Está claro que uno
no se empieza a sentir mayor, porque todo es cuestión de sentimientos y de
raciocinio, la primera vez que a uno le llaman "señor", ni por preguntarle la
hora, ni por si tiene fuego, sino al ir comprobando lo rápido que pasa el
tiempo, el sentir el déjà vu de las mismas circunstancias, de los mismos
problemas..
Y…ya estamos en Febrero. Todavía no he acabado de hacer
la lista de los célebres propósitos de año nuevo, y en mi familia ya se están
preguntando cuándo es Carnavales, y La Nuri, mi sufrida, seguro que ya estará
encargando algún regalo para San Valentín. Lo cual, en sí, está muy bien, yo
también estoy en ello, lo admito, por aquello de que la ilusión continúe en el
aire, como un buen ambientador que se precie.
Sin embargo, este vecino del mundo no sabe si está
perdiendo reflejos, pero el vals con el que estamos siempre bailando, le da la sensación
de que cada vez coge más velocidad, y uno no sabe si se va a lesionar o se va a
marear, pero algo, seguro, que va a pasar; incluso, en los tiempos en que nos
encontramos, de imposición en imposición, hasta que se prohíba bailar. Eso sí,
siempre por nuestro bien, pero seguro que, además, nos hacen pagar hasta a los músicos.
Y es que ya no te dejan ni practicar los viejos hábitos de las quejas.
Quejarse por llover, por ejemplo. Siempre ha sido sano, al menos como
conversación de ascensor. Pero ahora ya no es admisible, porque llover,
significará, así lo desveló el Señor Rajoy, que bajará el precio de la
electricidad.
Uno ya tiene la sensación, más de una vez, con todo lo
que observa, y muchas veces por la no reacción de los demás, como constatación
de que ya tragan todo, que estamos en
una broma pesada y que hay cámaras ocultas para convertir hasta la inoperancia,
o incluso la insensatez, en negocio para unos cuantos.
Una de las últimas decepciones, si se le puede decir así,
porque a ciencia cierta nada se puede garantizar, el papelón de “El hormiguero”
como una especie de jarabe para que no nos dolieran las amígdalas por todo lo
que querían que tragáramos, en una especie de reinvención de la historia de Isabel Pantoja.
Demostraron, Pablo Motos y los suyos, que por un momento televisivo, quizás, "El momento televisivo", se supone que
puntero donde los haya, eran capaces no solo de cambiar el formato, sino de
intentar tomarnos, primero por amnésicos, y luego, o a la vez, por tontos.
Previamente, este vecino del mundo, ya se había negado a
ver el programa pero hubo algún momento en el que tuvo que sucumbir, pues La
Nuri, mi sufrida, es mucho, y había tomada secuestrada la televisión hasta
que terminara el programa. Y este vecino pudo comprobar que no fueron capaces
ni de preguntarle por sus célebres salidas de tono como aquel: “Dientes, dientes,
que es lo que les jode”, o el no menos recordado: “Cómprate una vida”,
humillante de la forma y maneras que se lo dijo a la periodista destajista a la
que le tocó por destinos de la vida. Y pintaron esas frases, hay que joderse,
como "frases curiosas que la gente ha copiado". Lo que hay que hacer, presuntamente, para promocionar una gira y un disco.
Al oír eso, sinceramente, a este vecino del mundo le
entraron unas ganas enormes de que de la misma manera le contaran “la otra
visión que pudieran tener ellos de Hitler”, y con ello, en ningún momento la
estoy comparando con él, sino de lo descabellado de la situación.
Este vecino del mundo, desde la azotea de sus sesenta años,
cada vez va teniendo como seguras más cosas. Y hoy ya tiene dos más.
Una, la primera, es que nunca es bueno insultar a la
gente, pero sí se puede, es cuestión de opiniones, catalogarlas como buenas, o
malas, más que nada como “consumo personal”. Y desde hace mucho tiempo, este
vecino del mundo tiene catalogada a Isabel Pantoja, como una “mala persona”, y no con la diplomacia actual diciendo eso de "personas tóxicas".
La otra, la segunda, es que al menos durante un tiempo
este vecino va a dejar de ver “El hormiguero”, y si tuviera La otra Zarzuela, como ente que velara por sus intereses, lo haría público como “Cese temporal de la
convivencia matrimonial entre este vecino del mundo y El Hormiguero”. Nos vamos
a dar un tiempo, y el tiempo, siempre sabio, hablará.
Si antes, prácticamente he comenzado
diciendo “Y… ya estamos en Febrero”, ahora es más exacto decir “Y… todavía
estamos en Febrero”.
*FOTO: DE LA RED