Si por algo está este vecino del mundo orgulloso es
porque desde esta atalaya, A TROCHE Y MOCHE, que el próximo agosto cumplirá seis años, ha observado, y por supuesto se ha sentido observado, en una especie de
ejercicio de ida y vuelta, siempre diciendo
lo que le ha salido de las entrañas porque le parecía justo lo que en
cada momento exponía. Cuidando siempre las formas, y prefiriendo dejar algo
en el tintero, y sustituyéndolo por ironía, antes que faltar por faltar.
Lo que ocurre es que hoy no me puedo callar tampoco,
aunque me resultaría más cómodo mirar para otro lado, pero cuando algo no me
parece justo, debo decirlo.
Para estas horas todos sabemos ya que tenemos concursante, Barei, para el Festival de Eurovisión de este año, aunque la mayoría todavía no
“domine” su nombre porque también para esa gran mayoría sigue siendo una
desconocida, lo cual no quiere decir que no lleve mucho años, desde el 2001, en
el mundo de la música.
Sin embargo, hoy han salido a la palestra unas
informaciones que en la humilde opinión de este vecino del mundo pueden dar
otra visión de la “ceremonia” del lunes pasado.
De Bárbara Reyzábal González-Aller, verdadero
nombre de Barei, pocos sabían en ese momento que pertenece a una familia, por
lo que dicen, multimillonaria: Los Reyzábal.
El abuelo de Bárbara fue el burgalés Julián Reyzábal
Delgado (1903-1978), un campesino emigrado, que como se suele decir resultó ser
un lince en los negocios, y entre otras cosas llegó a fundar la productora
“Ízaro Films”, con muchos éxitos del cine español de los setenta, incluyendo
las pelis de Esteso y Pajares. Y siendo propietario de muchas de las mejores
salas de cine de Madrid, ejercía con sus películas como “Juan Palomo”.
También fue el propietario del Windsor, aquel gran
edificio y que los más jóvenes recordarán especialmente por su incendio. De la famosa Torre Picasso se dice por
ejemplo, que la familia tiene el veinte por ciento...
De lo poco que he relatado, porque en realidad son unas
breves pinceladas de lo mucho que tiene su familia, muchos os estaréis preguntando
el por qué contar todo ésto. Más que nada porque en este tipo de programas, al
del pasado lunes me refiero, en el que se eligió al cantante y canción que nos
va a representar en Estocolmo este 14 de Mayo, siempre se le suele dar una capa
de justicia democrática, en el que se supone todos tienen armas equiparables. Y al final este año se ha visto que no ha sido así, al menos aparentemente.
Si ésto hubiera sido una carrera de coches, el coche de
Barei cuando menos, y tras saberse su curriculum y posición social, se hubiera puesto
en cuarentena. Es más, estoy totalmente
convencido de que más de uno de los componentes de Televisión Española tiene
que tener la sensación de que les han metido un gol por toda la escuadra.
Este vecino del mundo no pone en duda la profesionalidad
de Barei que como ya he dicho antes lleva muchos años en este negocio, porque lo es, y está detrás de algunos temas conocidos. Pero si ya en su
momento no le parecía justo que Edurne fuera uno de los miembros del jurado,
porque ya había coincidido toda una temporada en “Tu cara me suena” con otro de
los aspirantes, Xuso Jones, con el que mantiene una relación de amistad, ahora, al darse a conocer que Barei ha trabajado en el último disco de Edurne,
no me parece justo que las dos hayan coincidido en este evento, una dando, y la otra recibiendo.
Digamos que cuando menos no parece "higiénico".
Ni quito ni pongo, pero recuerdo esa famosa frase de que “la
mujer del Cesar además de ser honesta debe parecerlo”, y si yo hubiera tomado
parte en este programa como aspirante, ahora seguro que tendría la sensación de que se me ha
ocultado algo muy, muy importante.
¿Que al final la canción la elegía el público desde sus
casas en un 40 por ciento de posibilidades
y un 60 por ciento un jurado internacional, con Edurne incluida?
Yo
personalmente ya no me creo nada. Aunque ahora voy a hablar de otra cadena, La
alegre, votando la gente desde sus casas, La Esteban ganó un concurso de baile,
sin saber bailar, y un reality intentando la mayoría de la gente echarla desde
el primer programa.
Quizás, lo justo hubiera sido poner las cartas sobre
la mesa, y aclarando quién es quién desde el primer momento.
Presentar a unos polluelos, y que todos pensemos que son patos, no es justo
cuando a la larga descubres que uno era cisne.
Las sorpresas, si sobre todo son al final, dan cuando
menos qué pensar.
*FOTO: DE LA RED