos sabemos que el “prácticamente” equivale al “casi”, como en aquel chiste del que follaba, con perdón (de la Iglesia, especialmente), casi todos los días, casi los lunes, casi los martes…
Pues eso,  que el español medio es casi millonario. Y es que la moral no nos quita nadie, en los dos sentidos, porque aunque ya han pasado bastantes años de que el otrora “generalísimo” se fuera a la conquista de la luz detrás del túnel, la Iglesia sigue teniendo en España mucho peso, y quiere seguir dictando la moda religiosa en esta pasarela que es España, cuando ya no se lleva el prêt-à-porter religioso, sino que cada uno busca la religión, si lo hace, a su manera. Y, quizás, eso, el que mejor lo ha visto es el Papa Francisco, nombrado en muchos foros “figura del año”, y seguro que dentro de sus filas, para más de uno habrá supuesto una sorpresa desagradable, no su manera de pensar, sino lo que es más importante, su manera de actuar.
Y es que al final lo único que cuenta no son las intenciones, buenísimas al comienzo de cada año, sino los “actos”, que salvo honrosas excepciones siempre suele ser más de lo mismo.
Quizás por eso, el discurso de Noche Buena del Rey de los campechanos, cada vez es más corto, porque con la sabiduría que dan los años, y volvemos otra vez al paso del tiempo, Juan Carlos sabe que cuanto menos hable, en menos meterá la pata, y con lo maltrechas que tiene las piernas, y la cadera, otra caída, aunque solo sea metafórica, sería fatal para su salud, democrática y de la otra.

*FOTO: DE LA RED