Ayer fue mi cumpleaños, y mirándome en el espejo mientras me limpiaba los dientes, conseguí no apartar esos ojos inquisitivos, y me
hice comprender de que si no me cuido yo, quién me va a cuidar. Y aquí estoy,
limpiando la lechuga para la ensalada del mediodía. Lechuga, y cebolleta, por
aquello de lo que se come se cría, con unas lágrimas de aceite y vinagre , y un
poco de sal a modo de caspa. Nada más, y nada menos, que hay seguro quien
estará peor.
Alguna vez me ha pasado, que con el objetivo en mente de
hacerme una ensalada de lechuga, he comenzado a improvisar más ingredientes, y
al final se me ha olvidado la lechuga.
Uno, este vecino del mundo, va cumpliendo años y quiere
seguir cumpliendo más. Por sobrevivir también, no vamos a mentir, pero sobre
todo para joder al gobierno y que no baje, por aburrimiento o deceso, la cifra
del paro, y que luego ellos digan que es por su buena gestión. Eso no me lo
permitiría nunca, ni en el más allá.
Por cierto, ayer al mediodía pasaba por el Boulevard, en el
centro de Donosti, y como había oído hablar de que un día de éstos comenzaba
la vigésimo
sexta edición de la Muestra de Teatro Joven, por un momento, pensé que
había teatro en una carpa blanca instalada muy cerca del quiosco de música, no
una carpa cualquiera, que estamos hablando
de Donosti y para Donosti, una carpa digamos que con pedigrí. Cuando estaba
gozando con el humor irónico y socarrón del actor principal, aunque desde un
primer momento me pareció un poco sobreactuado, me di cuenta de que me estaba
confundiendo, y que en realidad era el lehendakari, Iñigo Urkullu. Siguiendo
con el ambiente teatral, aclararé que, como todos los partidos estos días, está intentando llevar su última obra a
Europa, es decir, ganar uno de los pasaportes europeos que se “sortearán” el
día 25.
Mientras, lo dicho, el vecino limpiando lechuga. Por este
tipo de cosas, este vecino, y espero que vosotros también, se tiene que cuidar,
porque tiene que dar mucha “lata” todavía, y que el dinero que gana un
político, se lo tenga que currar, y bien.
Parece que me he levantado reivindicativo, ya
perdonaréis, pero es que quizás, la culpa no es mía, y ocurre como con Mouriño,
que acaban metiendo el dedo en el ojo, porque no quiero pensar que la política es eso: lechuga y teatro.
*FOTO: DE LA RED