Queridamente añorada:
A pesar de que hace
muchos años que terminó lo nuestro, en esta época siempre te tengo presente.
Cuando rompimos,
rompiste conmigo, juré en mi fuero interno que quedabas atrás y que no te
merecías que nunca más me acordara de ti. Sin embargo, hay días en los que he de
reconocer que cualquier momento pasado contigo fue mejor.
Siempre fueron, la
mayoría, días alegres, de permanente verano, porque me dabas seguridad, y contigo
la vida se veía, y se sentía, de otra manera.
Parecía que lo
nuestro era para siempre, que solo existían días buenos en el calendario de mi
vida, que el azul del cielo impregnaba mi estado de ánimo y todo se veía mejor,
incluso rondando en la belleza absoluta. Pero un buen día comenzaron a ir las
cosas mal, y me dejaste, sin avisar, como se deja a un perro en la mitad de una
curva para que el destino le destroce, para que el destino me destroce.
Y cuando ya no tienes
nada que perder y has caído en lo más hondo del río más profundo, lo único que
puedes hacer es tomar impulso y sobreponerte. Ya no eres el mismo cándido que
creía siempre en ti, pero tienes que sobrevivir, no te queda otra.
Cuando te conocí, me
atrajiste por tu manera de ser, siempre tan desprendida, a pesar de ese aire
retro que incluso ya tenías en tu
nombre, pero nunca me importó ni cómo te llamaban ni lo que en el fondo representabas,
porque lo mío fue un amor a primera vista. Luego, muchos años después,
comprendí que para ti en realidad sólo fui uno más, al que ayudabas, pero que
en el fondo no representaba nada para ti.
Han pasado los años,
y ahora en la soledad de la noche, he de reconocer lo mucho que has
significado para mí. Y que ya no me duelen prendas al decir que cualquier
tiempo pasado contigo dentro, siempre fue mejor.
Te conocí siendo yo
muy joven, y siempre pensé que lo nuestro era para siempre, aunque allegados
con más experiencia intentaron hacerme comprender que la vida lo mismo que nos
une, te podía separar. Y no lo quise ver. Incluso cuando me dejaste, me engañé
en la ilusión de que muy pronto volverías, pero no fue así.
Aquellos días de
esplendor, de ver la vida de otra manera porque te tenía segura, no volverán, una verdadera pena.
Pero ahora te recuerdo, mi paga extra de verano, como lo mejor que me ha pasado. Y ya nunca más te llamo con desprecio, como en momentos bajos lo hice, "paga del 18 de julio". Muy en el fondo, al dejarme, me sentí despechado.
Tuyo, aquel que te
quiso, y no te supo retener.
*FOTO: DE LA RED