En esta última entrega de James Bond, Skyfall, lo que
guía al malo a diferencia de las anteriores películas, no es las ganas de
gobernar el mundo, sino un deseo de venganza, lo cual hace al guión más de
carne y hueso, sin que se resienta, cree este vecino, a los ojos de todo
seguidor de la saga.
Aunque sigue habiendo dos bandos diferenciados, los malos
y los buenos, éstos no son tan buenos, y el malo tiene razones para intentar
vengarse.
El personaje de James Bond en esta nueva entrega es mucho
más vulnerable, y con un punto de hastío hasta para ligar. Llegados a este
punto, digamos que la lista de las llamadas mujeres Bond es mucho menor que en
las anteriores aventuras, siendo muy importante el papel de Naomi Harris, que
por lo que se presupone no será su última aparición en la serie, y actualiza el
rol de la mujer en la actualidad.
Con una Judi Dench, en el papel de M esplendida, y una
banda sonora de Thomas Newman más que eficaz, escucharemos una preciosa canción
de Adele, aunque como ya viene siendo habitual en estas películas, suena a ya
oída, y ésto siempre puede ser bueno o malo, pero es un valor seguro.
Soplan malos vientos para el MI6, y los hombres
encargados de la seguridad del país, y sus métodos, ya son más que discutidos por los políticos
del momento. Por si ésto fuera poco, el personaje de Javier Bardem, del que no
contaremos sus orígenes pero son muy importantes en la trama de la película,
los pone en jaque, haciendo temblar los cimientos de la seguridad británica.
Sam Mendes, director proveniente del teatro, con buena
puesta en escena, está más que claro, viendo la película, que confiaba
plenamente en el Señor Bardem, y a mi personal parecer le ha dado carta blanca
para crear su personaje, y tiempo y escenas más que suficientes, en las que el
malo Bardem, aquí en la piel de Silva, se luce con una ductilidad que para sí
la hubiera querido el mismísimo Brandon. La maldad del citado personaje no se
muestra, lo sugiere su puesta en escena desde el primer segundo.
En este punto conviene aconsejar el intentar ver la
película en versión original, para poder calibrar en toda su altura,
especialmente el papel del Señor Bardem hasta en su dicción.
Esta vez la trama nos lleva por menos paisajes exóticos,
pero sigue habiendo varios viajes. Lo mismo que el mal puede estar en las
entrañas del mismo sistema de seguridad, hay dos viajes muy interesantes, uno
por las mismas entrañas de Londres, y el otro a las raíces del mismo Bond.
Con una fotografía mucho más oscura, esta entrega es
menos fantástica y más cercana, menos tecnológica y con una cierta poesía en la
soledad de los personajes y de los cimientos que les vieron crecer.
Antes de terminar, este vecino del mundo sugiere fijarse
en la renovación, y juventud, de los personajes que siempre acompañan a Bond,
con lo cual, y en cierta manera, nos están desvelando que hay Bond, James Bond,
para rato. Y eso es bueno para asegurarnos la paz mundial y nuestro futuro
entretenimiento.
*FOTO: DE LA RED