Quizás sea porque uno que ya está vacunado por la experiencia
de la vida, y solo tiene miedo así mismo porque lo demás, salvo excepciones,
ya se ve venir, tras levantarme y aterrizar leyendo las
principales noticias de ese día, o en realidad del día anterior, y dando una vuelta
por Twitter, para no decir en plural eso de “redes sociales”, me doy cuenta al verlo como “Hashtag”, tendencia o etiqueta del día, de que es “Martes y trece”.
Por un momento, y no va con coña, he creído que era 31
de Diciembre de hace muchos años, y que está noche íbamos a tener el show de la
pareja de cómicos que nos visitaban todos los años en esa misma fecha. Pero, claro,
inmediatamente me he dado cuenta de que entonces no había internet, ni mucho
menos Twitter.
De todas maneras, me pregunto si hace falta avisar para estar alerta hoy por ejemplo, cuando cada día
nos levantamos como si fuera, no el comienzo que suele ser más tranquilito,
sino el final de una película de acción en su punto más movidito.
En nuestros días, y convendréis conmigo, no hay
jornada que en algún aspecto alguien nos robe la cartera. Ya comenzando,
quizás, con esa llamada al telefonillo del portal, que cuando te pones, resulta que es el
cartero para dejar algo a … tu vecino. Hay 114 familias en un portal con tres escaleras, y no hay día que no te toque a ti, que tienes tu casa en un cuarto, y que prácticamente,
salvo tu familia, esperemos que sea para bien, y Montoro, nadie sabe que vives,
o en el peor de los casos, que sobrevives allí.
Y alguien, mucha gente si es “tendencia”, parece preocuparse de
lo que pueda pasar un Martes 13.
Existen muchísimas posibilidades de que tal
como estamos en un país donde la actualidad diaria es más sorprendente que una
película mezcla de Buñuel, Berlanga y Almodóvar, y donde el que gobierna
solo espera que pasen los días sin el menor de los problemas, es perfectamente posible que ese día sea
mejor que los anteriores. Quizás, porque llamen a tu puerta y alguien te abrace, creyendo tal vez que está un piso más arriba o más abajo, pero te abraza, y además no
te quiere ni robar la cartera ni pegarte una enfermedad venérea. ¡Has tenido
suerte, y disfrútalo!
Tras estos momentos de posible euforia,
me ha dado por verme, en un improbable flash-back, en los comienzos de los sesenta, todavía muy niño, y en la
orilla de la playa. Sobre la arena está escrito en letras grandes y húmedas, "13
de Febrero". Al mirar al mar, alguien ha escrito de alguna manera en letras tan
blancas como la espuma de las olas, “14 de Febrero, San Valentín”. Y sabiendo
todo lo que mi “amatxo” me ha dicho siempre de que no me meta en el agua sin
haber hecho la digestión, ante tanto contraste, tengo el presentimiento de
que me pueda pasar algo al cambiar de días con significados tan diferentes. Y …
corro hacia la seguridad de mi toalla.
Hay algunos días que ante tanto sinsentido, uno huye
hacia unos recuerdos metamorfoseados de una niñez en la que sí fue feliz.
*FOTO: DE LA RED